Si de verdad se pudiera quemar ese diablo que nos destruye…

El simbolismo de la quema del diablo, es el de sacar de las casas la basura y quemarla.  La basura representa diablo y todo lo malo. ¿Se podrá hacer eso a nivel de país?

Gonzalo Marroquín Godoy

Empieza uno de los meses más alegres y significativos del año.  Muchas de las tradiciones que celebramos los guatemaltecos tienen que ver con el aspecto espiritual.  Las festividades arrancan el próximo martes con la quema del diablo, se sigue con las posadas para luego dar paso a la Navidad, celebrando el nacimiento de Jesús, antes de despedir al Año Viejo y recibir al Año Nuevo.

Desde hace varios años he visto que paulatinamente se están perdiendo algunas de estas importantes tradiciones.  Así piensan amigos sociólogos, antropólogos o historiadores.  Desde mi visión como periodista pienso que efectivamente se están extinguiendo, al menos las dos primeras –quema del diablo y posadas–.

Recuerdo que allá por los años 60 y 70 de del siglo XX, hacer una fogata fuera de cada casa era lo más común.  En esa etapa de mi infancia, en la cuadra donde vivíamos en la zona 11 había competencia por ver quién hacía el fuego más grande, y mi linda mamá nos entusiasmaba al montón de hijos para que consiguiéramos basura y cualquier cosa que se pudiera quemar. 

La Unta –así le pusieron los nietos a mi mamá, Victoria Godoy Cofiño de Marroquín– nos inculcó todas esas tradiciones, pero la de la quema del diablo se ha perdido bastante, al extremo que, de los 10 hermanos, solamente mi hermana menor ha mantenido encendida la llama –literalmente– de hacer la fogata del 7 de diciembre.

Pero bueno, la idea de este Enfoque es la de trasladar imaginariamente la idea de la quema del diablo a nivel de la política nacional, que es ­–de cierta manera–, algo que nos atañe, interesa y afecta a todos los guatemaltecos.

En ese sentido, los lectores no me dejarán mentir al hacer la analogía de que todas las casas institucionales, están llenas de demonios que se deberían sacar para quemarlos en una fogata y que salgan así todos los males que nos afectan.

Si se hiciera un concurso para ver cual de esas fogatas sería la más grande, no cabe duda de que veríamos una competencia muy cerrada. 

El Ejecutivo, con toda la corrupción e incapacidad que ha acumulado, podría hacer una inmensa fogata en la Plaza de la Constitución.  La lista de la basura es enorme: corrupción por todos lados –plazas fantasma, contratos anómalos en compras y contrataciones, la famosa Trama rusa, tráfico de influencias, las vacunas Sputnik–, el ministro en orgía, la lenta vacunación… y mejor etcétera, porque la lista sería muy larga para incluirla aquí.

El Congreso igual: corrupción, violación a la Constitución al no cumplir con obligación de elegir a magistrados, trabajo legislativo mínimo y de pésima calidad, sumisión al Ejecutivo, narcoinfluenciado y, por razones de espacio, también etcétera.

No se quedan atrás el MP, la CC y la CSJ.  En primer lugar, porque han entregado totalmente su independencia a la alianza oficialista.  Además, han promovido impunidad para los unos –exfuncionarios, altos funcionarios, diputados, magistrados del TSE, militares, jueces, empresarios y demás del grupo de amigos–, y persecución y acoso para los otros –opositores, activistas de derechos humanos, jueces independientes, periodistas y diputados no alineados–.  Premio a los amigos, castigo para los enemigos.

Sería una fogata enorme también.

LEE ADEMÁS: Elección de Junta Directiva del Congreso confirma alianza de Giammattei con Zury Ríos y Sandra torres.

Aquí se persigue a quienes son reconocidos internacionalmente como luchadores contra la corrupción y defensores de los derechos humanos. Nuestro país está tan mal, que hacer lo correcto se ha vuelto suficiente como para ponerse en la mira de la terrible alianza oficialista.  Hasta ciertos grupos de narcos reciben mejor trato que aquellos a los que consideran enemigos por decir las cosas tal como son y defender los derechos ciudadanos.

Si se pudieran quemar todos males o demonios, veríamos fogatas inmensas.

El otro día alguien me preguntaba: ¿de verdad estamos tan mal como decís en tus columnas? ¡Claro que sí! Fue mi respuesta. No solo yo veo mal al país, como lo demuestra el hecho de que ni siquiera se invita al presidenteAlejandro Giammattei a participar en un foro por la democracia, porque no creen en él ni en las instituciones que he mencionado.

Eso demuestra que hay mucha basura que sacar, que hay muchos demonios que quemar, si es que se quiere cambiar de rumbo.  Lástima que eso no sucederá, porque cuando se promueve la corrupción y la impunidad, se tienen que andar tapando unos a otros… ¿Y qué pasa con la mayoría de guatemaltecos?… a ellos –a la alianza oficialista– ¡les pelamos!