El periodismo es valioso, sacrificado e incomprendido

Un reconocimiento a tantos colegas y amigos con los que hemos compartido sueños, aspiraciones y frustraciones; seguimos en la trinchera de la prensa contra viento y marea.

Gonzalo Marroquín Godoy

Mi primer contacto con el periodismo fue de patojo en las vacaciones del colegio, cuando trabajaba en el taller tipográfico donde se imprimía el diario Impacto de mi papá, Oscar Marroquín Milla, de quien tuve la suerte de aprender y dar junto a él esos primeros pasos que luego me llevarían a la que ha sido mi profesión por casi cincuenta años.

Creo que desde entonces llevo tinta en la sangre.  Me ha tocado ver de todo.  He tenido la fortuna de pasar por todos los puestos que hay en el periodismo.  Fui reportero, fotógrafo, jefe de Redacción, subdirector y director de medios.  Tuve una etapa como corresponsal para agencias de noticias extranjeras, reportando para la Agencia France Presse (AFP), y la cadena de televisión estadounidense CBS.

Me tocó describir la guerra interna con las masacres, atentados terroristas y enfrentamientos entre ejército y guerrilla –aquí y en El Salvador–.  Estuve presente para la quema de la embajada de España (31 de enero de 1980), reporté secuestros, asesinatos, procesos electorales, fraudes y los golpes de Estado de 1982 y 1983.

Sufrí hostigamiento y amenazas por noticias publicadas en una época en que la vida de los periodistas valía poco.

También tuve una vena de emprendedor periodístico, porque fundé varios medios, entre ellos el telenoticiero 7Días, el diario LaRepública y Crónica en su tercera etapa, ahora impresa y digital, entre otros.

Siendo director de Prensa Libre, representé a Guatemala en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en donde llegué a ser presidente de la Comisión de Libertad de Prensa y luego presidente de la entidad, lo que me llevó por casi toda Latinoamérica para denunciar abusos contra medios y periodistas, enfrentando a gobernantes autoritarios.

En esta etapa de mi vida pude comprender en toda su dimensión la importancia que tiene en una democracia el periodismo independiente, el periodismo comprometido con informar al público a cualquier precio.  Pude ver como los gobiernos dictatoriales –como lo fueron aquí los militares en aquellos primeros años de periodista– buscan controlar el el tráfico informativo y someter así a los pueblos. 

A menos información en manos de la gente, menos capacidad para saber y entender lo que sucede a su alrededor y afecta sus vidas, menos capacidad también para protestar y exigir.  Me tocó defender ese derecho humano –a informar y ser informado– bajo regímenes como los de Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales e incluso aquí en Guatemala con Álvaro Arzú y Alfonso Portillo.

El periodismo también te acerca a los problemas sociales.  Ver el nivel de pobreza en que se ha mantenido a gran parte de la población del país es triste y frustrante.  Lo bueno es tener la capacidad de denunciar esas situaciones, como un aporte de la prensa para la sociedad.

En la época de los militares denunciábamos las violaciones a los derechos humanos.  Ahora, con gobiernos civiles y supuestamente más democráticos, hemos encontrado que hay otro cáncer: la corrupción de la mano con la impunidad. 

La tarea del periodismo no es alabar a los gobernantes de turno o a los grupos de poder.  La tarea del periodismo es la de mostrar la realidad, por cruda o desagradable que sea, y coadyuvar para que se busquen y encuentre soluciones a los problemas sociales, políticos o de cualquier tipo.

No es fácil ejercer el periodismo y hacerlo de forma independiente.  Si se hace bien la tarea, los enemigos brotan por todas partes.  Si se ejerce un periodismo de servicio a la sociedad, siempre se encontrará una fuerza que pretende acallar.  A los políticos shucos, el crimen organizado, los funcionarios intolerantes, incapaces y abusivos, les disgusta que haya una prensa vigorosa que les pueda marcar el alto y mostrarlos tal como son.

La prensa no es el cuarto poder, pero si es un contrapeso de los poderes establecidos.

Mi felicitación y reconocimiento a los cientos de periodistas valientes y valiosos que hay en el país.  Mi amistad sincera con todos aquellos con los que he compartido en salas de redacción, que no han sido pocas: Impacto, La Hora, Tele Prensa, 7Días, laRepública, Prensa Libre, Siglo.21 y Crónica.

A mayor flujo informativo, mayor libertad de los pueblos.  A mayor libertad de expresión, mayor democracia.  Si queremos una Guatemala libre, pujante y democrática, se debe apoyar el periodismo independiente… aunque a veces no guste.