ENFOQUE: Giammattei y el Congreso juegan con fuego

Manifestaciones convocadas hoy en la Plaza y varias ciudades del país; crece indignación ciudadana

Gonzalo Marroquín Godoy

La ciudadanía parece despertar y aflora repudio a la corrupción, al abuso de autoridad, la ineficiencia y la impunidad… todo en medio de tormentas de todo tipo en el país.

El país se encuentra en medio de una tormenta que puede convertirse en un verdadero huracán político. Llevamos meses y semanas en las que se denuncia corrupción, se sabe de acciones abusivas del sector político, se desquebraja la poca institucionalidad existente y, para colmo de males, Eta e Iota nos han golpeado profundamente y a la vuelta tenemos cantada una crisis social.  Todo eso, sin olvidar el Covid-19.

Lo peor de todo es que estas dos últimas circunstancias –tormentas tropicales y pandemia–, han sido aprovechadas por los politiqueros para hacer de las suyas, suponiendo que la ciudadanía estaba en un momento de distracción o aletargamiento y que dejaría pasar todo. Finalmente no es así, y la oscura manera de aprobar el Presupuesto de la Nación por la alianza oficialista en el Congreso, ha sido la gota que derramó el vaso.

El vicepresidente Castillo pidió al presidente Giammattei, primero, que vetara el decreto del Congreso que aprueba el Presupuesto de Gastos para el 2021. Al darse cuenta que no lo haría el mandatario, propuso que ambos –presidente y vicepresidente– presentaran su renuncia.

La aprobación del Presupuesto es parte de un pacto siniestro entre la clase política encabezada por el presidente Alejandro Giammattei–, el cual pretende mantener la impunidad y mantener las arcas del Estado como si fuera una piñata para volver ricos a muchos de ellos, sin importar el momento crítico que vive el país.

La bomba estalló con el tema del Presupuesto, pero antes hemos visto la negativa del Congreso –totalmente ilegal– para elegir magistrados; la sombría elección de los nuevos magistrados para integrar la Corte de Constitucionalidad; resoluciones judiciales para favorecer a políticos corruptos; la manipulación del TSE a favor de Sandra Torres; la falta de transparencia y voluntad para detener la desmedida corrupción de parte del Ejecutivo; el acoso contra fiscales que persiguen la corrupción y la impunidad, todo entre otros muchos males que brotaron con las emergencias que además nos agobian.

El vaso estaba lleno de basura, mentiras, engaños, abusos e ineficiencia. Negocios entre mafias, creación de dependencias públicas y plazas, eliminación de pesos y contrapesos –indispensables en cualquier democracia–, y el Congreso como siempre, lleno de transas y funcionando como tapón para todo lo que provoca ese sistema político corrupto. 

En 2015, «la Plaza» fue uno de los factores determinantes para la caída de Roxana Baldetti primero y luego Otto Pérez.

Pero se colmó la paciencia ciudadana y para hoy, está convocada una manifestación de protesta por todo eso en la Plaza, ese mismo lugar en donde se inició el resquebrajamiento del gobierno del PP, cuando –como ahora– afloró toda la basura de la clase política.

No es un movimiento citadino.  Tampoco es un movimiento ideológico –como la Fundaterror trata de hacer ver para que la gente no llegue–.  Hay corrientes en otras ciudades, se expresan sectores de la sociedad, además de obispos y líderes indígenas que se han pronunciado con contundencia. 

El presidente se puso al frente del abusivo movimiento oficialista al defender su presupuesto y ahora el foco de las protestas está definido: Giammattei y el Congreso… aunque hay que exigir a las autoridades del sector justicia –magistrados y Fiscal General–, que se liberen del yugo de los políticos y actúen con independencia.  El movimiento debe ir contra la corrupción y la impunidad… como se inició en 2015. ¡La voz de la Plaza!

De repente, el presidente y el Legislativo terminan quemados.