Consuelo Porras: ¡Corrupta! ¡Antidemocrática!

Washington le pone el cascabel al gato.  El presidente Giammattei, en vez de guardar distancia, confirma su alianza con la fiscal general.

Gonzalo Marroquín Godoy

Vergonzoso para ella, pero también para el país.

En realidad, es algo que no extraña a quiénes seguimos de cerca lo que sucede con el sistema de justicia en el país.  Se sabe que Consuelo Porras se ha convertido en una pieza clave –tapadera– para que siga reinando la impunidad y se favorezca al entramado de corrupción que el sistema político ha venido construyendo desde hace años.

Aquí vimos una llamarada de tuza de protestas, pero todo se apaciguó pronto. Mientras en Washington se cansaron de ver que el presidente Giammattei y su alianza oficialista no tomaban en serio sus advertencias, mucho menos agradecer el salvavidas que lanzaron al donar 3.5 millones de vacunas en un momento crítico por el escándalo de las Sputnik V.

En julio doña Consuelo tuvo que quitarse la máscara para despedir al fiscal Juan Francisco Sandoval, quien pretendía investigar la Trama Rusa, pero lo que hizo la jefa fue abrir la Caja de Pandora, que dejó salir a luz pública parte de la porquería que se estaba cocinando a lo interno del MP para impedir las investigaciones de casos de corrupción.

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El castigo del Departamento de Estado, al incluirla en la lista de personas corruptas y antidemocráticas la muestra de cuerpo entero ante todo el país y la comunidad internacional.  Es un castigo que va más allá de la persona, porque envía un mensaje a todo el Estado fallido guatemalteco.

La pronta salida en su defensa de Giammattei no hace más que confirmar lo que ya se sabe: ambos están irremediablemente unidos, porque se tienen la cola machucada mutuamente y eso es peligroso para ambos.

En su torpe tuit pro Consuelo, el gobernante comete errores diplomáticos y políticos.  Asegura que la sanción a la fiscal general es infundada y basada solo en declaraciones que puedan haber dado algunos personajes –que no menciona­–, como si las instituciones de aquel país fueran ingenuas.  Por supuesto que no. Se basan en hechos que han confirmado.

Mientras, doña Consuelo se desgarra las vestiduras diciendo que es impoluta, honesta eficiente trabajadora –entre muchas otras flores que ella repite sobre sí misma–, los hechos la muestran como alguien más bien mal intencionada, manipuladora y dispuesta a cortar de tajo cualquier brote de lucha anticorrupción.

Para aclarar a quienes no conocen de cerca el trabajo de la embajada estadounidense, puedo asegurarles –porque en varias oportunidades lo he podido comprobar al más alto nivel de la sede diplomática– que sus funcionarios se enteran de TODO lo importante que sucede o deja de pasar en nuestro mundo político, económico y social.

Es decir que, mucho antes del despido de Sandoval, ellos sabían lo que sucedía en el MP; sabían de los vasos comunicantes que existen entre Giammattei, Porras, magistrados de la CC, magistrados de la CSJ y un grupo de diputados, todos parte de la alianza oficialista.

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Las faltas cometidas contra la democracia son abrumadoras, por más que muchos guatemaltecos no quieran verlo o aceptarlo.

Estar incluida en la lista de Actores corruptos y antidemocráticos, no incluye un castigo más allá del de perder la visa y no poder ingresar a Estados Unidos, pero se advierte que quienes ingresan en ella serán investigados, lo que significa que doña Consuelo Porras seguirá bajo la lupa de los estadounidenses, quienes ya dijeron que perdió nuestra confianza. A ver si no encuentran más basura bajo su alfombra.

¿Qué queda? El presidente podría iniciar el trámite para su destitución. No lo hará.  Podría también pedirle que renuncie.  Tampoco lo hará.  Se tomarán de la mano, para impedir que los gringos les trastoquen sus planes de tapar todos los casos de corrupción, pero el daño será mayor y la ingobernabilidad puede crecer, mientras las relaciones con EEUU llegarán a su nivel más bajo desde los gobiernos militares de los años 80.

¿Y qué dice la Constitución? El artículo 113 establece con claridad lo siguiente: Los guatemaltecos tienen derecho a optar a empleos o cargos públicos y para su otorgamiento no se atenderá más que razones fundadas en méritos de capacidad, idoneidad y honradez. ¿Reúne esas cualidades doña Consuelo? Yo estoy seguro que no. Creo que debería renunciar o ser destituida. La Caja de Pandora sigue abierta.