Cacos y Bacos, los primeros partidos políticos

Hace poco menos de doscientos años se organizaron los dos primeros partidos políticos en el país, los cuales no escogieron su nombre, sino que lo recibieron de sus opositores: A unos les llamaron Cacos —ladrones—, y a los otros Bacos —por su gusto al licor—. Con el tiempo se convirtieron en liberales y conservadores. Esta es la historia que marca el inicio de las pugnas políticas.


Redacción de Crónica Cultura


 Corría el año 1820. España vivía momentos difíciles y aires de independencia se respiraban en el Nuevo Mundo. Guatemala no era la excepción, y la turbulencia política se acentuaba y se mostraba en la oposición creciente hacia el gobernador militar español, José Bustamante, nombrado para sofocar cualquier rebelión posible. El malestar hacia la Corona se mostraba abiertamente.

El mayor interés de los independentistas pasaba por los temas de libre comercio que se discutían con intereses particulares. Curiosamente, las corrientes políticas provocaron también el surgimiento de la prensa en el país y, por supuesto, el de los primeros partidos políticos.

El 24 de julio, el médico Pedro Molina Mazariegos, de tendencia liberal, publica El Editor Constitucional, el primer periódico de Centroamérica. En octubre del mismo año, José Cecilio del Valle lanza El Amigo de la Patria, también independentista, pero confrontado con el primero por enfoques comerciales y también diferencias en torno a la relación que debían mantener con el vecino México, que todavía se debatía en su guerra por la independencia.

Estos periódicos sirvieron para dar nombre a los primeros partidos políticos —que entonces no eran más que grupos—. En su obra Orígenes económicos y sociales de los partidos políticos guatemaltecos, Ralph Lee Woodward, Jr. —autor de varias obras sobre la historia de Guatemala— destaca que Molina en su periódico atacó al grupo de comerciantes llamándoles Bacos, por su afición a la ebriedad, según se decía. La respuesta no se hizo esperar, y sus opositores les llamaron Cacos, o ladrones.

A finales de 1820, la primera contienda electoral se enfocó en la presión de estos partidos en la elección, de las autoridades del Ayuntamiento y de la diputación provincial. En realidad aquella disputa difiere en cierto aspectos a lo que vemos hoy en día, pero se libraba principalmente por los dos periódicos que representaban a cada partido, pero la campaña se hacía en casas, reuniones públicas reducidas y llamamientos en las esquinas concurridas.

Los inicios

Como solía ocurrir con las corrientes políticas de la época —y sigue siendo importante hasta la actualidad—, uno de los debates era el libre comercio, tomando en cuenta que España obligaba a que únicamente hubiera comercialización de los productos de este continente con la Corona.

Los Cacos calificaban a los Bacos de corruptos, y desacreditaban su pensamiento económico, el cual consideraban trasnochado. En los ataques que les formulaban, les colocaban cercanos al controversial Bustamante, al que en las calles se le llama El odiado.

Los Bacos, por su parte, criticaban a la aristocracia de familias adineradas y veían peligro en el libre comercio que sus contrincantes planteaban como una necesidad.  Se ubicaban en defensa de la clase trabajadora, seguramente con el fin de ganar fuerza popular y aumentar su potencial político.

Según versiones históricas de diferentes autores, la fuerza y apoyo de los Cacos provenía de la aristocracia y de la clase baja, lo que puede parecer contradictorio, pero respondía a las condiciones del momento. Los Bacos, en cambio, encontraba su fortaleza en la clase media, lo que a la postre les daba mayor influencia, porque se incluía a un amplio sector que influía en la clase gobernante.

Lo interesante es que por el resultado de la elección de autoridades mencionada, se puede decir que ninguno de los partidos resultó ganador de aquella contienda, porque la victoria fue para candidatos que no tomaron parte de ninguna de las corrientes. Además, hubo otro aparente empate, porque la mayor representación en el Ayuntamiento fue para los Bacos, mientras que los Cacos alcanzaron una pequeña ventaja en la diputación provincial.

Independencia y anexión

Si bien había coincidencias entre ambos partidos en el tema independentista, también habían discrepancias, y estas se  centraban en la actitud a asumir después de separarse de la Madre Patria.

En marzo de 1821,  Gabino Gainza asume como jefe político superior de la provincia de Guatemala, pero se mostraba proclive al Plan de Iguala, que en México había proclamado Agustín de Iturbide —más tarde emperador Iturbide—.  Esto influyó para que más adelante se diera la anexión de Centroamérica independiente al país del norte.

Los Cacos fueron los que impulsaron más el tema de la independencia y por ello encontraron rápidamente apoyo popular. El Editor Constitucional y el partido parecían ganar esta nueva contienda. Los Bacos se mantenían leales a España, hasta que vieron que la causa cobraba fuerza, y entonces El Amigo de la Patria toma también una línea editorial a favor de la independencia. Los dos periódicos se convierten en defensores de la causa.

Algunos historiadores sugieren que Gainza se oponía públicamente a la independencia por su posición oficial, pero que en privado se situaba muy cercano a los Cacos, como quedó demostrado posteriormente. Los Bacos más bien parecían independentistas a la fuerza, porque no era la línea de pensamiento que sostenían.

Así es como el 15 de septiembre de 1821 se produce la independencia, sin que en las estructuras políticas se diera algún cambio sustancial. Eso sí, se había obtenido la soberanía política. Incluso el redactor del documento fundamental que daba vida a la nueva nación centroamericana es redactado por José Cecilio del Valle, quien en realidad no se manifestó a favor de la independencia.

Aquí se produce un rompimiento entre los Cacos y la aristocracia, Molina, más idealista, se ubicaba a favor de la independencia absoluta, mientras que las familias más adineradas, bajo el liderazgo de Mariano y Juan José Aycinena, aprovecharon la posición ambivalente del débil Gainza, para guiarlo hacia la anexión a México, que se concretó el 5 de enero de 1821.

Los temas económicos volvieron a ser dominantes. El libre comercio que se podía ejercer por medio del Imperio mexicano, abrió el mercado con Inglaterra, que se convirtió en objeto de la exportación de la cochinilla, mientras que los productos de manufactura inglesa llegaron por primera vez al país.

Sin embargo, la estabilidad política no llegó. Primero, El Salvador expresó una oposición notable a la anexión, y en poco tiempo también las fuerzas políticas que fueron marginadas principiaron el proceso de regresión, que terminó en 1823, cuando se produce la independencia definitiva y, al mismo tiempo, se inicia, con el tiempo, el proceso de desintegración de las Provincias Unidas de Centroamérica.

Ralph Lee Woodward Jr. describe de la siguiente manera lo que sucedió después:Nuevas etiquetas políticas reemplazaron los viejos rótulos de “Baco” y “Caco”, los que ahora habían pasado de moda por los nuevos alineamientos. Esos que favorecían el libre comercio, la liberalización económica, el republicanismo y la reforma clerical, fueron llamados como los “Fiebres” o “cabezas calientes”.  Los acusados de desear la continuación de las instituciones reales, y de oponerse a las reformas liberales, fueron llamados “serviles”.

En lo sucesivo en la historia guatemalteca se ha visto una fuerte influencia de tendencias económicas y sociales en los partidos políticos, que se fueron transformando. Primero en dos bandos —liberales y conservadores—, y luego con la introducción de nuevas corrientes de pensamiento se fue ampliando el espectro político, aunque las constantes dictaduras militares que vivió el país, casi siempre limitaron a las organizaciones políticas, más no así las corrientes económicas dominantes.