Un juego que no se interrumpe

RENZO ROSAL

Renzo Lautaro Rosal


Crear un revuelo en Pavón y como resultado asesinar al preso L. Oliva es un asunto de grandes ligas. Que hayan enfrentamientos violentos en cualquiera de las prisiones es un asunto casi cotidiano. A su interior, coexisten un conjunto de condiciones que motivan el uso constante de la violencia, especialmente cuando al medio están diversas estructuras criminales que se pelean por territorios, extensión de poder, se oponen a requisas, traslado o cambio de autoridades. Entonces, qué pudo motivar a crear un riña que se tradujera en el resultado públicamente conocido?

Una circunstancia de esa naturaleza indiscutiblemente altera el momento, especialmente cuando la coyuntura está condicionada por dos casos penales relacionados donde está al medio la sobrevivencia de un menú de intereses. Las declaraciones de la Fiscal General sobre un atentado en su contra en el que posiblemente estarían relacionados algunos de los implicados en esos casos, sigue dando vueltas en el escenario. ¿Se gestaba esa acción desde la prisión y L. O. sabía o estaba involucrado en él? La movilidad de ese preso especial no era nueva, su representación y constante interacción con diversas estructuras criminales eran ampliamente conocidas. Era una pieza importante por la que pasaron relaciones, negocios, informaciones de diversa naturaleza. Si bien nos va, transcurrirá cierto tiempo para conocer más elementos de un caso que se suma a la volatilidad existente.

En el plano político habrá intranquilidad o desasosiego entre los sectores y personas que tuvieron algún tipo de relación con Lima O., que por ahora no saben el destino de los datos e informaciones. En ellos priva la incertidumbre y el miedo por lo intempestivo del suceso. Han perdido un articulador importante. Otros se han quitado un peso de encima, dejan de tener una piedra en el zapato.

En el plano de los negocios ilícitos habrá una profunda rearticulación de los nuevos protagonistas del control interno. Eso habilitará disputas o bien negociaciones, como las que han permitido la relativa estabilidad que por períodos ha existido; pero eso requiere liderazgos fuertes que cuenten con amarres externos. De no ser posible, el escenario será de luchas encarnizadas aunque sea por pequeños cotos.

En el plano institucional se acabó un tormento. Los líderes de recambio bajo control total, la opción está en grupos que no se salgan del formato de la estabilidad. La agenda de los negocios resultará afectada en la medida que se les tenga la pita corta, se propicie el divisionismo y se prohíban los desmanes que por décadas fueron comunes. Ese es el escenario realista. El optimista pasa por aprovechar el momento y dar impulso a la famosa reforma del sistema penitenciario. Será que el evento del pasado lunes 18 es el parte aguas para iniciar o al menos intentar el enderezamiento de una parte importante de ese sistema? Está por verse si las piezas a cargo de las decisiones entienden y aprovechan el momento para dar pasos que no han querido asumirse antes. De aquí en adelante hay dos caminos, o se le saca el jugo al escenario impensable hasta hace dos semanas, se pone en marcha un plan estratégico no antes explorado y se coloca ese tema como prioritario por primera ocasión en la historia reciente, o bien, lo sucedido solo contribuirá a la recomposición de los actores, para que surja un post-Lima y las cosas se repitan.

Mientras tanto, en la medida en que las estructuras criminales sigan operando con total relajamiento, que los cambios solo sean cosméticos, que la concepción de la reforma solo pase por la construcción de algunas nuevas instalaciones, o que la formación de los guardias penitenciarios sean procesos express de seis meses de duración, el episodio se repetirá constantemente. Para cambios de mayor envergadura, se requiere al menos de expertise, voluntad política para no sacar el pie del acelerador, recursos en varias dimensiones, alianzas que ayuden con el soporte técnico y político, y claridad para encarar la serie de obstáculos que buscarán bloquear cuanto paso se quiera dar. Es mucho lo que se juega en la cancha de las prisiones, se ha perdido un jugador importante, pero la dinámica continúa.

Es mucho lo que se juega en la cancha de las prisiones, se ha perdido un jugador importante, pero la dinámica continúa.