Tierras y paisajes con historia: Las nuevas luces de Alemania

Francisco J. Sandoval

Pocos países están tan presentes en la retina de nuestra memoria como Alemania. Y con razón. Alemania significa ingeniería, precisión, puntualidad, un país donde ningún gobernante usa o se roba los recursos públicos. Los alemanes son parcos y tranquilos, pero el estadio se inunda de cerveza cuando su equipo campeoniza.

En la década de 1970 un compañero de trabajo en SEGEPLAN tenía dos especialidades: las finanzas públicas y todo lo concerniente a Alemania. Con otros dos inquietos compañeros al final de la jornada nos íbamos a conversar con don Vicente sobre temas y preguntas como estas: ¿Qué número de autobús se toma en Berlín para ir de la ciudad de los museos al estadio olímpico? ¿Por qué hay resabios romanos en Colonia? ¿Qué hizo Alemania para recuperarse tan pronto de las destrucciones que sufrió en la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué los alemanes adoran a Guillermo II? ¿Es cierto que en Frankfurt se preparan las mejores salchichas?

Detalles puntuales o temas complejos como estos nos los respondía don Chente, sin dudar, con anécdotas y puntualizaciones que parecían las de un oráculo. Lo más admirable es que ese señor nunca había estado en Alemania. Así nació mi curiosidad por conocer más y mejor a ese país que es desde hace varios años la locomotora económica de Europa. Mis inquietudes fueron premiadas hace seis años cuando junto con una docena de centroamericanos fuimos invitados a visitar ese país para conocer sus tecnologías verdes. Algunas visitas, conferencias y encuentros eran comunes, otras las hacíamos subdivididos en dos grupos: informática y green energy. Yo estuve en el segundo, enfocado en lo que se puede hacer con la energía solar y el viento.

Lo primero que nos advirtieron en las jornadas de preparación fue ser puntuales, cinco minutos de atraso es llegar tarde. Lo segundo, no le den vueltas a los asuntos, vayan al grano. Visitamos Berlín, Múnich, Leipzig y, en mi caso, Dusseldorf para observar la fabricación de house boats movidos por energía solar. Mi idea era importar un par de esos botes al lago de Atitlán, semi fabricados; allí terminaría de armarlos. El costo, aún con facilidades y descuentos, y la incertidumbre sobre la demanda potencial de un  servicio caro hizo arriesgada la operación.

Observamos autos eléctricos que se manejan solos, acto de magia en aquellos momentos, presenciamos una reunión de la cámara de comercio de Alemania; nos explicaron la mecánica que hace posible que un altísimo porcentaje de la basura se recicle; un antiguo basurero ubicado en el centro de la hermosísima Leipzig se convirtió en lago artificial; nos explicaron los detalles en la muni del lugar. Por todos lagos observaba gigantescas grúas que levantan piezas y materiales de uno u otro tipo. Comimos abundantes salchichas con repollo de diversos colores, pretzel (enrollados de pan ligeramente salados); en Múnich fuimos a la más antigua fábrica de cerveza, donde hubo un atisbo de pelea entre borrachos y al estadio Alianza Arena a ver el partido de Berlín contra Hoffenheim (3 a 1 ganaron los visitantes por lo que, como castigo renuncié a comprar su bonita playera de franjas verticales azul y blanco).

Berlín es la ciudad de las grúas, regresé diciendo a mis amigos. Cerca de Múnich visitamos una fábrica de equipos para energías verdes, Al final del proceso encontramos un enorme salón cuya puerta de ingreso decía: 0% fehler (0% errores). Esa es la consigna de Sonen para los equipos que sacan al mercado. Lección perdurable para cualquiera.

¿Qué le dice Alemania al mundo en estos días? Resisten la amenaza de China de sacarlos del mercado, es cobardía no enviar equipos y personal militar en apoyo de Ucrania; aceptaron 2 millones de inmigrantes como acto de humanidad y mutuo beneficio. Como herederos de Kant, Hegel, Marx, Weber, Nietzsche, Adorno, Cassirer la política debe tener un basamento serio; centran el desarrollo fortaleciendo lo que se es bueno (fabricación de autos, medicina, maquinaria, energía verde). Si me preguntan quien es el alemán que más admiro, sin vacilar respondo que Alejandro von Humboldt. Una manera de conectarse con el punto de vista alemán con acento latinoamericano es sintonizar la Deutche Welle (DW). Con ellos y con Radio Neederland me entrené en comunicación radial a mediados de 1980.


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