PROVOCATIO: La magia política de los fundamentalismos religiosos

Las masas pobres y sin mayor escolaridad encuentran que el espacio religioso atrae como refugio del sufrimiento, la impotencia, la competitividad que ataja en la vida social.  Allí los fieles encuentran una lógica para entender (y aceptar o criticar) por qué el mundo es lo que es, con sus desigualdades y violencia.  Experimenta solidaridad, comodidad y, sobre todo, rescata su autoestima.  El «nadie» de la vida cotidiana se siente promovido en el espacio religioso como hijo o hija de Dios, ministro de la Palabra, padre o madre de un santo, etc. (Frei Betto).     

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Tratando de entender lo que sucedió en Brasil, escudriñé sobre la figura e impacto de Jair Messías Bolsonaro (ojo al segundo nombre).

A pesar de la victoria de Lula, este provocador de orientación ultraconservadora, como lo definen muchos, es un verdadero fenómeno político y sociocultural que para nada está muerto.

El capitán retirado del ejército brasileño que se autodefine como católico, apostólico y romano, pero con tres matrimonios en su haber, cuenta con el apoyo de muchas iglesias, entre las que resaltan las neopentescostales, pero no son las únicas: bautista, católica, pentecostal y otras “minoritarias” refuerzan.

Especialista de la polémica y la incorreción política, este fascista de corazón gusta provocar por doquier con actitudes y comentarios homofóbicos, machistas y misóginos.  Solo reproduzco algunas perlas, de muchas, en sus declaraciones: “un policía que no mata no es un policía”, “tengo cinco hijos, fueron cuatro chicos, para el quinto tuve un momento de debilidad y fue una chica la que se presentó” y que “no sería capaz de amar a un hijo/a gay”.  Por otra parte, minimizó la gravedad de la pandemia y acusó una pésima administración de la crisis.  Gripona dijo Giammattei, Gripezinha dijo Bolsonaro.  Por cierto, las constantes invocaciones divinas también son comunes en ambos, siendo el mandatario guatemalteco, la versión caricaturesca del sudamericano, quien, a su vez, lo es de Trump.

Añoranza por dictaduras militares pasadas, así como su propensión y gusto por el uso generalizado de armas de fuego, fueron evidenciados en sus siete períodos legislativos como representante en la Cámara de Diputados, y también durante su mandato presidencial que, afortunadamente, terminó.  Un analista brasileño lo definió así: “Él era un diputado de bajo clero que tenía una buena relación con los militares”, que es la frase eufemística para manifestar su mediocridad y poca relevancia antes de ser presidente. 

Su inestabilidad política es aún mayor, si no, veamos los partidos políticos en los que se ha montado: PDC (1989-1993), PP (1993–1993), PPR (1993–1995), PPB (1995–2003), PTB (2003–2005), PFL (2005–2005), PP (2005–2016), PSC (2016–2018), PSL (2018).  ¿No les recuerda en algo a Giammattei?

Hay otro elemento importante a destacar, y es la esposa de Bolsonaro, Michelle de Paula Firmo Reinaldo Bolsonaro.   A pesar de su cónyuge, ella defiende las causas sociales relacionadas con las personas con discapacidad, con visibilidad en enfermedades raras, inclusión digital, conciencia del autismo, inclusión de Libras[1] en las escuelas y otros proyectos sociales.  Forma parte del Ministerio de Sordos y Tontos (sic) de la Iglesia Bautista.

¿Cómo explicar el ascenso de un personaje como Bolsonaro? ¿Cómo entender que, a pesar de la victoria de Lula, millones de brasileños votaron de nuevo por quien saboteó la lucha contra la pandemia, redujo drásticamente los presupuestos de salud y educación, demostrando abiertamente su desprecio por las mujeres, los pobres, los indígenas y los negros? ¿Será posible que esos millones que votaron por la extrema derecha sean todos fascistas? Para responder estas y otras preguntas, necesitamos de un complejo análisis, en el que destacan varios elementos, siendo el determinante, el factor religioso. 

La magia de la religión explica todo, desde la creación del universo, lo que pasa después de la muerte, hasta las cuestiones más banales y cotidianas.  En lugar de preguntas (como lo es en el método científico) la religión aporta respuestas a todo y se ha convertido en un sistema de significado para muchos.

El ingreso a este mundo de significado se reduce a tener fe.  Las masas pobres y sin mayor escolaridad encuentran que el espacio religioso atrae como refugio del sufrimiento, la impotencia, la competitividad que ataja en la vida social.  Allí los fieles encuentran una lógica para entender (y aceptar o criticar) por qué el mundo es lo que es, con sus desigualdades y violencia.  Experimenta solidaridad, comodidad y, sobre todo, rescata su autoestima.  El «nadie» de la vida cotidiana se siente promovido en el espacio religioso como hijo o hija de Dios, ministro de la Palabra, padre o madre de un santo, etc. (Frei Betto). 

Los fundamentalismos se alinean al neoliberalismo y el individualismo que encarna, porque las masas creen que la salvación personal en este y en el otro mundo es más importante que luchar por una sociedad más justa.  De hecho, lo social vendría [a ser] un cúmulo de virtudes personales (…) Si hay personas en la miseria es porque se han desviado de los caminos del Señor y no han perseverado en las virtudes morales (…)  Mientras que los progresistas quieren cambiar la sociedad para que la gente cambie, los fundamentalistas quieren cambiar a las personas para que la sociedad pueda cambiar (Frei Betto)

La militancia progresista y de izquierdas tiende a demonizar a esta multitud de evangélicos leales a los pastores Edir Macedo, Silas Malafaia y otros mercadólogos de la fe que apoyan a Bolsonaro y poseen megaiglesias, con sus respectivas multitudes.  Se debe estudiar más a fondo la vertiginosa expansión de las iglesias evangélicas y aprender un nuevo lenguaje, basado en la hermenéutica bíblica que ellos manejan, para establecer algún diálogo con estas masas que han sido ganadas por el fundamentalismo.

Es tiempo de celebración, pero también de profundo análisis y autocrítica. Esos millones que optaron por la opción fascista, no necesariamente comulgan                      –conscientemente–  con esas ideas.

Bolsonaro no está muerto, el reto de Lula en su tercer mandato es enorme, pues no basta repetir lo que se ha hecho, sino generar cambios en el proyecto histórico y, sobre todo, en la interlocución con quienes son opositores de ocasión.  y analista político


[1] La Lengua Brasileña de Señas (en portugués, Lingua brasileira de sinais, abreviado Libras) es la lengua de señas usada por sordos de los centros urbanos brasileños​ y legalmente reconocida como medio comunicacional y expresión.

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