PROVOCATIO: El oportunismo madrugador


En este contexto de circo, irrespeto y violación a los derechos civiles y políticos de la ciudadanía, la gavilla de oportunistas siempre está al acecho. De esta cuenta, se robaron la salida dos penosos personajes: Roberto Arzú y Carlos Pineda. El tercer personaje de esta pandilla, es el dos veces perdedor Manuel Villacorta, quien había anunciado a los cuatro vientos, un día después de las elecciones, que se retiraba de la política electoral, pero más temprano que tarde, anunció la creación de otro partido más que se sumará a los 30 que ya hay.

José Alfredo Calderón (Historiador y analista político)

El espíritu de las reformas electorales de 2016 pretendía iniciar un proceso de reestructuración del sistema político-electoral guatemalteco; lamentablemente, se previó una segunda fase de reformas que nunca se dio y, con ello, quedó inconclusa dicha expectativa.  Todos conocemos las causas del entorpecimiento del proceso.

A pesar del gobierno de Jimmy y del actual, quedaron importantes avances, entre los que quiero resaltar los tiempos de campaña.

Las abusivas, onerosas, prolongadas y saturantes campañas anticipadas de la UNE, PP y LÍDER, entre otras, motivaron la reducción del tiempo pre-electoral a 3 meses, que mucho agradecimos los que estamos hartos de la politiquería oportunista y clientelar. A pesar de la limitación vigente, los pícaros de toda calaña se las ingenian para evadir la norma.

Debe reconocerse que la disposición fue manipulada y llegó a convertirse en una herramienta para tipificarse como campaña anticipada, cuando realmente no lo era.  Para citar algunos ejemplos, el hecho de escribir durante años una columna o un artículo tratando temas nacionales, podría impedir una futura candidatura. Otra variante puede ser emitir declaraciones a los medios de comunicación o participar en eventos que pudieran ser interpretados como proselitistas. Por supuesto que los criterios de sanción aplicados son más porosos que los puentes que construye el gobierno.

Claro está, la picardía de los oportunistas siempre nos pone en alerta, como el caso de aquellos alcaldes, diputados y otros funcionarios que utilizan la inauguración de obras y la realización de actos públicos, como proselitismo descarado. El mismo presidente se hizo acompañar del candidato oficial Manuel Conde a todas sus giras en la República, mucho antes que se diera el banderazo de salida por parte del Tribunal Supremo Electoral, autoridad máxima en la materia.

Una vez oficializados los resultados y asignados los puestos de elección popular, casi todos guardan un mínimo recato para no iniciar proselitismo personal y esperan, por lo menos, la toma de posesión del nuevo gobierno para arrancar, una vez más, el jueguito electorero, salvo, claro, los oportunistas de marras.

En este valle de pasiones y angustias, ya nadie respeta nada; el Estado de derecho es una parodia y la democracia, una caricatura. Recién nos enteramos el viernes 29 de septiembre, de un episodio más del vergonzoso actuar del Ministerio Público, su fiscal general Consuelo Porras y su coime preferido, Rafael Curruchiche.

En este contexto de circo, irrespeto y violación a los derechos civiles y políticos de la ciudadanía, la gavilla de oportunistas siempre está al acecho. De esta cuenta, se robaron la salida dos penosos personajes: Roberto Arzú y Carlos Pineda.  El primero, representante de la rancia oligarquía criolla, hijo del encomendero Álvaro Arzú Irigoyen, pero que, por razones misteriosas, ahora se convierte en uno de sus principales “críticos”, aprovechándose de la ignorancia cívica (ya no digamos política) de muchos guatemaltecos.  Incluso personas con supuesto pensamiento progresista, han caído en el juego de reproducir sus opiniones (que no análisis) ignorando su trayectoria gris y perversa.

El segundo (Pineda) una verdadera joya del capital emergente, con historial igual de opaco y malicioso, y que tuvo el descaro de autodefinirse como outsider. Ambos politiqueros oportunistas aprovecharon la coyuntura nacional para hacerse propaganda e iniciar, de facto, el camino electorero hacia 2027.

El tercer personaje de esta pandilla, es el dos veces perdedor Manuel Villacorta, quien había anunciado a los cuatro vientos, un día después de las elecciones, que se retiraba de la política electoral, pero más temprano que tarde, anunció la creación de otro partido más que se sumará a los 30 que ya hay. Aunque dice no estar interesado en una candidatura, quien le crea a un oportunista ya no es inocente, sino francamente pendejo.

Como lo he venido comentando, el récord centroamericano de candidatos presidenciales lo tiene Costa Rica, que en la última elección tuvo 30. Guatemala se quedó en 22 porque cuatro binomios fueron impedidos. Todavía estamos lejos del récord africano y mundial que tiene Nigeria con 70 candidaturas presidenciales en la última elección en febrero de este año.

Hay candidatos que gozosos volverían a participar, pero su salud y edad ya lo hacen difícil como: Mulet, el Dr. Espada, Francisco Arredondo o Isaac Farchi. También están los que, independientemente de cualquier factor o condición, no se perderán por nada una participación más, sea para financiarse, resolver deudas y problemas económicos diversos, o simplemente para gratificar al ego, práctica que ya se ha vuelto olímpica en esta comarca.

También está el grupito formado por exconstituyentes, exdiputados y empresarios, conocidos como furibundos anticomunistas durante la guerra interna y en el pasado reciente y que, ahora, se presentan como ovejitas democráticas; ansiosos unos y desesperados otros, porque ningún partido los pela y su base social para hacer uno nuevo es prácticamente inexistente. Lidera este subgrupo el expresidente de la Asociación de Dignatarios de la Nación (Aquiles Faillace) de ingrata recordación durante el gobierno de Jimmy Morales de quien recibía financiamiento. El mecanismo siempre es el mismo, vender “análisis desinteresados” para llamar la atención y sorprender a la legión de incautos; quien quita, alguien se apiade y resulten de candidatos en las postrimerías de su militancia en la vieja política.

La mayoría de candidatos participantes en 2023, repetirán en 2027 y el número de candidatos alcanzará un nuevo récord, porque siempre estarán disponibles y dispuestos más politiqueros oportunistas, que seguirán medrando de un sistema político-electorero corrupto, perverso, clientelar y patrimonialista.

La historia del país pareciera ser como la canción de los elefantes, que por más cosas que sucedan, siempre se canta: “Y como vieron que resistía, fueron a llamar a otro elefante”.”

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