No dejar santo parado

RENZO ROSALRenzo Lautaro Rosal


 

Esa es la consigna con la que por décadas han actuado un montón de personas y sectores. Nada de prejuicios, a tomar todo lo que se ponga por enfrente. Incluso instituciones y fondos que están fuera del lente, y que por esa razón se convirtieron en objetivos de mayor atractivo.

La asignación constitucional del fondo al deporte federado es una pieza en el zapato. Lo que seguramente fue una buena idea en sus orígenes, para fomentar prácticas, actitudes, deportistas competitivos y resultados para el país, se desvirtuaron de cabo a rabo en las últimas 2-3 décadas. La ola cubre a todo el espectro del deporte federado, el accionar de la CDAG, la Confede y el Comité Olímpico. Por años han desfilado federaciones señaladas de actos de corrupción, que por sus clavos han sido desaforadas dejando al margen de importantes competencias a deportistas que solo ven cómo ante sus ojos se enriquecen los llamados dirigentes. Ese marco de orgías continuadas se traduce en aprovechar los viajes internacionales para llevar a contingentes de arribistas, aprovechados, familiares, amigos y amantes de los grandes componedores de las mafias del deporte. Esta es la parte soft. Los grandes negocios, la parte hard, son los grandes contratos para transmisiones de eventos globales como las Copas Mundiales, los torneos continentales y centroamericanos, razón esencial por la que la Federación de Futbol se haya convertido en cueva de ladrones especiales, penetrada por toda una rancia representación de faunas provenientes de las oscuridades más profundas.

El llamado caso Fifagate ha puesto al desnudo una parte del complejo esquema. De aquí en adelante corresponde, a nivel nacional, halar el hilo para que se desprendan el resto de estructuras y personas que hoy salen del cuadro al no ser mencionados, por de pronto, por la Justicia norteamericana. Salguero, Jiménez y Trujillo son tres expresiones de operadores colocados estratégicamente, con su total anuencia, para penetrar, consolidar, amañar y saquear la colosal acumulación de recursos que genera el futbol. Forman parte de los anillos dirigenciales que operan en todas las regiones del mundo con los objetivos de aprovechar el escenario de acumulación en ascenso, velar porque ese “sistema” se reproduzca y no sufra alteraciones, así como aceitar a las estructuras tangenciales como los clubes nacionales, las ligas menores, los círculos de entrenadores, asistentes, jugadores, representantes, comentaristas deportivos, medios especializados, entre otros. Esos tres actores forman parte de un trama que solo comienza a desnudarse. Un indicador del efecto dominó es que los sustitutos de los señalados son otros personajes propios del inframundo, lo que implica que la limpieza debería proseguir, pero donde se requiere una serie de barredoras puestas en línea y dispuestas a actuar en conjunto. De lo contrario, el reciente caso solo develará unas cuantas piezas, defenestrará a los tres del momento, pero nada más; y todo seguirá siendo igual. Este caso debe servir, también, para revisar el modelo empresarial sobre el que gira el deporte a todo nivel. Todo se mira con ojos de dineros, son estos el principal aliciente para participar y competir. Empresas de todo tipo, especialmente las que tienen presencia mundial, son los grandes causantes de la debacle que ahora salta en pedazos. Bajo la apariencia de marketing deportivo, lo han ensuciado hasta la médula. Han tergiversado el sentido físico, ético, emocional, de todos los círculos alrededor de los cuales gira la actividad deportiva. Lo más grave, en ese plano de penetración, ha alterado los chips de las personas. Ahora compiten si hay cheque por delante; los incentivos tienen que ser económicos o nada. En síntesis, esas conductas son los causantes del tipo de escándalos como los destapados en estos días. Si no se revisan esas prácticas y se les pone controles y límites, seguirán habiendo casos igual o más graves. Hoy es el futbol, pero lo ha sido de otros deportes. Preocupan los negocios que giran alrededor del fenómeno llamado Mundial de Futbol; pero a nivel local, esa descomposición es causante de la existencia de narcoequipos que deambulan entre la Liga Mayor y la Primera División; de los jugadores que solo buscan el enriquecimiento a cualquier costo, así sea transando partidos, negociando traslados entre equipos, alentando a candidatos a cargos públicos para que reproduzcan el modelo. Hay que ver el fenómeno en su conjunto para entrarle a la columna vertebral.

 

renzolautaro.rosal@gmail.com

Por años han desfilado federaciones señaladas de actos de corrupción, que por sus clavos han sido desaforadas dejando al margen de importantes competencias a deportistas.