Muere Charlie Watts, batería de ‘The Rolling Stones’, a los 80 años

Charlie Watts, emblemático batería de ‘The Rolling Stones’, ha fallecido este martes a los 80 años, según ha confirmado el publicista del músico del legendario grupo de rock en un comunicado.

«Es con inmensa tristeza que anunciamos la muerte de nuestro amado Charlie Watts. Falleció tranquilamente en un hospital de Londres hoy, rodeado de su familia», según la nota, recogida por la BBC.

El grupo lamenta la pérdida de un «amado esposo, padre y abuelo» y «uno de los más grandes bateristas de su generación, y solicitamos amablemente que se respete la privacidad de su familia, miembros de la banda y amigos cercanos en este momento difícil».

La noticia llega semanas después de que se anunció que Watts se perdería las fechas de la gira estadounidense de la banda para recuperarse de un procedimiento médico no especificado. Watts fue tratado previamente por cáncer de garganta en 2004. Era miembro de los Stones desde enero de 1963, cuando se unió a Mick Jagger, Keith Richards y Brian Jones en su incipiente grupo.

Un modo de vivir coherente

El fallecimiento de Charlie Watts no solo pone de luto un agosto aún pandémico, sino sobre todo dice adiós a una manera de vivir y sentir el rock y, sobre todo, un modo de vivir de un modo coherente. 

A Charlie Watts siempre se le asociará a tres elementos: el primero, más importante y obvio es haber formado parte a una de las dos bandas más trascendentales de la música popular, como son los Rolling Stones, con el añadido fundamental de que aún siguen en activo, a diferencia de los Beatles.

La segunda es que mantuvo y patentó en cierta manera un modo de tocar la batería que rompía el cliché de la espectacularidad, la grandiosidad y el efectismo consustanciales a muchos de los grandes nombres del rock. Su toque era a menudo sucinto, siempre eficaz y refractario al protagonismo gratuito. 

Y tercero, esa misma contención la transmitía a la imagen exterior, ejerciendo de voluntario/involuntario contrapunto dentro la parafernalia de parte de la banda en sus épocas de mayor efervescencia y escaparatismo. Y se acabó convirtiendo en una de las marcas de la casa, que ayudó a su longevidad.

Una longevidad en la que prevaleció por encima de todo su amor por lo que hacía. Como confesó hace un decenio a este diario “le aseguro que si no disfrutara con lo que hago cuando me subo a un escenario, hace tiempo que hubiera dejado a los Stones”.