ENFOQUE: Los canales de TV… del fuego a las brasas

Gonzalo Marroquín Godoy

El fuego quema, las brasas también y, aunque se extinguen, vuelven a surgir llamas al ser alimentadas.  Ángel González ha quemado con el fuego.

El mexicano Remigio Ángel González González tuvo una impresionante transición de vendedor de publicidad de Canal 7 –allá por los años 70–, a magnate de la televisión, no solo en Guatemala, sino a nivel latinoamericano.  Su consorcio de canales y radios llegó a tener presencia en Guatemala –aquí surge–, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile, República Dominicana, Paraguay y Perú.

Hábilmente, en todos esos países siguió el mismo patrón: utilizó prestanombres, empresas de fachada y una mecánica de simulación de negocios, para aparentar legalidad en la adquisición de frecuencias.  Su nombre raramente aparecía en las negociaciones, al extremo que se referían a él en todos los países mencionados como El Fantasma.

Algo que aprendió seguramente del accionar de Televisa en México, es que la alianza de los canales con los gobiernos de turno es una mancuerna exitosa y muy rentable. De esa cuenta, Ángel González se convirtió en gran corruptor de la democracia, apoyando a candidatos presidenciales, quienes, al llegar al poder, le han devuelto los favores por medio de millonaria pauta publicitaria y la concesión de más frecuencias de TV y radio.

Ese patrón lo replica en todos los países, con sus particulares claroscuros.  Ha sido fiel servidor de presidentes de izquierda, derecha o centro.  La ideología no importa.  Lo que importa es seguir la línea oficialista y contribuir al adormecimiento de la sociedad.  La televisión, como medio de comunicación audiovisual, tiene un impacto en las masas, que caen en el engaño por la manipulación informativa, como sucede en México y aquí mismo.

Ahora nos enteramos que González ha vendido parte de su consorcio –al parecer Guatemala y Centroamérica–, precisamente al grupo Televisa.  A Emilio Azcárraga Milmo, se le llegó a conocer en México como El Tigre, por su habilidad para influir en los gobiernos del otrora poderoso PRI. La fórmula que utilizaba es la misma que luego aplicó González en Guatemala y demás países.

El heredero de Azcárraga Milmo es Emilio Azcárraga Jean.  De él vendrán las directrices para el cambio.  Conociendo a González, hará una transición suave, pero al final del cuento, será más de lo mismo, aunque con un estilo quizás diferente.

En el ambiente hay varias dudas: ¿dónde se hizo la negociación? ¿Guatemala, dueña de las frecuencias de radio y televisión, autorizó la venta? ¿Se pagan impuestos o se hizo en un paraíso fiscal? No se, pero podrían haber irregularidades y hasta delitos penales al simular una negociación de esta naturaleza. 

González recibió sin pagar derechos sobre las frecuencias al Estado.  Ha seguido aumentando el número de concesiones, siempre con ventaja sobre el Estado, ya que los presidentes lo apadrinan… o él a ellos.

Es una lástima la forma opaca –y corrupta– en que se manejan las concesiones radioeléctricas en el país. La noticia podría ser digna de aplauso, pues se trata de la salida de un personaje manipulador de la democracia.  Lo malo es que pasamos del fuego a las brazas… y no tardará mucho tiempo en cobrar fuerza ese otro fuego manipulador.

Ah, pero no hay que olvidar que la justicia guatemalteca todavía persigue a Alba Lorenzana, la esposa de González, por quien ahora abogan para que se termine la persecución penal en su contra.  Ella, me temo, es una víctima inocente de su esposo –lo que no la exculpa–, porque la utilizó como fachada para la compra de un canal hace muchos años.  Algunos políticos cínicos o ingenuos, le han llamado ángel de la democracia.  Puede ser, pero un ángel caído y entonces debe ser reconocido como todo un demonio de la democracia.