ENFOQUE: Las vacunas a cuentagotas y el covid campante

Cuando el doctor Edwin Asturias deja la Coprecovid, sabía que lo peor estaba por venir, pero no se fue por eso, sino porque las cosas no se hacían de la mejor manera…

Gonzalo Marroquín Godoy

Hace pocos días, el presidente Alejandro Giammattei –médico de profesión–, anunció que el país estaba entrando en una cuarta ola del covid-19, con el número de casos en ascenso y el sistema hospitalario colapsado, no solo por la demanda de camas y servicios de intensivo, sino también por falta de medicinas.

Ese mismo día, desde Colorado, Estados Unidos, Edwin Asturias replicó en un tuit de la siguiente manera: No hay tal 4a ola, la 3a ola de COVID-19 en Guatemala no ha amainado. La meseta central es un incendio en marcha, y la positividad a 20% sostenida (mismo nivel de pruebas) dice que hay una transmisión muy activa, probablemente de variantes más infecciosas (Alfa, Gamma o la México).

¡Guauuu! Un incendio en marcha.  A las pocas horas le entrevistan en una radio local, y él critica la falta de medidas para contener el avance del covid-19 que, en efecto, se mantiene en los peores niveles de contagio sin que se haga nada por parte de las autoridades. Como bien dice la ministra Amelia Flores, estamos analizando, pero así se la pasan, sin hacer nada concreto, más que repetir que la responsabilidad es de las personas.

Yo sé que hay muchos que no creen o no le dan importancia al covid-19, pero eso no exime a las autoridades de hacer ¡bien! su tarea, pues la triste realidad muestra que –según los inciertos datos oficiales–, a la fecha, han muerto cerca de 9,000 personas.  Eso es mucho y duele más cuando se trata de algún pariente, amigo o conocido.

Casi semanalmente, Emisoras Unidas entrevista a la ministra Flores y sus respuestas son casi siempre patéticas, demagogas y hasta falaces, como si quienes la escuchamos no tuviéramos tres dedos de frente y un poco de capacidad de análisis.  Para todo tiene respuesta, pero no responde nada en el fondo.

Lo más penoso es cuando le preguntan sobre las fechas de entrega de las vacunas rusas Sputnik-V, y no acierta más que a repetir que dentro de una semana sabrá sobre la entrega de lo que se ha comprado y pagado por anticipado.  ¡No tiene ni la menor idea de cuándo llegarán! Ni siquiera reconoce que metieron la pata con esa compra leonina. Bueno, si es que fue metida de pata, porque pudo ser porque era un buen negocio para alguien o algunos de la macoya.

Por el momento, han llegado tres envíos de 50 mil dosis en casi dos meses, lo que significa que, a ese ritmo, podrían pasar años para concluir con las entregas, mientras la gente sigue muriendo en el país.

La campaña de vacunación también ha sido un desastre, como ya he comentado antes y como a diario informa la prensa independiente.  Imagínese amigo o amiga lector(a), ¿qué garantía tienen las personas de que serán vacunadas con la segunda dosis a tiempo?

Pero volviendo a los contagios, hay que aclarar que se pueden tomar medidas que no implican el cierre del país.  Por ejemplo, se pueden prohibir todas las actividades que impliquen concentración de personas, y limitar las reuniones durante las noches y los fines de semana –por ejemplo–.

Esto no lo digo yo, lo sugieren el doctor Asturias y otros galenos entrevistados en la misma radio.  El problema es que se ve venir al lobo y no se hace nada por evitarlo, mas que lavarse las manos.

Pero, además, al reconocer que hay desabastecimiento de medicinas, no se hace más que mostrar la falta de visión de las autoridades de salud y del propio presidente, porque todos sabemos que el covid puede repuntar y que además está para largo tiempo.  Por lo tanto, no deben perder tiempo y es obligatorio hacer las compras necesarias –y un poco más–, para prever lo que suceda más adelante, porque la esperanza de la vacunación, al paso que va, no logrará antes de un año la famosa inmunización de rebaño.  No actuar o seguir haciéndolo mal, terminará por golpear fuerte a la economía, con consecuencias sociales.