Aunque aquí sean muchos los que miran hacia otro lado por no aceptar la realidad, la verdad es que nuestro país vive una aguda y permanente crisis sociopolítica.
Gonzalo Marroquín Godoy
Por razones periodísticas, allá por los años 80 principié a tener relaciones con autoridades de la embajada de Estados Unidos en Guatemala. En algunos casos fue con los embajadores –no con todos–, y en otras, con altos funcionarios, cada uno conocedor de los temas políticos y con un conocimiento profundo de lo que pasaba en nuestro país.
He podido comprobar que el interés estadounidense pasa siempre por brindar apoyo a los gobiernos de turno, pero también he visto administraciones en las que su atención se centra más en los problemas que afectan a nuestra democracia, causantes del flujo migratorio y la proliferación del narcotráfico, dos temas que preocupan en Washington.
En el año 2000, siendo director de Prensa Libre, asistí a un almuerzo con la embajadora Prudence Bushnell, quien tenía poco tiempo en Guatemala. Ella criticó a la prensa porque habíamos publicado que el entonces presidente, Alfonso Portillo, se conducía en un carro blindado, propiedad de su financista de campaña, Francisco Alvarado. Me extrañó su postura, sobre todo, porque suponía que las fuentes de la embajada le habían informado de la relación entre ambos.
Le respondí con una pregunta: ¿No sería noticia de primera plana del Washington Post o el New York Times, si su presidente volara en un avión de Bill Gates, en vez de utilizar el Air Force One? Le dije también que había muchos indicios de que aquel gobierno sería corrupto. No le gustó mi intervención y no tuve más contacto con ella, hasta que me invitó a un café pocos días antes de dejar el país. La razón de la invitación era para decirme: Usted tenía razón.
Esa fue una de las pocas veces en las que, quizás, la embajada no manejaba información profunda de la política y personajes chapines. Todos los demás ejemplos que recuerdo son, por el contrario, una muestra de que en el edificio de la Reforma se sabe el qué, quién, cuándo, por qué y cualquier otra duda en torno al acontecer nacional, incluso antes de que suceda.
Recuerdo que tuve un amigo con el que compartíamos el gusto por el softbol y el buen café, con quien conversábamos largamente. Así supe mucho antes de qué sucediera, que los altos jefes militarías darían golpe de Estado al general Efraín Ríos Montt. Sucedió con apenas 7 días de diferencia.
Ahora, viene la vicepresidenta
Cuento esto para mostrar que, antes de su visita a Guatemala a principios de junio, la vicepresidenta Kamala Harris tendrá un amplio informe de todo lo que encontrará en nuestro país. Conocerá en detalle las personalidades de quienes serán sus interlocutores, con sus fortalezas y debilidades.
Se puede decir que verá previamente una tomografía completa del presidente Alejandro Giammattei y su equipo de trabajo. Espero que no le pase como a la embajadora Bushnell y que sus informes le digan con claridad que la corrupción nos está destruyendo, que la impunidad es dramática. Ojalá tenga presente que el sistema político fracasado es el que nos corroe socialmente. Ella mejor que nadie, sabe que la justicia sin independencia no es justicia. ¡Y eso tenemos en Guatemala!
Sabrá también que, si el país no cambia de rumbo, más tarde o más temprano, tendremos un gobierno populista, autoritario, ya sea de izquierda o de derecha que, lejos de resolver los problemas existentes, los hará más graves, como sucedió en Nicaragua, Venezuela, Ecuador o Perú, para citar solamente algunos casos de nuestra región.
No se puede aplaudir una intervención extranjera abusiva, pero sí la ayuda que se pueda dirigir a fortalecer la democracia y contribuir a que los guatemaltecos podamos retomar nuestro camino hacia un desarrollo integral, con respeto y justicia.