ENFOQUE: Hacer las cosas a «trompatalega» no ayuda para bien…

En la lucha contra el covid-19 las cosas se han hecho tarde y mal, a veces a oscuras, con planificación inexistente. ¿El resultado? Lo que estamos viendo, y puede empeorar

Gonzalo Marroquín Godoy

Al empezar a escribir esta columna, me recordé de una expresión que repetía mucho mi papá, Oscar Marroquín Milla.  Él decía que las cosas hechas a trompatalegas no salen bien. La palabra se me grabó desde la niñez, pero nunca la hice de uso propio.  Hoy al pensar en el desmadre que se puede ver en todo lo que rodea a la pandemia, me vino a la mente esta palabra.

La busqué en el diccionario de la RAE y no aparece, pero siendo mi padre un tipo culto –de verdad–, me pareció raro.  Principié la búsqueda y la encontré en el Diccionario histórico de la Real Academia, porque evidentemente es una palabra que está en desuso.  Comprobé que cuando se utilizaba, tenía dos acepciones de su significado: a) abundancia –no encaja–; y b) irreflexivo, irracional o precipitado. 

A eso se refería mi viejo.  A las cosas que se hacen sin reflexionar y de manera irracional.  A él, evidentemente, eso le molestaba, por eso el uso constante de la palabra.  ¡A trompatalegas!  Así es como se ha venido haciendo la mayor parte de las cosas en medio de la crisis sanitaria por el covid-19.

Recordemos los hechos: se contrató a un buen número de médicos y empleados de salud para atender los hospitales especializados para atender la enfermedad, y pasaron meses sin que seles pagara, porque no se hicieron bien las cosas; el presidente Giammattei anunciaba medidas, y luego salían los funcionarios de salud aclarando o explicando, porque no se entendía.

Pero ha habido mucho más.  Se envía tarde al Congreso la Ley para la compra de vacunas y somos de los últimos en llegar al sistema Covax para adquirir vacunas; luego se compran bajo la mesa las Sputnik, y el contrato es tan chorreado, que hasta la fecha casi no se han recibido las dosis de las inyecciones rusas.

Se tenía que luchar contra un montón de teorías conspirativas que hay contra las vacunas para convencer a la población, y ni siquiera se ha visto una campaña de información inteligente y masiva.  Se acaban los medicamentos en los hospitales, y dicen que es por la gran demanda.  ¡Claro!… ¿Y no debieron anticiparse a ello? Así muchos ejemplos más.

El presidente es doctor, pero no ha ejercido la profesión y, sin duda, cuidar vidas no es su vocación.  Como bien escribió el doctor Edwin Asturias –exCoprecovid–, en una carta abierta al presidente Giammattei, él pudo comprobar que, en medio de la peor crisis sanitaria en más de un siglo, el gobernante mostró que su afán por mitigar la pandemia, se había mitigado o desviado

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Asturias le dice a Giammattei que sus aliados –él utilizó la palabra que yo repito constantemente cuando hablo de la nefasta alianza oficialista– intentaron influir adversamente en mis esfuerzos por conducir la lucha contra la pandemia. Mi padre le hubiera dicho a Asturias algo así: todo lo están haciendo a trompatalegas.

El colegio de Médicos le ha formulado un dramático llamado al presidente Giammattei.  Le advierten los profesionales de la medicina que no se están tomando las medidas necesarias para prevenir los contagios y le piden –entre otras cosas– que haga una campaña de comunicación efectiva, algo que cualquier asesor, medianamente bueno en este campo –¡Alooó, Poll Anria!–, le hubiera recomendado desde el principio de la crisis sanitaria.

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Lo malo es que todo se hace a trompatalegas en medio de la crisis y la población está pagando la improvisación o los platos rotos, por la inutilidad de las autoridades. 

Bien haría la Real Academia con desempolvar esta palabra y volver a ponerla en el diccionario, porque se podría aplicar en muchos países latinoamericanos ante la labor que vienen realizando los gobiernos.  En nuestro caso, lo peor es que las cosas no solo se hacen a trompatalegas en Salud, sino prácticamente en toda la administración pública.