ENFOQUE: No reconocer los HECHOS, puede llevar al desastre

Las personas pueden convencer y las redes sociales atemorizar o enseñorear, pero los hechos, presentan realidades.  Nos gusten o no.

Gonzalo Marroquín Godoy

Se viven días complicados en el país.  Para donde se mire hay crisis, problemas, confrontación, malestar o frustración.  La clase política –entendiendo esta como el grupo que ostenta el poder– se ha encargado de terminar con la institucionalidad, sin dar solución alguna a los graves problemas que nos afectan.

Por más que el presidente Giammattei no quiera reconocerlo, estamos en medio de una crisis política con implicaciones internas e internacionales, producto de los desmanes que la alianza oficialista ha tenido para tomar el control absoluto del sistema de justicia, un plan macabro para asegurar la impunidad en el país de la eterna corrupción.

El pasado lunes, el mandatario quiso minimizar la fuerza de una creciente oposición que ha brotado hacia su gestión, y dijo que, unos pocos –a los que además calificó de no trabajar ni producir–, son los que no se dan cuenta de sus logros y de todo el trabajo que realiza.

La verdad, basada en hechos, es diferente. Lo que quizás no toma en cuenta Giammattei es que, quienes salieron a protestar para el #ParaNacional29J –que no fueron pocos–, no son los únicos que están molestos y frustrados con su administración. 

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Muchos no lo hicieron porque creen que son manifestaciones con tinte ideológico, otros porque no les gusta ese tipo de protestas. Algunos aún ven con indiferencia la corrupción y la incapacidad de las autoridades para hacer bien las cosas, mientras que son pocos los que, a estas alturas de la gestión gubernamental, creen que todo marcha sobre ruedas.

En las redes sociales hay un poco de todo, pero el malestar que se expresa es auténtico, mientras que la defensa, el elogio y la desinformación corren por cuenta de los netcenter que maneja la alianza oficialista y no representan un sentir real.

La encuestadora mexicana Mitofsky –reconocida a nivel latinoamericano–, midió en marzo, antes de esta crisis, la popularidad de los presidentes de la región.  Giammattei obtiene apenas la aprobación del 27% de la población, mientras el salvadoreño Bukele alcanza una aprobación del 87%, sobre todo, por su gestión de la pandemia

Otro hecho es la carta del doctor Edwin Asturias, la que describe su frustración por intentar combatir la pandemia, mientras el presidente se desentendía, del tema.  Dicho por alguien que fue neutral, pero se cansó de ver al país a la deriva y se atreve a pedirle la renuncia.

Más hechos: las frases tajantes de la comunidad internacional: no confiamos en el Ministerio Público.

Ya dije que la fiscal general, Consuelo Porras, se vuelve un bulto incómodo para Giammattei, pero ni siquiera de esto se da cuenta el mandatario. Buscar la forma de salir de ella, daría al menos un respiro en medio de la crisis y mostraría algo de voluntad de superar el momento, aunque no es suficiente.

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En sendos videos que ahora circulan –hechos–, el entonces candidato Giammattei les exige a Otto Pérez y Jimmy Morales que renuncien por dignidad y muchas razones mas, para permitir que el país tenga alguna oportunidad mejor.

Sus palabras y términos encajan para repetirlos ahora, pero en su contra. Hechos: la vacunación ha sido un fracaso y la compra de las Sputnik oscura; la lucha contra los contagios mal administrada; la corrupción sigue galopante; su alianza oficialista promueve impunidad.

Estados Unidos no rompe por intereses geopolíticos, pero Giammattei se ha vuelto vecino incómodo. La migración continúa, el narco también, la desnutrición infantil ni se combate y no hay índice de desarrollo humano en el que estemos en vías de mejorar.

El apoyo a Sandoval de parte de Washington es muy fuerte. ¿También los gringos están equivocados?

No hay problema que se resuelva si antes no se acepta su existencia. Si no se reconocen los hechos, solo podemos esperar seguir de mal en peor.