¿Podemos hablar de felicidad bajo las circunstancias que nos rodean? ¡Claro que sí! La felicidad es algo que se lleva por dentro, aún en la adversidad.
Gonzalo Marroquín Godoy
La Nochebuena ha sido siempre una de mis fechas favoritas por las reuniones familiares. En nuestra casa de patojos, diciembre era un mes especial. Mi inolvidable mamá se dedicaba de lleno a preparar el ambiente para que tuviéramos una celebración feliz, y vaya si lo lograba. El árbol, el nacimiento, cohetes y silbadores, algún regalo, y tamales, todo sumado a la fregadera entre los diez hermanos y amigos, eran cada año un paquete de felicidad. Todo eso brota en estas fechas de mi baúl de los recuerdos.
Más de alguna vez se dieron incidentes desagradables, pero eso no nos robaba la felicidad. Con el paso de los años, empecé a vivir las navidades con mi propia familia. Seguramente mi mamá sembró buena semilla, porque estas fechas siguen siendo algo especial. Es una mezcla de un entorno espiritual –celebrar el nacimiento de Jesús–, con la alegría de compartir en familia. Este año no es como antes, porque debemos limitar las celebraciones, pero aún así, será seguramente un momento muy especial, en medio de todas las vicisitudes que nos ha traído el 2020, a unos más que a otros.
Pero nadie ha dicho que la vida sea fácil y este año menos. Todos hemos tenido días tristes, hasta con lágrimas, pero en esta Nochebuena podemos tener un buen trozo de felicidad, atesorar en nuestro corazón ese momento y recordar las cosas lindas, especiales, que seguramente también se han dado. Tenemos la vida, mantenemos la esperanza y no se ha perdido la belleza de compartir con nuestros seres queridos. ¿Qué más se necesita para tener una ¡¡¡Feliz Navidad!!!?
¡Qué nada te robe la felicidad! Una frase de mi mamá cuando surgía alguna complicación. Claro, hay momentos en que eso parece imposible, pues, efectivamente, las circunstancias en un tiempo determinado parecen arrebatarnos la felicidad. Es entonces cuando hay que echar mano del baúl de los recuerdos, y de una visión de 360 grados, para ver a nuestro alrededor y valorar todas las cosas bellas que nos rodean. La vida continúa y la felicidad tiene una potencia inmensa para brotar una y otra vez.
A veces, una vida se va, pero al poco tiempo otra llega. Es la ley de la vida. Pablo, el apóstol, dijo en una de sus epístolas que para tener felicidad se necesitan ciertas cualidades: amor, alegría y paz; magnanimidad, afabilidad, bondad, confianza, mansedumbre y temperancia.
Revisemos todas esas cualidades en nuestra vida y veamos cuáles tenemos, cuan débiles o fuerte son, y cuáles nos faltan. Nadie es perfecto, como tampoco es perfecta la felicidad, porque depende de muchos factores.
El 2020 ha sido un año que nos ha atropellado de distintas maneras, pero no puede –ni debe– ser capaz de arrebatarnos la felicidad. Nos ha preocupado, golpeado y debilitado, pero eso no debe servir más que para hacernos fuertes, para enfrentar lo que está por venir con mayor determinación y hacer florecer un mejor 2021 del que se pronostica.
Bueno, han sido algunas reflexiones que he querido compartir con mis lectores en esta fecha. Ahora me siento más tranquilo deseando ¡¡¡Feliz Navidad!!!, a quienes han compartido conmigo durante el año estas columnas, con las que pretendo llevar mi visión, análisis y ENFOQUE del acontecer nacional e internacional… y ahora personal. De nuevo ¡¡¡Feliz Navidad!!! Que ese mensaje de amor, paz y esperanza que trajo Jesús hace más de dos mil años, lo sienta cada quién en su corazón esta Navidad.