ENFOQUE: El Estado fallido estrangula y no permite avanzar

Las marufias, cochinadas, e incapacidad de las autoridades se acumulan y cada vez sus efectos son mas sensibles y generalizados; no hay ni la menor muestra de buena voluntad.

Gonzalo Marroquín Godoy

¿A dónde puede ir el país con un estado fallido como el nuestro? El covid-19 se esparce por el país, los hospitales no dan abasto, los pacientes tirados en el suelo y las muertes aumentan, ante la mirada indiferente de las autoridades.  Esa es la punta de un iceberg que sumergido, tiene corrupción, incapacidad y un marco de impunidad que aterra.

Aunque aparentemente ha bajado la presión del movimiento popular que pide las cabezas del presidente Alejandro Giammattei y la fiscal general Consuelo Porras, no quiere decir que el malestar ha disminuido.  Al contrario, la frustración y hasta repugnancia por todo lo que está sucediendo, va en aumento y las protestas brotarán en cualquier momento.

Claro, porque la porquería emerge por todos lados en ese estado fallido. Hay cabezas que debiesen caer, para demostrar –mínimamente–, que las cosas van a cambiar.  elPeriódico destapa cualquier cantidad de escándalos de corrupción, lo que supone que la fiscal Porras, convertida en la tapadera de la alianza oficialista, tiene mucho trabajo para impedir que las investigaciones se inicien o avancen, porque a ese bajo nivel ha caído.

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La fiscal Porras detenido la investigación de los magistrados falsificadores del TSE. Tuvo que ser la propia Universidad Da Vinci (UDV), la que desvelara que Ranulfo Rojas –actual presidente del TSE–, y Marco Cornejo –suplente–, no solo presentaron títulos falsos para ser postulados a los cargos de magistrados, sino que llegaron al extremo de simular un acto de graduación, todo, en contubernio con el decano de derecho de dicha universidad, Juan Carlos Rodil Quintana.

Pero ese ya solo es un caso más.  Se publica que se construye una carretera para facilitar el acceso del presidente a su nido de descanso en las faldas del volcán de Agua, y pocos se inmutan. El Congreso se pinta de cuerpo completo al juramentar de manera exprés a Néstor Vásquez y Claudia Paniagua, impugnados como candidatos a la CC por el CANG, mientras se niegan a juramentar a Gloria Porras, por el hecho de no ser parte de la nefasta alianza oficialista.

Y qué decir de todo lo que tiene que ver con los rusos.  La palabra rusos, se ha vuelto sinónimo de corruptela.  Nos ha costado vidas y más la compra de las vacunas Sputnik V, uno de los negocios más turbios e indignos –por el efecto que tiene en el avance de la pandemia–, pero ahora aflora que, tras la misteriosa visita de otros rusos al propio presidente en su casa –con dinero o sin dinero, como dice la canción–, se les allana el camino para que hagan negocios con la portuaria, para luego explotar mejor el tema de la minería. ¿Casualidad o negocio turbio?

Si nuestra institucionalidad no hubiera provocado ese estado fallido, y fuéramos una democracia seria, ya habríamos visto rodar varias cabezas por corrupción, falsificaciones, incapacidad, inmoralidad: el ministro de las fotos con mujeres semidesnudas, Raúl Romero (Desarrollo), por supuesto la ministra de Salud, Amelia Flores, los dos magistrados del TSE, la fiscal Porras y los señalados ministros Gendri Reyes (Gobernación) y Alberto Pimientel (Energía), p Para recuperar un mínimo de credibilidad.

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En una democracia seria, el presidente los habría echado y, en el caso de la fiscal Porras, le hubiera pedido públicamente que renunciara.  Pero Giammattei también sabe que, en una democracia seria, él mismo sería objeto de investigaciones por varios de los casos que se han destapado en su contra y por eso, no mueve a sus piezas cercanas, porque se puede desencadenar un efecto dominó, que le alcance.

Así, hay que entender que la pieza clave de todo el entramado de la alianza oficialista para mantener la impunidad, es la tapadera Porras.

Por ahora, la pandemia ayuda al gobernante por ser la principal preocupación de la población, pero también puede ser el siguiente disparador para otro estallido de protesta, de seguir como vamos con la desatención de la misma y el efecto que tiene la falta de prevención, además de permitir que, hasta en esta crisis, haya corrupción.

Lástima que el presidente no oiga, porque su situación se puede volver precaria por no poner atención y aceptar que va por un derrotero equivocado… ¡y mucho!