ENFOQUE: Contra corrupción e impunidad, prensa y ciudadanía…

–Pero prensa independiente, por supuesto–. Recordar que la corrupción mata y no tiene ideología.

Hay que destacar el momento que vive el hemisferio. En casi todos los países de América se han destapado casos de corrupción y, en algunos casos, han estallado auténticos escándalos que alcanzan a gobernantes, ex gobernantes, altos funcionarios y empresarios como son los casos de Guatemala, Brasil, Perú, Panamá, Colombia, Argentina y Ecuador, para citar solamente algunos.

Ante esa triste realidad continental, es de aplaudir que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organizara una jornada para debatir el rol de la prensa en la lucha contra la corrupción y la impunidad, una actividad que permitió escuchar valiosas opiniones desde distintos ángulos, sobre lo que sucede en ese mundo en el que la clase política muestra como ha perdido la perspectiva de la realidad y cae en la tentación del enriquecimiento a costa del Estado, con el efecto devastador en la población más necesitada.

El peruano José Ugaz, presidente de Transparencia Internacional, ofreció una conferencia magistral sobre los efectos de la corrupción, particularmente en Latinoamérica; sentenció el tema con una frase contundente: ¡la corrupción mata, la corrupción asesina!.

Y claro, mencionó ejemplos para respaldar lo aseverado: quienes mueren en hospitales públicos por falta de atención adecuada –¿nos suena conocido?–, los niños que fallecen por desnutrición crónica –¿y esto?–, la falta de oportunidades que lleva a jóvenes a delinquir y crecen entre la vida y la muerte –¿nuestro caso?–, etcétera y etcétera. ¡Claro que mata!.

También mostró cifras escalofriantes que muestran que con el dinero que se pierde por corrupción en el mundo, se podrían atender los gigantes males sociales de la humanidad –pobreza, hambre, salud y educación–. Patético.

Luego llegó el turno del comisionado de la CICIG, Iván Velázquez, quien explicó como, para que exista tanta corrupción, debe prevalecer un marco de impunidad, y así se han diseñado algunos estados. Él se concentró, por supuesto, en los casos que conoce: Guatemala y su Colombia natal. En ambos países –dijo– la impunidad alcanza al 97%. ¿Quién con tanta impunidad no se sentirá más cómodo a la hora de delinquir?.

En su exposición, Velásquez, a quien muchos en Guatemala tratan de encasillar como alguien de izquierda, hizo énfasis en que la corrupción –lo mismo que la lucha contra ella–, no tiene ideología. Esto es imposible de rebatir. Tanto gobiernos y políticos de derecha, como de izquierda, suelen caer igualmente en la tentación.

Fujimori, Martinelli y Otto Pérez, son ejemplo de gobiernos de derecha marcados por la corrupción, pero lo mismo ha sucedido con Correa, Ortega, Kirchner, y los chavistas. No son corruptos por ideología, sino por actitud y voracidad.

Otro aspecto relevante en estas exposiciones, como en otras que se dieron en esa jornada, es que hay un binomio importante que debe existir y ser aliado de los entes que luchan contra la corrupción y la impunidad: prensa independiente y ciudadanía. La primera, para denunciar e informar sobre hechos de corrupción, y la segunda, exigir y promover que haya castigo para los responsables.

Yo mencioné en una breve intervención que la clase política en Guatemala ha venido construyendo un muro igual de perverso que el que pretende levantar Donald Trump en la frontera con México, pero este un Muro de la Impunidad. Ese es el que se debe destruir golpe a golpe, pero no es fácil, y se necesita una combinación de fuerzas: la parte investigativa –en nuestro caso MP y CICIG–, esa fuerza ciudadana que se vio en 2015, y una prensa independiente vigorosa. Y ¡ojo!, aun así, la tarea es complicada.