LA PÁGINA DE FRANCO: Lecciones de los mayas

Francisco J. Sandoval

Los observadores de los fenómenos sociales sigue asombrados de que los indígenas de Guatemala, etnias muchas veces relegadas y consideradas ignorantes, hayan sido pieza clave en el movimiento anticorrupción que se dio a lo largo del año 2023. Ya solo por eso tal año será histórico. Como parte de la movilización ciudadana contra el mal gobierno se logró que se respetara el resultado de dos contiendas electorales. Se derrumbó así el proyecto que hacía del Estado una vaca que los pícaros ordeñan a su favor mientras están en el ejercicio del poder.

Como muchos otros, apoyé ese movimiento de rebeldía, particularmente el que se plantó frente al Ministerio Público, antesala de xibalbá en el imaginario nacional. Sigo aplaudiendo ese gesto que poco a poco se transformará en lección. Lección de paciencia, de humilde rebelión ante un sistema corrupto, de resistencia durante más de cien días, de consulta permanente, de solidaridad entre etnias, estudiantes y empresarios decentes. Ese tipo de rebeldías, denigradas en su momento, se vuelven gestas heroicas en los cuadernos que los escolares leerán en el futuro.

Tengo treinta años de estar estudiando la civilización maya desde diversas perspectivas, sobre todo la antropología cultural y la filosofía. Con ahínco me he sumergido en la invisible realidad de diversas poblaciones, sobre todo San Mateo Ixtatán (chuj de Huehuetenango) y San Juan la Laguna (zutujiles de Sololá);  he leído infinidad libros de arqueólogos norteamericanos; he participado en conferencias, cursos y simposios; he visitado una docena de sitios arqueológicos, los museos de Guatemala, Inglaterra (tres veces el British Museum). Pero sobre todo he estado reflexionando sobre los alcances que como cultura civilizatoria tuvieron los mayas en los momentos de mayor esplendor (años 250-900). Durante veinte años me he formulado esta pregunta: En pleno siglo XXI, ¿qué podemos aprender de esa gran civilización?


Esta es la portada del libro de Franco Sandoval que pronto saldrá a la venta en España y luego en el continente americano bajo el tsítulo «Lecciones de los mayas para el siglo XXI».


Fruto de mi paciente inquietud surge este año Lecciones de los mayas para el siglo XXI, libro que estos días publica en España el sello editorial Literatura Abierta y en breve la Tipografía Nacional de Guatemala. Se trata de lecciones muy distintas a las que se estudian en la escuela y la universidad. No es un libro de superación personal, por supuesto. Algunos que conocen mi trabajo y han leído el libro de Yuval Harari 21 Lecciones para el siglo XXI me preguntan si imito a ese historiador y ensayista israelí. A todos les informo que no, que mi título viene de muy antes de la publicación de este trabajo el año 2015. Amigos y colegas como Daniel Matul pueden dar fe de ello. Sí me he visto estilísticamente influido por el estilo narrativo del recién publicado El infinito en un junco, excelente ensayo de Irene Vallejo.

Como si se tratara de un aperitivo, sintetizo aquí un par de las lecciones de los mayas del período clásico todavía más o menos vigentes. El consejo es una práctica de intercambiar ideas —a veces entre bromas y sonrisas— sobre asuntos serios o pequeñas dudas. Se evidencia cuando observamos un grupo en una “eterna” conversación entre preguntas, comentarios y digresiones. Ojalá esta “institución” se vuelva un sello de la convivencia nacional. Otro ejemplar asunto es la noción ecológica de que los seres humanos somos parte de la naturaleza. La profundidad de esta idea se capta mejor a través del nagual, como quien dice un hermano espiritual que cada quien tiene entre las criaturas naturales. Simplificando la idea, esto significa que los seres que habitan la naturaleza  (un colibrí, una rana o una iguana) son nuestros primos o hermanos. Esto va más allá que la simple idea de no tirar plásticos en la calle.

Salto mil detalles y asuntos de mi libro sobre tales lecciones y llego al corazón del planteamiento: los mayas tuvieron un concepto muy distinto y ejemplar de la vida, del sentido que tiene ser habitantes del planeta. Se respondieron de manera muy distinta qué es la vida social y la convivencia humana, la relación de los humanos con eso que llamamos “naturaleza”.

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