Dioses budistas junto al Che, Beckham y Mickey en Tailandia

En un templo de Bangkok, las deidades budistas se mezclan con estatuas del Che Guevara, Mickey Mouse, David Beckham y Superman, un enfoque de la religión más lúdico con el objetivo de atraer al máximo de visitantes.

El Wat Priwat Ratchasongkram está lleno de coloridas esculturas en mosaico de superhéroes que se mezclan con David Beckham, la exestrella inglesa del fútbol que sostiene un inmenso Buda, o con el Che Guevara, con su puro en la mano, y Albert Einstein.

Pero también es un verdadero lugar de culto con numerosas deidades budistas.

Único en el reino

El hecho de que haya esculturas de todos estos personajes «no es, sin embargo, contrario al budismo», estima Lakkana Cherlpichit, un empresario de 53 años que visita el templo.

Este edificio único en el reino «podría atraer también a los turistas extranjeros» una vez que el país, cuyo acceso está muy limitado por la pandemia de nuevo coronavirus, vuelva a abrir, estima.

En Tailandia, el budismo es practicado por el 95% de la población y rige muchos aspectos de la vida diaria.

El país cuenta con unos 40,000 templos y algunos, de hecho, se permiten todo tipo de fantasías.

En Nakhon Pathom, a aproximadamente una hora de Bangkok, el antiguo abad mandó a edificar en los años 1990 una torre rosa de 80 metros alrededor de la cual se enrolla en espiral un enorme dragón. El edificio simboliza los 16 niveles del paraíso en la mitología budista.

Infierno

El templo de Saen Suk, al sur de la capital, es por el contrario una representación del infierno; o Naraka, con decenas de esculturas que representan el martirio de los pecadores.

Estos últimos están encadenados y llevados ante Phaya Yam, el dios de la muerte, que les condena a diferentes castigos, según los errores cometidos. A algunos le devoran las entrañas unos cuervos, otros son obligados a escalar árboles cubiertos de espinas, tras cometer un adulterio, y tienen las manos ensangrentadas.

«Creo en algunas de las cosas aquí descritas», asegura Suchart Klaoteaw, un vendedor de calle que suele acudir a este templo. «Estas esculturas me motivan a vivir de otra manera», sostiene.