Cuando los hijos se van

Especial del Día de las Madres

Desde que nacemos hasta que morimos atravesamos diferentes etapas, en cada una se tiene un crecimiento físico, cognoscitivo, social y emocional. La adolescencia es uno de estos períodos de transición que comienza, según la Organización Mundial de la Salud, a los 10 años y termina cuando se empieza a ser adulto, a los 19 años.

La adolescencia, contrario a lo que se ha creído, es una etapa maravillosa en la que los hijos empiezan a tener, además de cambios físicos mayores, competencias cognitivas y sociales que van reforzando su autoestima y, sobre todo, su autonomía. Mientras más apoyo y mejor relación tengan con sus padres o adultos cercanos, más saludable será su desarrollo.

Durante la adolescencia, con toda seguridad, aparecerá la búsqueda de la identidad que le permitirá definir quién es y hacia dónde va. Dar respuestas a preguntas sobre sí mismo lo llevará a querer independizarse de sus padres y formar su propio hogar, o buscar su realización profesional lejos de casa. Y, a pesar de que esto tiende a suceder generalmente en la adultez, es en la adolescencia cuando los padres sienten más esa separación.

La confianza en la propia autosuficiencia será la que haga que un joven desee volar del nido, por lo tanto, cuando uno de sus hijos dé señales de querer alejarse de casa, por motivos de estudio o porque va a formar un hogar, siéntase feliz y satisfecha, pues seguramente usted contribuyó a que se sintiera seguro de poder enfrentar el mundo y la vida que ha elegido tener. Sin los valores, principios y bases necesarias que recibió en su hogar, no podría hacerlo.

Cuando se les permite alejarse del hogar, se contribuye a cerrar un ciclo en la vida de los hijos y se empieza una nueva etapa y; aunque para los jóvenes esta es una época llena de emociones y alegrías, los padres experimentan sentimientos poco agradables como la tristeza, soledad, ansiedad, melancolía y hasta irritabilidad. Todos estos sentimientos son conocidos como el síndrome del nido vacío, el cual, por diversas razones, es más común en las madres que en los padres.

Estos sentimientos, especialmente la soledad, podrían variar en cuanto a intensidad si el hijo que se va es único, si la madre es soltera, o si la madre se ha dedicado por completo a su labor en la casa. Aunque hay factores que hacen la diferencia, estos sentimientos serán inevitables, a menos que no se tenga hijos. En ocasiones, las manifestaciones de este síndrome pueden ser tan agudas que la madre puede creer que vive una gran pérdida y esto puede empezar a enfermarla tanto física como emocionalmente.

Si en la mayoría de los hogares el síndrome de nido vacío es un suceso inevitable, ¿qué pueden hacer las madres para enfrentarlo de una mejor manera?

Lo primero que debe hacer es aceptar que esto sucederá y que la vida la irá preparando para este momento. Si sus hijos están lejos de abandonar el nido, debe saber que el proceso de independencia no se dará cuando ellos se vayan de casa, comenzará desde que son muy pequeños, tan pequeños como cuando empiezan a caminar y ya no desean que se les tome de la mano. Posteriormente, dejarán de buscarla para contarle todas sus vivencias del día, porque aumentará su comunicación con niños de su edad, y, conforme crezcan, empezarán a relacionarse de manera más íntima con miembros del sexo opuesto y eso le hará ser más reservado y guardar más su distancia, pero, no se asuste, todos son signos de su crecimiento y necesaria individuación.

Sin embargo, si sus hijos todavía están lejos de irse de casa y usted cree que cuando suceda este momento no lo podrá enfrentar, tenga cuidado, esto es un síntoma que nos dice que su único proyecto de vida es su papel de madre, lo cual pronostica un mal enfrentamiento del síndrome del nido vacío.

Se debe reconocer que cuando los hijos salen de la adolescencia e inician la etapa de la adultez, no necesariamente tendrán la madurez requerida para una vida totalmente independiente; sin embargo, es una realidad que los padres dejan de ser tan necesarios y es por esa razón que esta etapa suele ser más difícil.

Si todavía tiene la oportunidad de prepararse para el momento en que sus hijos dejen el nido, recuerde que usted no debe tener un solo proyecto de vida; además de ser madre, es o puede ser muchas cosas más. Esto hará que no solo sus hijos le den sentido a su vida y así, cuando ellos partan, usted tendrá otras actividades que hacer y de las cuales disfrutar.

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Si su hijo ya no vive en casa, ¿cómo puede saber si está viviendo el síndrome del nido vacío?

Seguramente usted sentirá, tristeza, ganas de llorar, melancolía, tendrá una sensación de soledad y vacío; sentirá que se aburre y que no tiene nada que hacer. Podrá tener explosiones de llanto o pensar que la abandonaron. Visitará con más frecuencia su habitación y observará sus cosas, buscará y se entretendrá viendo fotos o recuerdos de cuando él o ella eran pequeños, lo cual hará que aumente su tristeza. Estos síntomas podrá vivirlos inmediatamente a su partida o, en ocasiones,  hasta un mes después. Antes no se viven con tanta intensidad por los preparativos previos que conlleva buscar el lugar de estudio, la boda o la nueva vivienda, según sea el caso de su hijo.

Es muy importante que estos sentimientos no estén asociados a ningún otro tipo de problema emocional o de salud y es necesario tomar en cuenta que si los síntomas se prolongan y causan una interferencia significativa en su vida, usted deberá buscar ayuda profesional para un mejor manejo y prevención de otros trastornos.

Si usted está viviendo el síndrome del nido vacío, ¿qué debe hacer para poder afrontar esa separación?

-No le haga reclamos que lo hagan sentir culpable de sus sentimientos de tristeza.

-Recuerde constantemente que no dejó de ser mamá, solamente cambiaron sus funciones.

-Tener otros proyectos, convivir más con su pareja, iniciar nuevos estudios, leer, hacer manualidades, repostería, viajar, hacer más ejercicio, aprender cosas nuevas, retomar su vida social, dedicarse a  algún proyecto de labor social, entre otros, la mantendrá sintiéndose útil.

-Si empieza a hacer realidad uno de estos proyectos, seguramente la tristeza se irá más rápido o será mejor enfrentada.

-Debe buscar otros proyectos propios, que seguramente encontrará si recuerda todo lo que quería hacer cuando tenía a sus hijos pequeños y no tenía tiempo.

-Si está casada, esta será una oportunidad para estrechar la relación con su esposo, haciendo actividades juntos.

-Rétese a cumplir metas que no pudo hacer antes.

-Frecuente grupos sociales, de amistades, de estudio o religiosos, le permitirá combatir la soledad.

-Proponga a su hijo que tengan un día especial para llegar, solo o con su familia, a pasar tiempo con usted. Recuerde que verlo será su necesidad, por lo que es recomendable que sea usted quien, sin presiones, ofrezca posibilidades; no espere a que se lo pidan.

-Si su hijo vive muy lejos, establezcan cómo se comunicarán, de manera que no sea usted quien imponga las condiciones.

Lo más importante, no olvide que las madres que educan a sus hijos para permitirles crecer y volar, son madres que los ayudan a desarrollar sus potencialidades y si ellos se van de casa, es porque usted, seguramente, ya cumplió con el objetivo primordial que deberían tener todas las madres, educarlos en amor y libertad, y lo hizo tan bien, que ya lo pueden hacer solos.