Un año con coronavirus: Consecuencias de la pandemia del COVID-19 en las desigualdades sociales

“El presidente de la República, Alejandro Giammattei, confirmó el primer caso de la enfermedad de coronavirus COVID-19. El paciente está bajo vigilancia y cuidados de las autoridades sanitarias”, aseguró el mandatario. Hoy hace un año esta noticia estremeció al país y aunque se pensó que en estos días estaríamos en una “normalidad”, lo cierto es que el número contagios sigue en aumento constante y exponencial. Según el tablero del Covid-19 del Ministerio de Salud y Asistencia Social, los casos positivos suman 181,143, los recuperados 166,923 y los fallecidos 6, 531.

Aunque no se sabe cuándo las olas de contagio terminen, lo cierto es que la reactivación económica ya se dio, pero los efectos del cierre, según estimaciones Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), se reflejarán en el aumento de la pobreza y la pobreza extrema, la que se incrementará en los 340 municipios del país.

Aquel 13 de marzo

El primer caso en ser detectado fue el de un joven originario de Quiché que había retornado de Europa. “El paciente es un joven de 27 años que regresó el 12 de marzo al país después de un viaje desde Madrid con escala en Bogotá y San Salvador«, dijo Giammattei en su mensaje a la nación aquel 13 de marzo, cuando el reloj marcaba unos minutos después de las 18 horas.

La confirmación fue ese día, pero las medidas ya se habían tomado. El 9 de marzo el Gobierno decretó estado de calamidad como medida para limitar la realización de concentraciones masivas, mítines o reuniones con más de 150 personas sin haber notificado al Ministerio de Salud sobre el tipo de evento a realizar, el lugar, la fecha y hora, la cantidad de participantes y el objetivo del evento.

Prohibido el ingreso a…

El 12 de marzo, se anunció que quedaba prohibido el ingreso de salvadoreños por vía aérea, marítima o terrestre al país. A esta norma se fueron sumando países europeos, así como Irán, China y Corea del Sur, medida que después se expandió para Estados Unidos y Canadá.

El 15 de marzo se detectó el segundo caso; ciudadano que llegó de Madrid, y ese mismo día se cancelaron todos los eventos públicos y aglomeraciones, pero también se ordenó el cierre de escuelas y universidades públicas y privadas por al menos tres semanas.

De esa cuenta entró en vigor un toque de queda desde las cuatro de la tarde y cuatro de la madrugada para detener el contagio; aquellos que lo violaron fueron penalizados.

Un mes más tarde, nuestro país todavía era uno con menos casos. El 7 de abril, por ejemplo, solo había 70 positivos. En el mundo todavía elogiaba las medidas tomadas por el Gobierno. Parecía que Guatemala estaba ganando la batalla de “aplanar la curva” de contagios de la que tanto se hablaba diariamente, pero la Covid-19 ha sido implacable.

Más que una crisis de salud, la pandemia a afectado la economía y su impacto está incrementando los niveles de pobreza y desigualdad.

Paralización económica

Las medidas de mitigación tomadas para reducir la velocidad de contagio y evitar un colapso en los sistemas de salud, generaron la paralización de las actividades económicas a todo nivel.

“Los efectos de este virus han sido tan significativos que se ha convertido en el peor deterioro económico desde la  época  del  conflicto  armado  interno,  período  en  el  que  el  país  experimentó terremotos,  huracanes  y  fuerte  conflictividad  social», según el documento Guatemala: la crisis del Covid–19 y su impacto sobre la agenda ODS y el cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo, elaborado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) y liderado por Jonathan Menkos Zeissig.

De acuerdo a este trabajo, “el  panorama socioeconómico del país,   atendiendo   a   la   caída   de   la producción, la consecuente pérdida de empleos y los devastadores efectos sobre el bienestar de la población, que han sido resultado de la pandemia del Covid–19, refleja el estado de vulnerabilidad estructural al cual se exponen permanentemente los hogares guatemaltecos y que, sin el apropiado diseño de planes basados en metas  de  largo  plazo,  y  que  se  implementen  como  parte  de  políticas  de  Estado dirigidas a reducir la vulnerabilidad de los pobladores y una mayor construcción de equidad,  se vislumbra más preocupante”.

Pobreza y pobreza extrema

Debido a la contracción de la actividad económica, y según Icefi, se estima que los niveles de la pobreza presentarán un retroceso mínimo de dos puntos porcentuales, pasando del 59.3% (Encovi2014) a cerca del 61.3%de la población.

En forma más dramática, la pobreza extrema, podría experimentar un aumento cercano a 2.6 puntos porcentuales, pasando de 23.4% (Encovi 2014) a 26.0% de la población del país. Así, se estima que la cantidad de personas que se sumaría a enfrentar una situación de pobreza sería de aproximadamente 292,000 personas, mientras que para el caso de la pobreza extrema sería de alrededor de 98,000 personas.

Regiones

Las estimaciones del Icefi advierten que, a nivel territorial, la pobreza se incrementaría en los 340 municipios del país, siendo el área central del país la más afectada.

La pobreza extrema se observarán en las regiones sur, occidente y central del país, aunque se manifestará en todo el territorio nacional; de esa forma, los 10 municipios más afectados en términos absolutos serían: Chichicastenango con 4,169 personas más en condiciones de pobreza extrema, San Pedro Carchá (3,696), Totonicapán (2,913); Momostenango (2,310), Jalapa (2,202), Ixcán (2,046), Jutiapa (1,981), San Francisco el Alto (1,962) Sololá (1,942), y Cobán (1,931).

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