Tras el Brexit, el artista Cold War Steve prosigue su batalla

¿Se acabó el Brexit? No para Cold War Steve. Armado con un ordenador portátil en su modesta casita de ladrillo rojo de un suburbio semirresidencial de Birmingham, este artista británico prosigue la resistencia con sus collages distópicos y satíricos.

Desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea el 31 de enero, «recibo muchos mensajes diciendo ‘se acabó’, ‘estás perdido’, ‘pasa página'», explica. Pero «no, no voy a pasar a otra cosa», asegura a la AFP este artista plástico de 44 años, cuyo verdadero nombre es Christopher Spencer.

Dice tener en el punto de mira el «populismo» y las «mentiras» del gobierno conservador de Boris Johnson, porque aunque el Reino Unido haya dado la espalda a Bruselas, tras más de tres años de psicodrama, los mecanismos que lo hicieron posible siguen ahí.

Así, sobre una simple mesa cubierta con un mantel plastificado, en una salita enmoquetada y llena de cachivaches, en Sutton Coldfield, en el centro de Inglaterra, Cold War Steve sigue trabajando en Photoshop los collages que le dieron notoriedad en Twitter y una sólida reputación antibrexit. 

«Idiotas»

En un montaje difundido antes del «día B», modificó una foto de los eurodiputados del eurófobo Partido del Brexit, incluido su líder Nigel Farage, enarbolando una bandera británica en su último día en el Parlamento Europeo.

Están en el fondo de un agujero, en un callejón asfaltado, entre un Boris Johnson barrigudo apalancado en un banco y un culón Donald Trump. Para Cold War Steve, los dos dirigentes están hechos con el mismo molde. 

En el fondo, una montaña de bolsas de basura recuerda el «invierno del descontento» cuando, en 1978-79, unas huelgas muy duras contra el control de salarios propuesto por el gobierno laborista provocaron la llegada al poder de Margaret Thatcher.

«Solo quería que pareciesen idiotas», dice el artista, que prepara sus obras hasta altas horas de la noche, cuando su mujer y sus hijos están durmiendo. 

Sus escenas imaginarias tienen a menudo lugar en un decorado típicamente británico que denuncia una visión anticuada del país. Son esos «pretendidos días de gloria» con personajes que se apoyan en «los vestigios del Imperio» y «la idea falsa de que el Reino Unido era autosuficiente y lo sigue siendo». 

Fiel al lado absurdo del humor británico, la reina Isabel II y los políticos o empresarios locales siempre aparecen junto a un personaje recurrente, que se ha convertido en la firma del artista: Steve McFadden, actor estrella de la exitosa serie de televisión «East Enders», que simboliza al británico de a pie, observador «desconcertado» o «decepcionado».

«Bueno para los negocios»

Aunque aborrece el Brexit, Cold War Steve también le debe su éxito e incluso su salvación.

Agente de libertad condicional, pasó por varios trabajos tras realizar estudios de arte que no pudo proseguir en la universidad. 

En 2006 empezó a elaborar pequeños fotomontajes en su teléfono móvil para matar el tiempo en el autobús que le llevaba al trabajo y, sobre todo, para escapar al alcoholismo y la depresión. 

Al principio eran simplemente incongruentes y sumergían a Steve McFadden en plena guerra fría, de ahí el nombre del artista.

Pero el 23 de junio de 2016, los británicos votaron al 52% a favor del Brexit. «Fue devastador», recuerda.

Entonces, canalizó su ira con estas creaciones, como una especie de terapia.

Rápidamente le llegó el éxito: seguido por 225.000 personas en Twitter, ha publicado dos libros, realizado una portada de la revista estadounidense Time, una exposición en Londres y colaboraciones con la Galería Nacional Escocesa de arte moderno y la Museum & Art Gallery de Birmingham. 

Su próxima muestra será original: cualquiera puede descargar gratuitamente 23 obras desde su web para exponerlas, en abril, donde le apetezca, desde un bar a una biblioteca pasando por una peluquería. 

Pero su sueño es poder parar un día. «No lo imagino enseguida», dice, porque este gobierno es tan «incapaz».

A nivel personal «lo peor para mí era que Boris Johnson se convirtiese en primer ministro», pero «desde un punto de vista profesional, es bueno para los negocios».