¡Similitudes! ¿Copy & paste? ¡Ah!… las dictaduras

Hay aspectos indispensables para que las dictaduras puedan funcionar. Algo fundamental, es quitar del camino a la prensa independiente y mantener al pueblo desinformado.

Gonzalo Marroquín Godoy

En pleno siglo XXI, Latinoamérica ha sufrido por dictaduras, unas largas y otras no tanto, pero dictaduras al fin.  Hemos visto los esfuerzos de personas o grupos dominantes que quieren detentar todo el poder, que quieren imponerse, que no entienden lo que es democracia.

Todas ellas tienen mucho de parecido.  Algunas llegan a ser idénticas, mientras que otras caminan a un ritmo diferente, pero en el fondo, pretenden lo mismo: mantener al pueblo adormecido con el discurso populista –que cada quien encuentra a su manera, ya sea de izquierda o de derecha–, y en gran parte su fuerza avasalladora depende del funcionamiento de las instituciones y de las reacciones del pueblo.

Las dictaduras deben construir un entramado funcional para ellas y, por lo tanto, necesitan que la gente no tenga acceso a información de fuentes independientes.  Para lograrlo, se necesita de dos componentes opuestos, pero encaminados a silenciar todo lo negativo de la gestión gubernativa –corrupción e incapacidad– y adormecer al pueblo por medio de las noticias oficiosas y engañosas que provienen de la prensa aliada.

Los Kirchner en Argentina arremetieron contra La Nación y el grupo Clarín, Rafael Correa en Ecuador golpeó fuerte al Universal de Guayaquil e hizo que Ángel González comprara El Comercio de Quito, para bajar el tono disonante de la oposición.  Chávez y Maduro redujeron a su mínima expresión a la prensa independiente con cualquier cantidad de acciones derivadas del poder estatal y Venezuela ha permanecido poco mas de dos décadas bajo la dictadura chavista.

Y ahora quiero exponer dos casos que están sucediendo en este momento aquí, en el istmo centroamericano y veremos que hay mucho de qué preocuparnos cuando se trata de libertad de expresión y de prensa, pues son dos casos con un montón de similitudes, lo que refleja que las dictaduras siempre se mueven en la misma dirección.

Veremos como Guatemala se parece cada vez más a dictaduras como las citadas, pero específicamente como aquí la alianza oficialista de Alejandro Giammattei tiende a seguir los pasos que ha marcado uno de los dictadores más fuertes, sanguinarios y destructivos que hay en Latinoamérica: Daniel Ortega.

El ejemplo que tomaré es el de dos diarios opositores a los regímenes de Nicaragua y Guatemala.  Ambos se han caracterizado por denunciar la corrupción, el abuso, la incapacidad y la impunidad de los gobiernos intolerantes, que han respondido con el arma de la justicia para acosarlos e intentar silenciarlos.

En Agosto del año pasado, las fuerzas de seguridad allanaron las instalaciones del diario La Prensa, propiedad de la familia Chamorro, y por orden de juez solicitada por la fiscalía general, procedieron a la captura de su gerente, Juan Lorenzo Holmann Chamorro acusado nada menos y nada más que del delito de lavado de dinero.

Como Ortega controla todo el aparato de justicia, pasó lo que tenía pasar.  Holmann Chamorro fue condenado en un juicio a puertas cerradas que duró tres días y el diario ha seguido bajo acoso, al extremo que la mayoría de sus periodistas han tenido que exiliarse en Costa Rica, desde donde continúan con su misión de informar a los nicaragüenses, aunque con las limitaciones impuestas.

Aquí está sucediendo algo que parece calcado. El MP y la fiscal general Consuelo Porras estuvieron buscándole colas a José Rubén Zamora, presidente y fundador de elPeriódico, hasta que crearon la misma figura que a Holmann, la de lavado de dinero, y como buenos chapines, le metieron al caso otros delitos menores, para hacer la misma receta pero a la Tor trix.

Pero no quieren solo castigar el supuesto delito –que por supuesto no pueden probar–, sino también silenciar al medio, por lo que el acoso ha continuado, al extremo que ahora se persigue a personal administrativo del diario, para intimidar a todos los colaboradores, incluidos los periodistas.

El presidente Giammattei se ofendió y molestó muchísimo cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) comparó a su administración con las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Sin embargo, sus acciones son muy parecidas.

Ortega desbarató a todo el sistema de ONG que funcionaban en Nicaragua, y aquí ya hay una ley encaminada a lo mismo. Ortega tiene en su puño al Congreso y las cortes, algo que a los guatemaltecos ya no nos extraña, porque aquí es igual.

Me parece que poco a poco algunos de los que han apoyado a la alianza oficialista, pero que quieren libertad y vivir bajo un estado de Derecho, empezarán a meditar sobre lo que sucede aquí al verse en el espejo de Nicaragua.

Cash Luna dijo que hay una profecía de que los corruptos huían puras serpientes, pero se equivocó al señalar con su lengua acusadora a las serpientes equivocadas. Ojalá que la profecía se cumpla, pero con las serpientes que se han enriquecido a costa de empobrecer al pueblo.