Renia Spiegel, la “Anna Frank polaca”, resucita a través de su diario

Apenas un año después de su primer beso con un chico, la adolescente judía Renia Spiegel escribió en su diario una oración pidiendo a Dios que la dejara vivir. Era junio de 1942.

Iba a cumplir 18 años. Los nazis alemanes acababan de exterminar a todos los judíos de un barrio de su ciudad de Przemysl, en el sur de Polonia. Algunos se vieron forzados a cavar su propia tumba.

«Dondequiera que mire hay sangre. Qué pogromos tan terribles. Es una matanza, asesinato», escribe el 7 de junio. 

«Dios todopoderoso, por enésima vez me inclino ante ti, ¡ayúdanos, sálvanos! ¡Oh Dios nuestro Señor, déjanos vivir, te lo suplico, quiero vivir!».

Mes y medio más tarde, su novio, Zygmunt Schwarzer, un judío con un permiso de trabajo que le permitía moverse por la ciudad, la escondió con los padres de él en la buhardilla de una casa en el exterior del gueto judío. Pero un colaborador los traicionó.

Schwarzer, de 19 años, describe su muerte en una escalofriante nota añadida al diario: «¡Tres tiros! ¡Tres vidas perdidas! Fue ayer por la noche a las diez y media… Mi querida Renusia, el último capítulo de tu diario se ha acabado».

Después de la guerra, el joven recuperó el diario y se lo dio a la madre de la adolescente asesinada. Pasó décadas en la caja fuerte de un banco y ahora, casi 80 años después, se publica en todo el mundo. 

Renia Spiegel es conocida como la «Anna Frank polaca», en referencia a la adolescente holandesa víctima del Holocausto y autora de un conocido diario que comenzó cuando tenía 13 años.

660 páginas

Renia comenzó a escribir el suyo en 1939, cuando tenía 14 años. Vivía en casa de sus abuelos. Su madre estaba en Varsovia para promover la carrera cinematográfica de su hermana pequeña Ariana, apodada la Shirley Temple polaca.

La adolescente escribió unas 660 páginas en varios cuadernos. Cuenta lo mucho que echaba de menos a su madre y que le gustaba el joven Schwarzer de ojos verdes. También compone poemas e incluye párrafos sobre la ocupación soviética y nazi de su ciudad.

Cada añadido lo termina de la misma manera, pidiendo ayuda a su madre y a Dios, como si de un mantra se tratara.

Su hermana Ariana se vio bloqueada al comienzo de la guerra en Przemysl, donde pasó el verano de 1939 en casa de sus abuelos. Se salvó gracias al padre de su mejor amiga que la llevó en tren a Varsovia.

«Un buen cristiano me salvó la vida. Se arriesgó a la pena de muerte llevándome, como a su hija, a casa de mi madre», declaró a la AFP en Varsovia la anciana de 88 años que reside en Nueva York.

Entonces la bautizaron y pasó a llamarse Elizabeth. Un oficial alemán, enamorado de su madre, envió a las dos a un lugar seguro en Austria. Después de la guerra ambas emigraron a Estados Unidos.

Schwarzer también sobrevivió pese a ser enviado al campo de extermino de Auschwitz. Cuenta que el infame médico y criminal de guerra Josef Mengele lo eligió para que le permitieran vivir.

«Demasiado desgarrador»

Al comienzo de los años 1950 Schwarzer encontró a la madre de Renia en Nueva York y le entregó el diario.

«Estaba conmocionada. Nunca fue capaz de leerlo», cuenta su hermana pequeña, llamada ahora Elizabeth Bellak. Y ella sólo logró leer algunos fragmentos porque es «demasiado desgarrador».

Finalmente fue su hija quien sacó el diario de la caja fuerte.

«Me llamo Alexandra Renata (Bellak). Así que mi nombre se lo debo a esta persona misteriosa que nunca conocí… Sentía curiosidad por conocer el pasado», cuenta a la AFP la hija de Elizabeth, una agente inmobiliaria de 49 años.

Las dos mujeres contactaron con el director de cine Tomasz Magierski, quien aceptó, primero por cortesía, echar un vistazo al diario. 

«No fui capaz de desprenderme de él. Lo leí probablemente en cuatro o cinco noches… Me acostumbré a su forma de escribir y, para serte sincero, me enamoré de ella, de Renia», declara a la AFP.

«Lo triste de este diario es que… sabes como termina. Pero cuando lo lees esperas que el final sea distinto».

Le impresionaron los poemas. En uno de ellos, sobre un soldado alemán, Renia Spiegel muestra empatía. «Maldigo a los miles y millones/ Pero por uno, herido, lloro».

-«Tantos ismos»

Magierski hizo un documental sobre las dos hermanas titulado «Los sueños rotos» y, en colaboración con los Bellak, consiguió que se publicara el diario en Polonia a través de su Fundación Renia Spiegel. 

En septiembre, los tres asistieron al estreno de la cinta en Varsovia. Elizabeth lloró al escuchar a una actriz cantar un poema de su hermana.

«Nacionalismo, populismo, antisemitismo. Todos esos ismos vuelven de nuevo. Y nosotros no queremos que la muerte de millones de personas vuelva a repetirse», afirma a la AFP. «¿Sabe usted que algunas personas nunca lo han creído? Yo estaba allí. Puedo afirmar que sucedió».