PROVOCATIO: Reconocer y revertir no es perder autoridad

Esta voluntad política para reconocer y revertir es el un paso fundamental, para identificar después, en dónde deben mejorar y qué piezas en el engranaje de la Administración Pública les hacen más perjuicio, tanto en términos de imagen pública, como de efectividad gubernamental. 
José Alfredo Calderón (Historiador y analista político)

El presidente es una persona muy inteligente y con una sólida formación académica, por lo que estoy seguro que él y su equipo más cercano han percibido el prematuro desencanto ciudadano en varios sectores y la validez de muchas críticas.

Salvo algunas respuestas airadas como las manifestadas en la entrevista de Emisoras Unidas con Luis Felipe Valenzuela, la imagen presidencial sigue siendo la de una persona seria, pero afable. Digo esto desde la distancia de un simple ciudadano en la llanura, pues según algunas fuentes palaciegas, el acceso al presidente se encuentra bastante restringido.

Por otra parte, los rumores en torno a que el binomio no rema al unísono se reflejan en varias imágenes públicas. La ventaja es que esto último solo ha sido percibido por algunos analistas y la popularidad del nuevo gobierno todavía se mantiene, pues muchos argumentan que aún es muy temprano para notar avances.

En esta ocasión no me referiré a las falencias observadas en estos 52 días pasados, sino a las áreas de oportunidad que se presentan; siempre  y cuando la cúpula del Ejecutivo haya advertido con claridad que el inicio de gobierno no fue el idóneo y que la percepción ciudadana es un capital que deben cuidar mucho. Sinceramente espero que, la soberbia evidenciada en algunos cuadros jóvenes, no sea el caso de quienes tienen más experiencia en vida política, y por tanto, mayor madurez.

Esta voluntad política para reconocer y revertir es el un paso fundamental, para identificar después, en dónde deben mejorar y qué piezas en el engranaje de la Administración Pública les hacen más perjuicio, tanto en términos de imagen pública, como de efectividad gubernamental.

El primer dilema básico que se presenta es que, si bien la lucha frontal y decidida contra la corrupción fue la base de la campaña electoral, y aún del período de transición; en la actualidad no se aprecia coherencia entre el discurso para llegar a la presidencia y las acciones iniciales ya en el mando.

El segundo dilema es la percepción de debilidad, tanto en el Organismo Ejecutivo como en el Legislativo[i], por diversas razones, destacando el hecho que las críticas vienen de sectores cercanos y que, en su momento, apoyaron decididamente el respeto al voto democrático.

El tercer dilema es la ausencia de un plan estratégico y, en consecuencia, un plan de comunicación estratégica (no simple programa de difusión o propaganda). De existir un plan, la población no lo conoce y la percepción dominante es de improvisación. La ventaja en este tema es que todavía se le puede echar toda la culpa al pacto de corruptos, pero ya no será efectivo más adelante.

El gobierno debe dar un timonazo para recuperar los ideales socialdemócratas liberales porque están a tiempo; de lo contrario, el escenario que le espera es aún más precario, con alta prospectiva de ingobernabilidad. Las áreas de intervención inmediata, si se quiere corregir el rumbo que lleva el país, radica en los siguientes elementos:

  1. Bancada en el Organismo Legislativo: Es clara su debilidad y debe trabajar una nueva alianza que sea más sostenible que la inicial, que sirvió básicamente para la elección de Junta Directiva. Solo les queda el apoyo del presidente actual del Congreso,pero esto no alcanza. De no efectuar cambios tácticos drásticos, la próxima elección en el Legislativo podría ser la tapa al pomo de su debacle.
  2. Suspensión del partido: La reformulación de alianzas deberían servir para revertir procesos judiciales y, fundamentalmente, la saga de la cancelación del partido. En política, un gobierno sin representación legal es un paria y su capacidad de acción se reduce al mínimo. De concretarse la cancelación, el daño será irreversible.
  3. Organismo Ejecutivo: Como ya se dijo, el gran problema del presidente es su precaria comunicación, derivado de la ausencia de cuadros de peso y una firme política estratégica en el ramo. En Guatemala, la carencia de comunicadores estratégicos obliga a la mayoría de partidos y gobiernos a contratar personal extranjero que cobran cifras estratosféricas. Esta debilidad nacional podría paliarse con una política fuerte y un equipo capaz (aunque no sea experto) que, mediante la sinergia, pueda revertir esa gran debilidad.
  4. La continuidad de cuadros que ellos mismos denunciaron como corruptos, es otro problema mayor a resolver; además de las cuestionadas contrataciones en estas primeras semanas.
  5. Actitud: La prepotencia y soberbia de algunos ha contrastado con las expectativas democráticas de un gobierno diferente. La humildad debiera ser uno de los valores principales en quienes dirigen la Administración Pública. La firmeza no depende de actitudes autoritarias y menos, de creerse sabelotodo.

Hemos coincidido en estas apreciaciones con varios analistas e incluso con algunos cuadros del partido gobernante, puesto que se analiza desde un enfoque desapasionado, independiente y con el objetivo de hacer una crítica fuerte pero constructiva, la cual, espero, sean recibida en su justa dimensión.

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político


[i] https://concriterio.gt/bernardo-arevalo-berger-2-0/

[i]https://www.prensalibre.com/guatemala/politica/politologos-detectan-lentitud-en-la-toma-decisiones-por-parte-del-gobierno-de-guatemala/


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