PROVOCATIO: Lecciones de historia: El M-13 de Noviembre de 1960.

Con Marco Antonio Yon Sosa al frente del ahora reducido grupo de combatientes, al MR-13 tan solo quedaron 14 exmilitares armados, todos eran diplomados de la Escuela de Fort Benning, Georgia, EE. UU., adiestrados –además– en tácticas insurgentes y contrainsurgentes, instruidos por asesores de los Marines de aquel país.  Esto explica cómo pudieron sobrevivir a la persecución gubernamental, mucho mayor en número, mecanismos y recursos. 

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

El levantamiento militar del 13 de noviembre de 1960 siempre ha sido el punto de referencia para marcar el inicio del conflicto armado interno (1960-1996).  Hoy en día, muchos no lo recuerdan o simplemente nunca supieron de esa gesta.  Desmenucemos pues, sus aspectos más relevantes.

Dicho movimiento no tuvo –strictu sensu- un carácter político-ideológico en sus inicios, pues la radicalización y la actividad guerrillera propiamente dichas surgieron posteriormente, al hacer contacto con el Partido Guatemalteco del Trabajo –PGT– (Partido Comunista).   Para noviembre de 1960, el contexto a lo interno del ejército y la coyuntura nacional estaba marcada por los siguientes hechos:

  1. El presidente Miguel Ydígoras Fuentes había autorizado, sin consultar al alto mando del ejército, la instalación en la Finca Helvetia de Retalhuleu de un campamento de mercenarios cubanos anticastristas quienes, con el apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) se entrenaban para invadir Cuba.  Dicha finca era propiedad del conspirador civil Roberto Alejos Arzú. 
  2. Guatemala no terminaba de recuperarse de la crisis que implicó la abierta intervención norteamericana en 1954; así mismo, el gobierno ydigorista ya mostraba una evidente incapacidad ejecutiva y una corrupción sin límites, la cual, se replicaba entre los altos mandos oficiales.  El país presentaba una grave crisis política y económica que impactaba en vastos sectores de la población y en las filas del ejército, cuyas tropas acusaban hasta las carencias más básicas. 
  3. Muchos oficiales del ejército que no se beneficiaban de la corrupción, no solo criticaban a sus jefes sino denunciaban a los civiles que se aprovechaban del latrocinio, sin tener que sufrir el desgaste de los uniformados. 
  4. Varios oficiales manifestaron que había resentimiento (algunos hablan de odio) entre los oficiales jóvenes y los veteranos, derivado de la traición de éstos últimos al coronel Árbenz en 1954.
  5. Los oficiales de mayor edad fueron renuentes a aceptar el nuevo entrenamiento de combate para la guerra irregular mientras que los oficiales jóvenes ya lo estaban recibiendo en Estados Unidos a partir de 1959.  Posteriormente este tipo de entrenamiento se incorporó a la Escuela Politécnica como curso de Táctica IV, Guerrillas y Contra Guerrillas en 1961.

Con base al contexto anterior, surge en las filas castrenses la autodenominada Logia del Niño Jesús, formada por oficiales que se oponían al entrenamiento en territorio nacional de fuerzas armadas extranjeras.  De hecho, su eficiente labor clandestina facilitó las acciones del 13 de noviembre de 1960. 

El levantamiento tuvo motivaciones básicamente militares, contando con el apoyo de algunos civiles.  Entre sus objetivos, perseguía la destitución del Ministro de la Defensa (considerado responsable de los actos de corrupción interna) la depuración de la oficialidad, la profesionalización del ejército y el retorno a los valores morales impartidos en la Escuela Politécnica, según indicó su comunicado.

Se estima que, en el movimiento militar rebelde, se involucró hasta un 50% del total de oficiales, pero algunas delaciones que obligaron al cambio de fecha para el levantamiento hicieron que al final, solo 120 elementos accionaran.   La rebelión quedó restringida al Cuartel General Justo Rufino Barrios (antiguo cuartel Matamoros) y las bases militares de Zacapa y Puerto Barrios.  Por cierto, no es casual que la primera guerrilla guatemalteca del siglo XX (década de los sesenta) se concentrara en el oriente del país: PGT-FAR-MR-13.

Al mando del levantamiento militar estaba el capitán Arturo Chur Del Cid, con el acompañamiento de varios jóvenes oficiales entrenados en guerra de guerrillas.  Debe recordarse que en el Cuartel General estaba la sede de la Policía Militar, en la que los rebeldes apresaron al coronel Álvaro Martínez López, comandante del cuartel, así como a los oficiales y soldados que no respaldaron la asonada.   La acción inicial provocó la muerte del segundo jefe, el coronel Lisandro Ortiz Córdova, así como la del capitán Ernesto Juárez Mayén.

Entre los oficiales destacados durante la rebelión cabe citar a: Eduardo Llerena, Guillermo Chicas Lemus, Rafael Sessam Pereira, Julio César García Montenegro, Antonio Vicente Loarca, Ángel Ortiz Palencia, Alejandro De León, Luis Trejo Esquivel, así como los recién incorporados: teniente Marco Antonio Yon Sosa y teniente segundo Luis Turcios Lima, quienes no tuvieron un papel protagónico inicial, pues recién habían retornado al país, provenientes de Fort Gulick, en donde habían recibido entrenamiento en contrainsurgencia.  Poco tiempo después, su papel sí fue fundamental para que surgiera el MR-13 y se uniera al PGT (Partido Comunista) y las FAR (Fuerzas Armadas Rebeldes). 

Por otra parte, algunas fuentes involucran, además, al coronel Carlos Paz Tejada y a Mario Méndez Montenegro.  El primero había tenido destacada participación desde el gobierno de Árbenz y el segundo, hermano del presidente Julio César Méndez Montenegro (1966-70) era el líder del Partido Revolucionario, asesinado en 1965 durante el gobierno de facto de Enrique Peralta Azurdia (razón por la cual Julio César tiene que asumir como candidato emergente).

Una vez que los alzados habían logrado apoderarse del Cuartel General, se enfilan a la base militar de Zacapa y a la de Puerto Barrios (las dos que apoyaban abiertamente el alzamiento).   En Izabal hay otro fallecido a manos de los rebeldes, el coronel Rodolfo González, jefe de la base. 

Hasta este momento, el levantamiento militar aún no era llamado el MR-13.   En agosto de 1961, es Yon Sosa quien anuncia la integración del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, que posteriormente (26 de febrero de 1962) pasa a ser el Frente Rebelde Alejandro De León Aragón –13 de noviembre MR-13–.

El plan consistía en tomar el cuartel general Justo Rufino Barrios (Matamoros) y de allí viajar a Zacapa y Puerto Barrios para que, una vez consolidada la victoria militar inicial, se pudiera regresar a la capital, y ya fortalecidos, derrocar al gobierno de Ydigoras.  Inicialmente, solo se pedía la destitución del Ministro de la Defensa, pero luego se planteó el derrocamiento del presidente.

Como ya se dijo, las delaciones obligaron al adelantamiento de la fecha y esto provocó un impacto nocivo en la organización de la asonada.   El levantamiento contaba con muchas simpatías, pero varios oficiales desertaron y la represión del gobierno no se hizo esperar.  Si bien la Fuerza Aérea Guatemalteca –FAG– no acató la orden de reprimir a los rebeldes, el presidente Ydígoras solicitó ayuda a EE. UU. y echó mano de los aviones norteamericanos asentados en la flota aérea del cono sur (Panamá).  Los cazabombarderos B-26 y C-46 bombardearon objetivos militares de los alzados y la rebelión fue controlada.  Algunos oficiales fueron detenidos, procesados y, posteriormente, amnistiados; aproximadamente 70 se fueron al exilio en México, El Salvador y Honduras.

No está demás indicar que hubo múltiples referencias de la simpatía de muchos de los miembros del ejército hacia los alzados, incluyendo el período posterior ya como guerrilla propiamente dicha.  El general Gramajo, posteriormente Ministro de la Defensa de Vinicio Cerezo, llegó a decir que eran un referente para el resto, pues entre ellos estaban los mejores alumnos cadetes. 

Otra de las acciones paralelas como reacción al levantamiento militar fue que el gobierno arrestó ese mismo día —13 de noviembre— a miembros del Partido Guatemalteco del Trabajo –PGT– (Partido Comunista), del Partido Revolucionario –PR– y del Partido de Unidad Revolucionaria –PUR–, a quienes se les acusaba de estar involucrados en la conspiración militar.  Para el 17 de noviembre el levantamiento había sido sofocado y días después, el 21 de noviembre, se decretó un estado de sitio en los departamentos de Escuintla, Guatemala, El Progreso, Zacapa e Izabal, lugares donde el PGT contaba con una importante base de activistas y simpatizantes.

Muchos oficiales se rindieron y se reintegraron al ejército, lo cual se consolida con la amnistía decretada por el gobierno, tanto para militares como civiles que hubiesen participado en la rebelión del 13 de noviembre de 1960.   Sin embargo, a pesar de la derrota militar y la persecución implacable del gobierno y las fuerzas armadas oficiales, hubo oficiales dignos que prefirieron seguir en la lucha y no aceptar la amnistía: Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa, Luis Trejo Esquivel, Alejandro de León Aragón y otros más.   Así es como el 6 de marzo de 1961, 23 ex-oficiales insurrectos ingresan clandestinamente a Guatemala para luchar contra el gobierno de Ydígoras, los cuales entran en contacto con el PGT y esto provocó que su pensamiento se radicalizara y trascendiera la idea de derrocar a Ydígoras y combatir la corrupción.  A partir de ese encuentro ideológico, ellos ahora pretendían hacer una revolución. 

Pero sucedería otro hecho que le asestó un duro golpe a los alzados en armas: el capitán Alejandro de León Aragón muere el 29 de abril de 1961 en un choque con la Policía Judicial, quedándose sin su principal líder.  El grupo insurgente MR-13 venga la muerte de su comandante y el 24 de enero de 1962 cae abatido a tiros en la ciudad capital, el jefe policíaco de la Judicial: Ranulfo González Ovalle, más conocido como “Siete Litros».

En agosto de 1961, Yon Sosa anuncia por medio de una radio, la conformación pública del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre.   En este mismo mes y año, inician las incursiones guerrilleras en Guatemala al ocupar los poblados de Morales y Bananera en Izabal, al mando de su principal líder: el teniente Marco Antonio Yon Sosa.   Los insurrectos que mantenían el alzamiento se habían trasladado al noreste del país con la intención de tomar el cuartel de Zacapa.  Las tomas de los cuarteles de Bananera y Mariscos, se interrumpieron al llegar a Zacapa donde fracasaron, mientras en ciudad de Guatemala se producían manifestaciones y protestas.  El grupo decidió regresar a la capital y establecer allí un frente urbano.  Durante marzo y abril de 1962, el MR-13 realizó sabotajes y recuperaciones de armas y dinero; entre las acciones destacadas figuraría el incendio de la refinería de la empresa petrolera estadounidense ESSO. 

Con Marco Antonio Yon Sosa al frente del ahora reducido grupo de combatientes, al MR-13 tan solo quedaron 14 exmilitares armados, todos eran diplomados en la Escuela de Fort Benning, Georgia, EE. UU., adiestrados –además– en tácticas insurgentes y contrainsurgentes, instruidos por asesores de los Marines de aquel país.  Esto explica cómo pudieron sobrevivir a la persecución gubernamental, mucho mayor en número, mecanismos y recursos.

En septiembre de 1962 una delegación del MR-13 encabezada por Yon Sosa, viajó a La Habana, Cuba, en donde sostiene varias entrevistas que incluyeron al expresidente Árbenz exiliado allí, desempeñándose como docente.   La influencia de la revolución cubana fue vital para que, en diciembre de 1962, tras el regreso de la delegación del MR-13, el incipiente movimiento revolucionario se fortaleciera.   

Ya en Guatemala, se organiza una reunión conjunta entre el MR-13 de Noviembre, el brazo armado del PGT; el Movimiento Revolucionario 20 de Octubre y el Movimiento Revolucionario 12 de Abril que incluía al estudiantado.  De esta reunión, surge un nuevo grupo armado: Las fuerzas Armadas Rebeldes –FAR– y Yon Sosa es nombrado comandante en jefe del nuevo grupo.  Los representantes del MR-13 para dicha reunión fueron: Marco Antonio Yon Sosa, Luis Turcios Lima, Luis Trejo Esquivel y el coronel Augusto Vicente Loarca, segundo al mando, que cae abatido en julio de 1965, lo cual representó un duro golpe para los insurgentes. 

Luego vendrían las pugnas internas, la orientación trotskista que adquirió Yon Sosa, la emigración de combatientes del MR-13 hacia el Frente Edgar Ibarra (otro frente de las FAR); la purga interna para expulsar a los trotskistas del MR-13 (abril de 1966); Luis Turcios se separa de Yon y otros acontecimientos, que por el momento no son el objeto de este artículo y que podrán retomarse posteriormente. 

En 1968 el MR-13 se reunifica con las FAR y ante la muerte de Turcios, Yon Sosa se queda nuevamente al mando, pero esta “reconciliación” duró muy poco.  Los pocos integrantes del MR-13 salen a México con la intención de reorganizarse sin la presión del ejército nacional y antes que hicieran contacto con un grupo que venía de Cuba, las fuerzas armadas de México los capturan y le dan muerte al ya legendario Yon Sosa, así como a los capitanes Socorro Sical (Fidel Rascacoj Xitumul) y Enrique Cahueque Juárez, un 16 de mayo de 1970.  El tiro de gracia estaba dado.  Después de algunas débiles acciones urbanas, el MR-13 desaparece en 1973.

La segunda etapa de la guerrilla (años 70s) mucho mayor en número por la incorporación de los pueblos indígenas a la guerra y que, por primera vez, se erigen como una amenaza militar real contra un Estado racista y depredador, presentó características muy distintas. 

¡Jóvenes: conozcan la historia!  Más temprano que tarde, tendrán que asumir su responsabilidad histórica.