PROVOCATIO/ Guatemala: Un edificio de cinco niveles

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Con este nombre, el Dr. Edelberto Torres-Rivas escribió un artículo que surge en el marco de un seminario de PNUD, cuando Naciones Unidas presentó datos relacionados con el desarrollo humano en Guatemala.[i] En siete páginas, el Dr. Torres-Rivas desarrolla tres conclusiones que ya se conocían pero que él sistematiza y refuerza. Para el efecto, usa una imagen mental o metáfora: “La sociedad guatemalteca se parece a un edificio extraño de lejos, desagradable de cerca y que produce la impresión que está a punto de implosión.” Las conclusiones son:

  1. Las distancias sociales, económicas y culturales de una sociedad reconocidamente desigual, especialmente para los sectores indígenas.
  2. La magnitud de la pobreza, que más que simbólicamente representa a os habitantes de los dos sótanos y un buen sector del primer piso.
  3. La distancia que, con relación a estos, tiene la élite que vive en el penthouse.

Se demuestra, además, que la pobreza y la exclusión tiene rostro de niñez, de mujer e indígena, que son los sectores más golpeados. La genial capacidad de síntesis queda reflejada en el párrafo completo con el que inicia el artículo:

«La sociedad guatemalteca se parece a un edificio extraño de lejos, desagradable de cerca y que produce la impresión que está a punto de implosión; es una mezcla de estilos arquitectónicos incompatibles e incongruentes: repugnante en su estructura profunda de donde se elevan con dificultad muros grises, sucios. Luego, en la base, breves espacios de ventanas deformes, con las maderas y los vidrios rotos, como si fueran ojos enfermos, orificios apiñados, dando la sensación de un pesado conjunto de estrechos departamentos con jirones de ropa secándose en el exterior. Hasta aquí, sin duda, es una edificación a la que nunca se le ha dado mantenimiento. Mas arriba, muy arriba, el edificio va ganando en limpieza y proporcionalidad, dando una sensación de bienestar cuando culmina finalmente en lo alto con un moderno estilo señorial, ligero y elegante. El contraste de su sección superior es visible por la limpieza, el orden y la dignidad de sus espacios de luz, flores y sol. Y porque se encuentra, lejano y ajeno de la base.»

La alegoría del académico habla de cinco niveles, pero en realidad son tres, si tomamos los otros dos como sótanos. Menciona entre las principales características de país: el desigual acceso a la riqueza y las grandes brechas entre el mundo rural y el urbano, la condición de subalternidad de la mujer atrapada en una cultura machista, patriarcal y violenta; el racismo y la discriminación, así como el hecho de que las diferencias económicas traen consigo otras desigualdades sociales, políticas y culturales. 

Veamos primero los dos sótanos que concentran la extrema pobreza (sótano 1) y la pobreza (sótano 2).

Sótano 1 o estrato bajo extremo donde viven miles de familias hacinadas, constituyen aproximadamente el 18.8% de la población, el 71% son indígenas y el 54% menores de 15 años. Su forma de vida ronda en la mendicidad y la pobreza absoluta. El promedio de escolaridad es 0.8 (ni siquiera primer grado primaria) y el ingreso económico es de 0.49 centavos de dólar al día (Q3.80).[1] Su mundo laboral es la informalidad y el mundo social está marcado por la violencia. Padecen hambre crónica y altísimos niveles de desnutrición. No están organizados ni tienen lazos de interés común. No conocen ni les interesa la política pues su prioridad es comer.

Sótano o estrato bajo: representa el 49.4% de la población y es muy parecido al sótano 1. El ingreso diario es de $1.10 (Q8.53), el promedio de hijos es de 3.5, la escolaridad de 2.5 años (no terminan el tercero primario) y el 51.1% de este segmento son ladinos. Las ¾ partes se mantienen en la informalidad y el 48% está en el campo. Las mujeres nutren el servicio doméstico de los niveles superiores. Ambos sótanos están muy cerca y es común que los de uno bajen o suban al otro y su marginalidad los hace víctimas de las drogas, el alcohol degradado y las conductas antisociales (delincuencia). Las maras reclutan en estos dos sótanos donde viven dos de cada tres guatemaltecos.  Desconocen la política nacional y no los unen lazos de interés común por lo que la solidaridad casi no existe.

Primer piso o el estrato medio bajo: Son el 22.5% del total de la población[2] y en este segmento ya solo el 20.5% son indígenas, el 36% son menores de 15 años, el promedio de hijos por familia es de 2.8 y el ingreso diario es de $2.64 (Q20.46). Este sector tiene una escolaridad de 6.2 años (primaria) y de aquí salen los empleados no calificados (operarios, seguridad, mantenimiento y otros similares).  No son pobres (en el sentido estricto del término) pero están siempre en peligro de serlo; por eso dependen emocionalmente de que no se les compare con los de más abajo. Son mestizos que desprecian al “indio” y tratan de diferenciarse todo el tiempo, son urbanos y se movilizan en transporte público o moto. Si tienen carro, es de modelo antiguo. Un buen porcentaje vota y tienen alguna experiencia organizacional o de participación, sindical, barrial o de otro tipo y una mayor aproximación a la vida pública, a la política.

Segundo piso o el estrado medio: este segmentoes más heterogéneo (diverso) y vive de la apariencia y se mueve entre el miedo de caer de nivel social y la aspiración de subir a cualquier costo, por eso magnifican los pocos “privilegios” que tienen. Son el 7.8% del total nacional pero ya solo 6.8% son indígenas y 9.5% rurales. No se sienten mestizos sino más bien ladinos, por eso su racismo y la discriminación por los que están abajo. Tienen un promedio de 2.1 hijos y sólo 29% es menor de 15 años. Su ingreso promedio diario es de $6.50 (Q50.38), tienen acceso a internet, vivienda propia (aunque la deban 25 años), vehículos (no lujosos) y muchos ya disponen de servicio doméstico. Aquí pueden incluirse también sectores de la “pequeña burguesía”: pequeños y medianos empresarios, profesionales por cuenta propia (médicos, abogados, ingenieros, etc.), es decir, personas NO asalariadas. Tienen 11 años de escolaridad promedio (nivel medio). Sus hijos acceden a la universidad y al crédito mediante tarjetas o préstamos. Para mantenerse en este nivel dependen precisamente de la apariencia que les provee el endeudamiento. Este “edificio” no tiene elevador por lo que los casos de mejora son pocos. La tendencia es a bajar, no a subir; y en el caso de los sótanos, a circular entre los mismos.

Tercer piso o “Penthouse”: Aquí habita el 1.5% de la población siendo solo 2.5% indígenas. El 25% es menor de 15 años, tienen un promedio 2.4 hijos y sus ingresos diarios son de $19.48 o más (Q151.00). En este mismo nivel hay un segmento mucho menor que tiene demasiada riqueza y privilegios (oligarquía y burguesía). La escolaridad promedio es de 14.3 años, muchos de ellos hablan inglés (bilingües) y se definen como élite criolla o blancos. La heterogeneidad social de este segmento es mayor que los otros estratos pues produce un promedio que esconde las abismales diferencias que marca el índice GINI.[ii] Aquí se ubican las familias con riqueza y privilegios, pero los que deciden y mandan en el país, están en un subestrato muy superior y minoritario que muchos conocemos como G-8.

El aporte de Edelberto en tan pocas páginas es de una puntualidad y precisión impresionante y que muchos otros necesitan exponer en libros gruesos.

¡Cuánta falta nos hace pensadores como el maestro Torres-Rivas!


[1] Según Naciones Unidas, la pobreza está debajo del ingreso de $2 diarios (Q15.00)

[2] Los datos han empeorado desde que se hizo el estudio que motivó el artículo. Los niveles de pobreza e informalidad son más altos ahora y después de la pandemia serán peores.


[i] El artículo fue publicado en 2008 con datos tabulados al año 2,000, cuestión importante porque de esa fecha para acá, la información seguramente es más dramática. Sin embargo, esta metáfora y el análisis correspondiente, sigue siendo brillante y acorde a la realidad.

[ii] El índice de Gini o coeficiente de Gini es una medida económica que sirve para calcular la desigualdad de ingresos que existe entre los ciudadanos de un territorio, normalmente de un país.El valor del índice de Gini se encuentra entre 0 y 1, siendo cero la máxima igualdad (todos los ciudadanos tienen los mismos ingresos) y 1 la máxima desigualdad (todos los ingresos los tiene un solo ciudadano). Guatemala tiene 0.63, uno de los más altos del mundo.