PROVOCATIO: Ese extraño juego de ajedrez

Peor no pudo salir. La imagen de debilidad presidencial se consolidó y, ahora sí, estamos frente a una crisis política de imprevisibles consecuencias, pues en el congreso, el pálido y solitario apoyo de su presidente Nery Ramos, es totalmente insuficiente. En el OJ todo sin novedad. ¿El CACIF? Satisfecho, pero sin ganas de mojarse por un gobierno que no es el natural para ellos.
José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

A estas alturas, solo hay dos tipos de personas que pueden negar el accionar incierto, dubitativo, tardío y errático del gobierno. Por un lado, quienes forman parte del mismo, como un mecanismo de defensa sobre su fuente de trabajo; y por otro; aquellos que están tan cansados de sufrir y esperar, que su único recurso es aferrarse a una esperanza mágica que desecha la evidencia.

Los miles de “analistas” que surgen con las elecciones, sus resultados y el inicio de un nuevo gobierno, emitieron opiniones sobre la victoria de lo que denominaron la nueva primavera, destacando la toma del poder en el Organismo Ejecutivo y una alianza que les permitía compartir el mando en el Congreso. Sobre el Organismo Judicial guardaban cierto recato ante lo evidente.

El artículo 35º. de la Constitución da para cualquier cosa como derecho inalienable, así que no demeritaré estas opiniones.  El problema fue que muchos ciudadanos que dependen de estas fuentes tan básicas, tomaron como un mantra que el cambio había llegado y solo era cuestión de esperar unas semanas para presenciarlo, para júbilo de quienes nunca han tenido nada o de quienes, en su precariedad, cualquier suceso es ganancia.

En cuanto al Ejecutivo, casi nadie reparó en el empoderamiento de las redes corruptas y criminales enraizadas en el Estado, dentro de un mar de 450 mil burócratas acostumbrados a la inercia y a los beneficios clientelares. ¿Cuántos funcionarios ingresó Semilla al iniciar este gobierno? ¿Unos 50? La correlación numérica es apabullante. Para sellar el asunto, esta marea de la que hablo no estaba acostumbrada más que a regímenes autoritarios asociados al hampa, por lo que la llegada de un presidente culto, inteligente, preparado y lleno de formas diplomáticas y de corrección política, era más bien una anormalidad a la que no se le debe reconocer porque no “manda como se debe”.

En lo que respecta al Congreso, confundieron la mica con la montera. Vendieron un aire mítico en el “asalto” de los dipukids a la junta directiva saliente, constituyendo la primera y fugaz junta directiva con Samuel Pérez a la cabeza; sin embargo, más tardaron en el anuncio de la victoria, que la Corte de Constitucionalidad en bajarlos de las nubes. Ojo, que no demerito la acción intrépida de los jóvenes de Semilla, que en su momento destaqué como buena, pero una cosa es destacar y otra, dotarla de aires absolutistas.

Luego del revés que les infringió la Corte Celestial, la narrativa pasó de un triunfalismo total a uno parcial.  Se logró –decían– una junta directiva “democrática” (aunque con actores muy cuestionables) y ahora ya se tiene control sobre el Congreso. Lo que se vendió como una alianza duradera, fue tan solo un pacto efímero para lograr una directiva “menos mafiosa”. El ADN de los pícaros no cambia, por lo que la ilusión de ese nuevo logro duró muy poco y las ácidas críticas de los supuestos aliados brotó rápidamente. Hoy en día, solo los muy necios pueden negar la poca relevancia del bloque semillero, pues la suspensión del partido y la sucesión de derrotas en el hemiciclo, los tienen casi en condición de parias.

Los nefastos operadores del sistema de justicia siguieron viento en popa y la trilogía maligna: CC, CSJ y MP, mostró más fuerza y coordinación. Además, la cooptación de toda (realmente toda) la institucionalidad pública es más que evidente, como nunca antes había sucedido. Incluso, los relevos ya están fríamente calculados. No existen contrapesos y la correlación de fuerzas políticas es descomunalmente desigual entre los sectores democráticos y los neofascistas.

En este torbellino, la encargada de liderar el frente oscuro fue la fiscal general. Atrás quedó la animadversión mostrada en campaña y en el proceso de transición contra la señora y empezaron a surgir declaraciones oficiales en torno a que no era bueno pelearse con ella, que quizá la mejor “estrategia” era dejarla terminar su período, que había que agotar las formas, que ellos eran diferentes y un largo etcétera de actitudes moralinas que solo terminaron de mostrar la debilidad del binomio presidencial. Lo peor de todo, fueron aquellas imágenes del ministro de gobernación con la dama del mal, cual “osito cariñoso” (Alipori).

Ante las crecientes críticas y el desencanto, aún de sectores que habían demostrado un decidido e incondicional apoyo, el precario sistema de comunicación oficial puso en boca del presidente la frase: “Nosotros jugamos ajedrez”. Tras la expresión, varios significados se delataban, destacando que la inteligencia, formación, carrera diplomática, elegancia y don de gente (atributos innegables) no le permitían al gobernante bajar al nivel del burdo y vulgar juego de los corruptos. En el imaginario social de las capas medias con algún privilegio, el ajedrez es sinónimo de estrategia, táctica y actividad cerebral profunda y anticipatoria. Lo que en realidad se quiso, fue justificar la inacción, decisiones erróneas y controversiales, así como la existencia de compromisos previos a la toma de posesión, los cuales saldrán a luz, tarde o temprano.

La guinda al pastel o la tapa al pomo, vino con los últimos acontecimientos. Se anuncia una cadena nacional el domingo 5 de mayo recién pasado, generando una expectativa sobre un supuesto giro drástico del presidente y que, ahora sí, despediría a la fiscal, haciendo uso de sus facultades constitucionales. En su defecto, el mandatario anuncia la iniciativa de ley para despedir a la “doña”. Por cierto, qué ingrato asesor le habrá aconsejado decir algo así (¿o fue de su propio peculio semántico?) sabiendo que la ley no puede ser casuística ni orientada a una persona en particular, aunque en la realidad, así sea.

Al margen de las consideraciones formales basadas en ley, en dos platos, el gobernante zafó bulto para justificar su impotencia en el enfrentamiento con la señora, trasladando la brasa al Congreso. Así mismo, en la movida “ajedrecista” trata de calmar las críticas y el desaliento, queriendo demostrar que el bueno sigue siendo él y que los malos deben arrepentirse y actuar diferente (así de básico…).

Se generó la ilusión que, con el apoyo del tío Sam y su buque insignia Antony Blinken, Secretario de Estado norteamericano, conseguir los 107 votos de los diputados era “piece of cake” y que había que preparar las golondrinas para la odiada fiscal. El resultado no pudo ser peor, incluso la CC se encargó de darles el tiro de gracia con el amparo provisional a la FG.

En la percepción de prácticamente todos los analistas serios, la señora iba ganando el pulso por goleada y se necesitaba de una acción contundente (aunque tardía) del señor presidente para botar el tablero e iniciar un nuevo juego. Peor no pudo salir. La imagen de debilidad presidencial se consolidó y, ahora sí, estamos frente a una crisis política de imprevisibles consecuencias, pues en el congreso, el pálido y solitario apoyo de su presidente Nery Ramos, es totalmente insuficiente. En el OJ todo sin novedad. ¿El CACIF? Satisfecho, pero sin ganas de mojarse por un gobierno que no es el natural para ellos.

¿Las masas? Dudo mucho que el apoyo siga siendo incondicional y unánime, sobre todo porque muy discretamente, han hecho a un lado a los pueblos originarios. ¡Más solo no se puede estar!

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