PROVOCATIO: ¿Es válido celebrar?

El MINEDUC, fiel a su tradición, se volvió a portar gamonal; además de las playeras azul y blanco que regaló el gobierno, con leyenda y logo como corresponde, brindó decenas de pelotas a cada escuela. Ojalá fueran balones, pero no, son pelotas pequeñitas plásticas. Y en un país en donde se carece de todo y apenas se recibe algo regalado, estas esferas invitan a la chamusca callejera, algo impensable en tiempo regular de clases.  
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José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Este 12 de septiembre fui despertado por un sonido que parecía un coro de grillos; conforme la intensidad aumentaba, distinguí que eran gorgoritos que luego fueron acompañados por unos pocos tambores.

Debo agradecer que las dos escuelas públicas que están a una cuadra de mi casa, una de párvulos y otra de primaria, acusan un presupuesto precario que no incluye instrumentos musicales. Los tambores que escuché seguramente fueron aporte voluntarioso de algunos padres para apoyar al montón de güiros con gorgoritos, microinstrumento que sí contó con presupuesto público.

No quiero imaginar que, si los fondos hubiesen sido suficientes, mi despertar habría sido traumático, como les sucede a muchos parroquianos en estas fechas, teniendo que soportar el ruido de decenas de redoblantes, tambores, bombos, trompetas y hasta tubas. La pausa provocada por la pandemia llegó a su fin y con ella, regresaron las antorchas, ruidos y desórdenes patrios.

Traigo a colación el tema, porque la semana pasada, en mi curso de introducción a la Ciencia Política en la USAC, surgieron dos preguntas interesantes:

  1. ¿Es válido criticar/censurar a quienes celebran la independencia?
  2. ¿Tienen alguna culpa quienes celebran?

Durante el curso hemos tocado varios temas y enfoques de la ciencia política, destacando ejemplos como el de Giancarlo Pasquino sobre lo que se conoce como “comportamentismo”, un enfoque que insiste en la necesidad de observar y analizar los comportamientos concretos de los actores políticos, sean estos: individuos, grupos, movimientos u organizaciones. También hemos hablado de todas las disciplinas que aportan y fortalecen el análisis del sistema político: sociología, antropología política; pero fundamentalmente, la psicología social y el marketing político.

Las preguntas surgieron porque en la Escuela de Antropología e Historia de la USAC, al menos ahí, queda más o menos clara la farsa de la “independencia” que nos inculcaron, siendo más obvio su montaje, al descubrirse el Plan Pacífico de Independencia urdido por el Clan Aycinena, 15 días antes de las efemérides formales y públicas. Al respecto se pueden revisar detalles en mis dos artículos de septiembre de 2017:

https://cronica.com.gt/jose-alfredo-calderon-la-independencia-de-mentiritas-primera-parte/ y https://cronica.com.gt/jose-alfredo-calderon-la-independencia-de-mentiritas-ii-parte-y-final/

Sin embargo, para efectos de retomar las dos preguntas planteadas en clase, se armó una buena discusión sobre la inutilidad de tratar de convencer sobre una independencia falsa a las mayorías que no tuvieron el privilegio del estudio superior, pero, sobre todo, nunca conocieron la verdadera historia.

Las fiestas patrias, como pomposamente le llaman las élites (y sus difusores), es algo inoculado en la población desde hace mucho. No en balde el Ministerio de Educación siempre ha estado en manos de técnicos de un grupo de empresarios, quienes vigilan al ente encargado de reproducir los imaginarios sociales “convenientes”, tal como la romántica narrativa en torno al “henchidos de patrio ardimiento”.   La precariedad que agobia a las grandes masas de pobres en Guatemala tiene, en estos breves espacios de distracción, un destello en el que padres e hijos (no todos, por supuesto) encuentran una efímera alegría.

¿Qué patojo o patoja no goza con hacer ruido y relajo? Mojarse sin que nos regañen, juntarnos con la palomilla para lanzar bolsas de agua y jugarse todo tipo de bromas; aprovechar el momento para cantinear a la patoja que normalmente no vemos fuera del tiempo de clase, participar en el desfile con uniforme de guerra, aunque no nos guste, pero parece impresionar a otros establecimientos que no los tienen y a las chicas, que nos ven “elegantes” con esos insulsos trajes. El ruido de los instrumentos juega un papel importante en toda esta parafernalia, pues si bien la clase de música la pasamos en blanco, todo es que nos den una corneta o un redoblante y ya nos podemos sentir músicos para chilerear. La algarabía se complementa con banderitas por todos lados, pino, marimba y lo mejor de todo: rico ponche y exquisito tamal ¡TODO DE GRATIS!

Estudiar en el deteriorado sistema público es de por sí deprimente, pues la opción fue impuesta por la pobreza y no por elección.

En un contexto de tantas carencias, por lo menos en los albores del 15 de septiembre se lavan los baños de las escuelas. Aunque carezcan de agua en las tuberías, ahora ponen tambos del vital líquido (gracias a la lluvia) ya que no alcanza para pagar las pipas de camión. La carencia de pupitres continúa y los pocos que hay no sirven, pero ¿quién quiere estudiar si son fechas de jolgorio por la patria? además, no hay clases, ¿qué podría ser mejor?

En plena mañana pasé enfrente de las dos escuelas y se notaba la algarabía de los estudiantes y la molestia de los padres que no pudieron entrar pues el protocolo de ocupación no dio para todos.

El MINEDUC, fiel a su tradición, se volvió a portar gamonal; además de las playeras azul y blanco que regaló el gobierno, con leyenda y logo como corresponde, brindó decenas de pelotas a cada escuela. Ojalá fueran balones, pero no, son pelotas pequeñitas plásticas. Y en un país en donde se carece de todo y apenas se recibe algo regalado, estas esferas invitan a la chamusca callejera, algo impensable en tiempo regular de clases.

En el año escolar, diciembre se pasa en la casa al igual que Semana Santa, en cambio, la fiesta patria nos permite el despelote en tiempo ordinario de clases. Los que conocemos la historia y la enseñamos, sí tenemos la obligación de seguir aportando de todas las formas posibles y en todos los espacios no académicos.

¿Cómo criticar? ¿Cómo censurar? ¿Qué culpa pueden tener los pobres de jugar a ser felices con tan poco?