JOSÉ ALFREDO CALDERÓN: La independencia de mentiritas (II parte y final)

José Alfredo Calderón E.*

Hablamos en la primera parte, de cómo las contradicciones oligárquicas en Centroamérica, fueron el motor que generó un proceso de independencia diseñado e implementado por la familia Aycinena; siendo el 15 de septiembre de 1821, un mero corolario de un plan elitario manejado semanas antes. El Plan Pacífico de Independencia dice en su primer artículo:

Artículo 1º. No tenemos Jefe para esta empresa. Elegimos desde ahora de nuestra plena voluntad, y general consentimiento al Señor Don Gabino Gaínza nuestro actual interino Jefe. Si aceptare pasará a serlo en toda propiedad y legitimidad que le confiere la elección del pueblo; obtendrá los honores y recompensas debidas por su mérito, nuestra gratitud y la de nuestra nuestra gratitud y la de nuestra posteridad.”[1]  

Como se puede constatar en el texto, la familia Aycinena aprovecha la veleidad de Gabino Gaínza, un personaje que se opuso desde un inicio al proceso de independencia y la anexión a México, pero que logra ser “convencido” por las elites para encabezar la “gesta cívica” semanas después. Luego, el Plan referido menciona con precisión quirúrgica, todo lo que se debe hacer, en las secuencias debidas y a cada personaje se le asigna un rol como si fuera un libreto de actuación.

“Artículo 2º. La aceptación del Jefe tendrá por primer efecto convocar una Junta Generalísima de los vecinos (a pretexto de prevenir el desorden en caso de decidirse el pueblo a la independencia), en que solamente se les propondrá a los concurrentes voten secretamente en pro, o en contra de ella. Hecha la votación se nombrarán dos escrutadores, para reconocer los votos, y publicar su resultado.

Artículo 3º. Si éste fuere en pro, el Jefe les dirá a los concurrentes: “Señores: el pueblo está por la independencia: Nombremos una Junta que lo dirija”[2]

En el texto aparecen anotaciones que establecen, con lujo de precisión, quiénes deben estar, qué tienen que decir y hasta cosas tan operativas como quién estará de guardia el día en que se declarará independencia. Veamos: “Determinado el día en que se ha de convocar la Junta se mandará poner el Batallón de Milicias sobre las armas, y se dará aviso secreto al Pueblo por medio de los Síndicos, para que concurra en masa a diferentes puntos de la ciudad, y grite “viva la independencia”. Una guardia de negros mandada por su oficial Don Justo Milla guardará la puerta del salón en que se haga la Junta, y aquel día estará de guardia en el Fijo un oficial de los de confianza (…) Cuando el Jefe determine que se nombre esta Junta habrá grandes reconvenciones y alboroto. El Jefe entonces llamará al orden a los exaltados, y les dirá: Señores: aquí hemos concurrido a decidir una cosa de la mayor importancia. He convocado a los principales para el efecto: Voten VV. si se debe o no hacer el nombramiento propuesto.- Si alguno en este intermedio quisiese salir para irse no se lo permitirá el Jefe, hasta que se concluya el nombramiento de la Junta. Concluido el nombramiento mandará el Jefe arrestar a los más exaltados en contra de la independencia para asegurar sus personas y resguardarlas del insulto del pueblo (…) Nombrada la Junta se presentará el Jefe en un balcón, y gritará “Viva

la independencia”. A que contestará el pueblo con aclamaciones. En seguida se presentará en el mismo paraje la Junta Provisional preparatoria, y el Jefe la dará a reconocer al pueblo.”[3] La parte medular de todo este Plan[4] es la certeza de que los cambios serán gatopardistas, es decir, que todo cambie para que nada cambie.

“Artículo 7º. No se innovará nada en cuanto al gobierno, ni se tratará de remover empleado alguno, a no ser que se considere peligroso contra el futuro inmediato sistema.(…) Artículo 9º. Los Españoles europeos no sólo no serán perseguidos, sino protegido por nosotros. Artículo 10º. Obtendrán los mismos derechos, que hoy tienen. Artículo 11º. Y privilegios en punto a Comercio con respecto a los extranjeros.”[5] No está demás indicar que los Aycinena se consideraban europeos.

Finalizo acotando que José Cecilio del Valle hace la única denuncia –relevante– de las juntas secretas de Pedro Molina con la familia Aycinena: “…Dices que defiendes su causa y sostienes la del espíritu de familia. Das a entender que deseas para todos los derechos del ciudadano, y trabajas por sostener a los que quieren los empleos para ellos o por medio de ellos. Indicas que debe aumentarse la representación de nuestros caros paisanos, y eres el eco de los que gritan cuando los representantes no son ellos o de ellos. Te ostentas liberal y tu idioma propio de los tiempos de oscuridad es de un siervo que alaba a sus patrones.”[6]

*Historiador y analista político

[1] Cabezas, Horacio. Independencia centroamericana: Gestión y ocaso del “Plan Pacífico de Independencia”. Editorial Universitaria, Universidad de San Carlos de Guatemala. Colección Monografías. Guatemala 2009. Pág. 74.

[2] Idem.

[3] Idem.

[4] Hay que advertir que el Plan Pacífico para la Independencia de la Provincia de Guatemala es un documento todavía desconocido por la mayoría de guatemaltecos, pues la historia oficial y los sucesivos gobiernos desde la Reforma Liberal a nuestros días, se han encargado de mantener la versión romántica de los hechos. Reitero el paralelismo entre el “guión” subrepticio de este plan y el acta oficial de independencia que todos conocemos. La diferencia estriba en que lo segundo, es la versión políticamente correcta de lo planeado para mantener el engaño en los planes de estudios y los imaginarios sociales.

[5] Ibid. Pp. 75

[6] Texto que aparece en el Editor Constitucional de la época. El diario que dirigía Del Valle. Citado en la investigación de Horacio Cabezas.