PROVOCATIO: En el corto plazo, el daño es irreversible

Zury tampoco es que despierte muchas simpatías ni entre las élites ni en los potenciales votantes comunes, por ello, su candidatura podrá ser exitosa (aunque no legal) sí y solo sí, logran imponer el argumento maniqueísta que es la única que puede oponerse a los demonios de una “india, comunista, ignorante y resentida” (sic) la cual podría repetir lo que pasó en Perú. Se refieren, por supuesto, a Thelma Cabrera.  

José Alfredo Calderón

Historiador y analista político

Por increíble que parezca, la mayoría de los habitantes de este NO PAÍS continúan esperanzados en torno a la febril idea que la situación cambiará, para bien, en el corto plazo; no saben cómo, ni cuándo, ni quién o quiénes serían los actores, pero la convicción ahí está, ignorando el principio que se volvió universal: La definición de locura es pretender resultados diferentes haciendo lo mismo.

Trataré de resumir las “argumentaciones” de los esperanzados, descartando por supuesto, a aquellos que se debaten en la subsistencia, pero que también votan por influencia de quienes ya avanzaron un par de niveles en la pirámide de Maslow. En ellos, es comprensible que ignoren muchas cosas y que su atención se centre en el próximo tiempo de comida, antes que en cualquier otro problema que, para ellos, resulta etéreo, pues lo primordial en su mundo, es ajeno a los devaneos de la política y la economía.

Me centraré en todos aquellos que tienen las necesidades más básicas cubiertas y que su nivel de estudios alcanzó por lo menos la secundaria[i], leen fragmentos de los diarios o revistas digitales y visitan con regularidad las redes sociales. Estos tienen los tres tiempos de alimento garantizados, aunque sean precarios, tienen un ingreso periódico (no necesariamente trabajo formal y estable), no son propietarios de su vivienda, pero al menos pueden pagar la renta de dos ambientes pequeños con un baño. Esto les permite “informarse” y opinar sobre cualquier tema, pues una característica endémica de los guatemaltecos, sobre todo de los chapines[ii], es hablar de cualquier asunto, sea terrenal o mágico, aunque no se tenga ningún conocimiento sólido al respecto. Es el mundo del “boca en boca”.

Las “argumentaciones”, cabe advertir, son generadas hábilmente por los operadores políticos y mediáticos de las élites, siendo filtradas por diversos medios para que toda la gente empiece a opinar y discutir, preparando el terreno para las elecciones de cada cuatro años.

El tema del modelo económico es intocable, nadie habla al respecto, ni siquiera la llamada izquierda representada en el Congreso, lo cual le facilita las cosas al sistema. Si se toca el sistema económico se vendría el caos y la pérdida de empleos, es, en resumen, la narrativa de los embaucadores y de los embaucados que repiten como los loros.

Todas las opiniones y ofertas politiqueras se centran en lo político, pero no en el sentido macro que va más allá de las elecciones, sino en lo estrictamente electoral. Esta es otra gran victoria de los dueños de este paraje, por eso, el foco de atención va sobre triquiñuelas que no tocan la esencia del sistema. Dar esa sensación que algo cambia, consuela y esperanza a la masa, aunque no se den cuenta que son cambios gatopardistas, cuyo lema es “que todo cambie para que nada cambie.”

A pesar que cada vez es más evidente el engaño de los comicios, esa necesidad de creer en algo y mantener la esperanza, hace que la mayoría encuentre en la farsa electoral, que desde 1957[iii] se monta en este bello solar, la única salida potencial a sus problemas, aunque en el fondo, sepa que todos son coyotes de la misma loma. De un mal gobierno, se pasa a otro peor y cuando se creía tocar fondo, surge otro más nefasto.  Esto es, exactamente, lo que pasará en 2023, en donde “competirán” los perdedores de 2019 con los “nuevos” de ocasión, arrojando al menos, dos docenas de candidatos a la presidencia.

Entre esa catizumbada de oportunistas y corruptos, hay de todo. Están los más cercanos a las élites pero que no logran imagen ni con antena parabólica, tal el caso de Isaac Farchi (ex VIVA), Roberto Arzú (ex PAN), Edmond Mulet (ex Humanista), Luis Velásquez (ex Unidos) o Julio Héctor Estrada (ex CREO) que adornaron el evento 2019. También se cuenta con la siempre controversial Zury Ríos que, si bien tiene objeciones hasta en la misma derecha empresarial, se va perfilando, no como la favorita, sino como el mal necesario para alejar el fantasma del comunismo, ahora disfrazado de populismo, dicen ellos, así como otras amenazas anexas y conexas, como la ideología de género y la izquierda abortista y vende patrias.

Zury tampoco es que despierte muchas simpatías entre las élites ni en los potenciales votantes comunes, por ello, su candidatura podrá ser exitosa (aunque no legal) sí y solo sí, logran imponer el argumento maniqueísta de que es la única que puede oponerse a los demonios de una “india, comunista, ignorante y resentida” (sic) la cual podría repetir lo que pasó en Perú. Se refieren, por supuesto, a Thelma Cabrera.

Una desgastada Sandra Torres seguirá siendo un buen recurso de supuesta polarización, siempre y cuando, la estratagema sobre Thelma Cabrera no funcione, pues nuevamente volverán comunista a “la Doña” para asustar con el petate del muerto. Si la empresaria Torres usa un mínimo de inteligencia, rechazará el papel de “corona presidentes” y se queda en el Congreso liderando sus propias clicas y las que se monten al carro y, con ello, aumentar su poder actual.

Conociendo a las élites, no pondrán todos los huevos en un mismo canasto, por lo que, si Zury se les cae, tienen plan B, C, D, E y F.  En el camino, necesitan otros enanitos que le den colorido a las alegres elecciones. En este segmento entra de todo: Edwin Escobar (ex Prosperidad Ciudadana), Fredy Cabrera (ex TODOS), Danilo Roca (ex AVANZA ya desaparecido), Estuardo Galdámez (ex FCN Nación que está preso) o algún espécimen similar; Mario Duarte (ex Unionista), Mauricio Radford (ex Fuerza ya desaparecido), José Luis Chea (ex partido Productividad y Trabajo, ya desaparecido) o Amílcar Rivera (ex de Victoria). Por respeto y para no deprimir más a mis amables lectores, no mencionaré a Neto y otros bichos que se encontrarán en la palestra del 2023.

Volviendo al tema de la “argumentación” para mantener la esperanza hacia 2023, la mayoría habla de hacer reformas “de fondo” a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, mencionando desde fantasías inviables hasta buenas propuestas que, por supuesto, no pasarán, no solo por el poco tiempo disponible, sino por la perversidad de esta legislatura que, fiel a la tradición, es peor que sus antecesoras. Nadie en su sano juicio, esperaría algo de los diputados.

También está el “razonamiento” que implica un llamado al arrepentimiento de las élites y sus operadores políticos, para que cambien de rumbo y lo corrijan.  Demanda moralista que además de irreal, no deja de ser inocente y francamente tonta. Además, ellos ya no están solos, el narco pasó de ser un acompañante incómodo, a un socio de negocios. La repugnancia inicial se les fue pronto, al comprobar el tremendo poder que representa, no solo militarmente, sino por la disponibilidad inmediata de efectivo en grandes cantidades, insumos fundamentales para comprar y amenazar a quien se necesita, incluyendo muchos empresarios, altos mandos castrenses y funcionarios públicos a cualquier nivel.

Quienes esperan “algo” de la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Supremo Electoral o de la Corte de Constitucionalidad, la realidad actual los hace aterrizar para comprender que no harán absolutamente nada bueno, sino todo lo contrario. La cooptación del Estado es prácticamente total y, en términos formales, solo les falta la rectoría de la Universidad de San Carlos, la cual se encuentra en un avanzado estado de putrefacción desde hace algún tiempo. Las mafias pretenden sellar el proceso con la próxima elección de Rector en marzo de 2022. Queda también el Procurador de los Derechos Humanos y algunos jueces dignos (AGJI) que mantienen la lucha en condiciones totalmente adversas y demasiado peligrosas.

Para finalizar las fantasías animadas, disfrazadas de “argumentos”, hay quienes esperan que surja “algo o alguien” antes de las elecciones 2023. La idea mesiánica que pueda surgir, de la nada, alguien que salve al país o que aparezca un movimiento espontáneo que no sea ni de izquierda ni de derecha (lo que es lo mismo, de derecha) y que no esté condicionado por nada ni nadie, constituyen, en su desesperación, salidas fantásticas en las que quieren creer. Así las cosas, es más fácil que les salgan dientes a las gallinas, a que estos disparates puedan tener alguna viabilidad, aunque sea probabilística.

Otro elemento que pretende “racionalizar” la necesidad de creer en algo o alguien, alienta a buscar, muy detenidamente, si entre la oferta actual de pícaros existe alguien que “no esté tan manchado”. Es decir que, en su candidez, muchos consentirían a alguien que siga robando, pero poquito. Que puedan existir buenas personas, escondidas y sin poder, no cambia en nada la penosa realidad, pues las decisiones las toman las clicas electoreras y sus adláteres, quienes, a su vez, responden a la mano que mece la cuna (las ahora narco-elites).

La guinda del pastel, las ponen las autodenominadas izquierdas y los Thelmistas, el grupo que suspira por el regreso triunfal de Thelma Aldana, la ex fiscal general y ex magistrada de la CSJ nombrada por Juan de Dios Rodríguez y Otto Pérez Molina y que cambió de carro en el momento más propicio… para ella.

Quien participa en un proceso viciado, y de acuerdo con sus reglas, una de tres: o es parte del juego, o es un gran oportunista o simplemente sus facultades cognitivas están bastante limitadas. Los empresarios tradicionales, las iglesias, los militares, el narco, los políticos y los nuevos ricos producto de la corrupción, JAMÁS atentarán contra un sistema que les brinda muchos beneficios sin mayor esfuerzo, ni concederán espacios o reformas que luego se volverían en su contra.

Para terminar, explico de nuevo, el voto nulo valida el sistema político-electoral, al utilizar este recurso, solo lo refuerza pues su oposición es contra los candidatos que ofertan, ya que ninguno le satisface, pero sigue creyendo en el mecanismo, guardando la esperanza que en las siguientes elecciones surja algo “menos peor”. La abstención es la única que rechaza el sistema como tal y manda un claro mensaje. Por supuesto, cada cuatro años relucen las narrativas elitarias que ambas posturas son “antipatriotas” y que, esa actitud, le deja a otro la oportunidad de decidir, como si, aquí, el voto otorgara el poder de elegir. Las narrativas del Estado finquero parecen los jingles de ByB: repetitivos, cansados, simplones y promocionando un producto muy malo, pero sumamente popular.

Hay una ínfima posibilidad en el mediano y largo plazo, si ya hubiésemos empezado un proceso de formación ciudadana independiente, sistémico y bajo un enfoque histórico-estructural para generar claridad política, que es el punto de arranque de todo lo demás. Sin embargo, seguimos perdiendo el tiempo en nimiedades.


[i] Incluyo, además, a todos aquellos que han logrado formación universitaria.

[ii] Chapín es el de la capital y la Antigua Guatemala.

[iii] Primer gran fraude electoral entre derechas post contrarrevolución.