PROVOCATIO: Aires napoleónicos en la región

Mientras algunos cacicazgos entran en crisis en Guatemala, El Salvador asiste, paradójicamente entusiasmado, a un protogolpe de Estado.  Como si los ejemplos de Daniel Ortega y Juan Orlando Hernández en Nicaragua y Honduras, no fueran suficientes, el millonario millennial Nayib Bukele, tiene una alucinación mesiánica que lo hace sentenciar que nada ni nadie se interpondrá entre la voluntad divina y la del pueblo, de la que él –por supuesto– es su fiel interlocutor. Minutos después del sitio militar impuesto a la asamblea legislativa salvadoreña para presionarla por la aprobación de un préstamo de $109 millones, Bukele fijó un tuit, recordando: “Es hora de cumplir nuestro juramento”. Repasemos tal promesa:

“¿Estamos dispuestos para empujar todos para adelante (la masa contesta afirmativamente) estamos dispuestos todos a ver hacia el futuro (los asistentes repiten jubilosamente que sí) estamos dispuestos a, con la ayuda de Dios (primera mención) tener El Salvador que soñamos (más jubilo afirmativo se sucede y luego una pausa) si es así… si es así… con la ayuda de cada uno de ustedes, defendiendo la conquista lograda el 3 de febrero, defendiendo este amplio mandato que nos dan para que podamos cambiar nuestro país, luchando cada uno desde su trinchera, con la ayuda de Dios (segunda mención) nuestro país va a salir adelante. Y ese, es el juramento más importante que vine a hacer el día de hoy; y les pido que lo hagan conmigo (siguen los vítores).  ¡Juramos! (todos repiten) trabajar todos (dicen al unísono de nuevo) para sacar nuestro país adelante (reproducen una vez más); ¡juramos! ¡defender! ¡Lo conquistado el tres de febrero! ¡Juramos! ¡Que defenderemos nuestro país! ¡Contra todo obstáculo! ¡Contra todo enemigo! ¡Contra toda barrera! ¡Contra todo muro! ¡Nadie se interpondrá entre Dios (tercera mención) y su pueblo para poder cambiar El Salvador! ¡Muchas gracias! ¡Que Dios (cuarta mención) bendiga a El Salvador! ¡Que Dios (quinta mención) bendiga todo el gobierno! ¡Y que Dios (sexta mención) bendiga a uno y cada uno de los salvadoreños!” (sic)

La gente repitió, a requerimiento del mandatario salvadoreño, cada una de sus arengas en esta alocución[1], que en menos de dos minutos, tuvo seis menciones a un ser superior y que culminó con frases de bendición al mejor estilo de Giammattei, quien por cierto, reaccionó rápida y efusivamente en apoyo a Bukele, con el siguiente tuit el domingo 9 de febrero: “Apoyamos al presidente @nayibBukele en el esfuerzo por brindar la seguridad a través del plan de control territorial y hacemos un llamado al diálogo y al fortalecimiento de la democracia en nuestro hermano país de El Salvador.”[2]

Al hacer una exégesis política de este mensaje de apoyo, preocupan varias cosas: la primera, la celeridad y efusividad para brindar apoyo a una acción claramente intimidatoria, dictatorial y totalmente contraria a la democracia en todas sus versiones.  La segunda, que pareciera justificar aquella vieja frase que “el fin justifica los medios”; pues el préstamo ya aludido (y que generó el conflicto) se necesita para cumplir con la III fase del Plan Control Territorial de El Salvador, utilizando para el efecto, la vieja y fallida táctica de criminalizar y reprimir a pandilleros y supuestos “antisociales” similares.  El propio país vecino probó en carne propia el fracaso de las políticas de “mano dura”, que no solo no resolvieron el problema de violencia, sino que lo empeoraron. La tercera cuestión que inquieta, es la disonancia cognitiva entre el apoyo que brinda, contrastando con un genérico e indeterminado llamado al diálogo y el fortalecimiento de la democracia, cuando precisamente lo que se rompió fue eso mismo. En todo caso, hubiera sido más prudente llamar a la reflexión a su homólogo salvadoreño, a menos que Giammattei ya estuviera enterado de esa conexión divina de Bukele con el Todopoderoso, quien según este acomodado millennial, le habló para pedirle paciencia…[3]

“Bukele dijo que solo necesita “apretar un botón” pero dará una semana a los diputados para que le aprueben el préstamo de $109 millones que pidió…” Tras militarizar la Asamblea, manifestó que Dios le pidió paciencia. “Ahora es muy claro quién tiene el control de la situación y la decisión que vamos a tomar ahora, la vamos a tomar en manos de Dios”[4], terminó diciendo el ahora ungido para ejercer el poder dictatorial.

Show mediático aparte, hay que escarbar poco para saber que el objetivo del préstamo es solo una excusa, y es aquí donde las similitudes de los gobiernos de Guatemala y El Salvador empatan. Así como Giammattei fue maniatado el 24 de octubre de 2019 –en San Salvador[5] precisamente–, los hechos del fin de semana en el país vecino, fueron promovidos por la institución castrense. Diversas fuentes dan cuenta que fue René Francis Merino y Ennio Elvidio Rivera Aguilar, ministro y viceministro de la Defensa respectivamente, quienes asesoraron y empujaron al presidente Bukele a tomar la Asamblea Legislativa y quitarles la seguridad personal a los diputados.  Toda la operación fue planificada y dirigida por el Estado Mayor Conjunto y ejecutado por las fuerzas especiales del ejército salvadoreño, con instrucciones de neutralizar al personal de seguridad del Organismo Legislativo y el propio de los diputados, con aval para hacer capturas.

Independientemente del compás de espera que dio el gobernante vecino, lograron el objetivo estratégico al amedrentar y someter a otro organismo del Estado, en clara flagrancia a la división republicana de poderes.  Para el efecto, los civiles que apoyaron a los militares, arguyeron el artículo 167º. de la Constitución Política Salvadoreña, la cual en su numeral 7º., hablando de las atribuciones del Consejo de Ministros, dice expresamente: “Convocar extraordinariamente a la Asamblea Legislativa, cuando los intereses de la República lo demanden.”   El pequeño gran detalle que la población en general no capta, es que este artículo constitucional y su numeral 7º. en particular, es usado fuera de contexto y fuera del espíritu del legislador, como bien indica el constitucionalista salvadoreño René Hernández Valiente: “Esa disposición que está usando ahora tiene una justificación histórica, el Consejo de Ministros actuaba en sustitución de la Asamblea cuando la Asamblea (sic) tenía unos períodos de receso en el año, no trabajaban los 12 meses del año, sino 10. La Constitución dice que solo en casos que se tenga que utilizar el sistema de régimen de excepción, lo decidirá la Asamblea, y en su caso, el Consejo de Ministros, y esa expresión en su caso, es solo porque trabajaban 10 meses. La excepcionalidad es cuando se ve alterado el orden público, no cuando hay simples diferencias de opinión política entre el Presidente de la República y cualquier otro funcionario de la Asamblea y de la Corte Suprema de Justicia”.  Otro artículo constitucional invocado, es el derecho a la insurrección, establecido en el artículo 87. de su Carta Magna.  En clara contradicción de la arrogancia presidencial, este derecho pertenece al pueblo, y alude –puntual y precisamente– a los casos en los que un gobernante –como Bukele– trasgreda el orden constitucional como lo ha hecho él.

Pero además de manosear la Constitución, Bukele define y anticipa la campaña presidencial para intervenir en las elecciones legislativas de febrero de 2021. Y toda esta estratagema, la adereza con rituales religiosos[6], aprovechando la ingenuidad de las masas, que prestas y dispuestas, lo están apoyando –en buen número al menos– sin saber que se están pegando un tiro en el pie, pues esto acabará mal y los grandes perjudicados serán los propios salvadoreños que lo eligieron.

Entre lo tragicómico de esta situación, está el hecho que la Asamblea Legislativa no aprueba el préstamo en sí, sino da la autorización para que el presidente lo negocie. Esto, sin perjuicio de una opacidad que está saliendo a luz, pues $46 millones del préstamo es para comprar helicópteros y un barco y $25 millones servirán para videovigilancia. “Casualmente”, Osiris Luna, director de Centros Penales de El Salvador, viajó recientemente a México pagado por la empresa “Seguritech”, cuyo giro de negocio es la videovigilancia, precisamente.[7]

Hasta el momento, de nada ha servido la oposición de la Corte Suprema de Justicia y su tribunal constitucional; tampoco la oposición de la Asociación de Periodistas de El Salvador, que ya denuncian intimidaciones, o la de sectores académicos, profesionales e incluso empresariales, quienes, con su tibieza natural en estos casos, se refirieron a la acción totalitaria de Bukele como “… fue algo totalmente innecesario”.  

La embajada norteamericana ya alertó sobre la crisis, y al parecer, esta alerta tiene voz celestial.  Los mal pensados dirían que es la misma voz de la que habló Bukele, cuando se refirió al pedido de paciencia por parte de Dios…

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político


[1] DRAE: “Discurso o razonamiento breve por lo común y dirigido por un superior a sus inferiores, secuaces o súbditos,”

[2] Al momento de redactar esta columna, casi 10,000 me gusta validaban las frases del mandatario guatemalteco.

[3] www.laprensagrafica.com

[4] Idem.

[5] El general Roy Stuardo Dedet Casprowitz anuncia el gabinete de seguridad del nuevo gobierno, en ausencia del presidente y vicepresidente electos (quienes estaban en Taiwán) y se autonombra portavoz y encargado de la transición, enviando al vicepresidente Guillermo Castillo, a la invisibilidad e impotencia.

[6] Se pone a rezar sentado en la silla del presidente del Organismo Legislativo en el Salón Azul y en sus constantes declaraciones, repite hasta la saciedad su relación con Dios quien “lo asesora”.

[7] Con información del artículo “El Bukelazo”, de César Castro Fagoaga del 10-02-202en la revista Nómada.