Prevención, clave para reducir desastres

Efectos del cambio climático y pobreza son una combinación muy peligrosa. Está confirmado en todo el mundo que las condiciones socioeconómicas están íntimamente vinculadas a los desastres que cada vez más se producen a lo largo y ancho del planeta.  La última tragedia ha ocurrido en Guatemala, en la colonia El Cambray II, Santa Catarina Pinula, dentro del área metropolitana.

 

Los peligros acechan: los eventos o fenómenos naturales que pueden provocar desastres son numerosos, y en el caso de Guatemala se han vivido prácticamente todos. Aquí, los más frecuentes:

 

Terremotos:  Guatemala se encuentra en una zona altamente sísmica, por lo que constantemente se sienten movimientos de regular intensidad. Los últimos desastres se han dado en la región de San Marcos, pero aún se recuerda el fuerte terremoto del 4 de febrero de 1976, cuando cerca de 25.000 personas perdieron la vida y millones resultaron damnificadas. La zonas y personas más pobres resultaron las más afectadas.

 

Deslaves e inundaciones: Se presentan eventos trágicos casi en todos los inviernos. Las copiosas lluvias, sumadas a las deforestaciones a la que se ha sometido el país, provocan situaciones como la vivida en El Cambray y antes en Panabaj, Santiago Atitlán. Se tiene identificadas a casi todas las comunidades que corren peligro ante estas situaciones, pero no existe una política pública definida para mover a las familias que viven en estos lugares.  Si bien se hacen alertas más o menos regulares, es poco el trabajo también formal para crear conciencia del peligro.

Medidas necesarias:

Políticas públicas específicas: Se requiere de programas sociales de gran magnitud. Además de detectar los lugares que son peligrosos para vivir -cuencas de ríos, cerros o cerca de cerros-, es necesario  que se facilite el traslado de los habitantes en estas zonas, por medio de financiamientos extremadamente blandos, subsidios y otras facilidades, tomando en cuenta el nivel de pobreza de las personas que pueden ser afectadas. Las comunidades  más vulnerables no pueden darse el lujo de traslados por sus propios medios o recursos.

Promover la reforestación de cerros y cuencas de ríos. Esto ayuda a prevenir los deslizamientos. Hay que controlar la deforestación desmedida a la que estamos sometiendo el país.

Las comunidades en zonas de riesgo deben tener –mientras se logra su traslado– un constante acompañamiento de capacitación, para que las personas sepan exactamente el riesgo que corren y cómo reaccionar en caso de que se produzca una inundación o deslave.

En Guatemala existe la Coordinadora Nacional Para la Reducción de Desastres (Conred), que ha demostrado en varias ocasiones una buena capacidad de respuesta cuando se producen las tragedias, pero se hace muy poco en cuanto a desarrollar planes de prevención y generar políticas públicas de gran envergadura.

Hay que recordar que Guatemala se encuentra en una zona en la que este tipo de peligros son significativos. Como se puede apreciar en el mapa adjunto, los países de mayor riesgo se encuentran en África y Asia –en regiones de extrema pobreza–, pero también en América hay varios países con alto nivel de peligrosidad, entre ellos la región centroamericana. En el caso de Guatemala, los niveles de pobreza y el poco cuidado de nuestros bosques –entre otras cosas–, hacen que  el peligro aumente, sumado a la falta de políticas públicas que se ha mencionado con anterioridad.

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