Gana el peronismo

Danilo Arbilla ADanilo Arbilla


 

La crisis en Brasil y el resultado de las elecciones argentinas del próximo 25 de octubre, son dos hechos que serán decisivos para el futuro del progresismo en Latinoamérica.

Lo de Venezuela parece cosa juzgada, por más que Nicolás Maduro siga metiendo presos a sus oponentes y declarándoles la guerra a sus vecinos más cercanos, por ahora. Hasta sus exasesores y amigos españoles de Podemos, critican a Maduro y han tomado una más que prudente distancia.

A Rafael Correa como que se le derrite la careta y aparece su verdadero rostro, el que no puede ocultar ni maquillar con su ley mordaza. El inconformismo de los ecuatorianos crece, mientras baja el precio del petróleo, que se ha transformado en una difícil prueba para tantos gobernantes que hasta no hace mucho, se jactaban del buen manejo económico y derrochaban esos dulces petrodólares.

Daniel Ortega tiene la maquinaria  aceitada para seguir, pero puede recibir algún coletazo por el tema petróleo. Evo Morales, en cambio, lo tiene  todo bien atado, como consecuencia de sucesivas reelecciones, previstas en la Constitución, la que se modifica cada vez que se hace necesario. Con un cambio de panorama, empero, eso de tantas reelecciones puede empezar a verse como no democrático. Hasta por la UNASUR.

En lo que hace a Argentina, es casi seguro que no habrá cambios que impacten: ganaría el peronismo.

Los porcentajes de las encuestas, en la recta final, se muestran algo temblorosos y nunca se descartan las sorpresas. De todas maneras, es difícil que no triunfe Daniel Scioli, el candidato oficial.

Hay coincidencia en que no obtendría el 45 por ciento de los votos necesarios para ganar directamente, pero no es descabellado pensar que sí alcance el 40 por ciento de los votos, con una ventaja de más de 10 puntos sobre su seguidor inmediato, con lo que igual accedería a la Presidencia sin necesidad de una segunda vuelta.

Se sostiene que si Scioli no consiguiera ese triunfo directo, se le haría más difícil la segunda instancia en la que, según las encuestas al día de hoy, el empresario y gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri, aparece como su más seguro contendor.

Macri, entonces, podría recibir un fuerte apoyo de la oposición, especialmente del antikirchnerismo y ganar el balotaje.

Pero puede que no sea tan así.  Para empezar, hay partidos menores – de izquierdas – que difícilmente voten a Macri, a quien ubican en la derecha neoliberal, lo que consideran una mala palabra, incluso peor que el cristinismo, del cual también reniegan, pero no tanto.

De cualquier forma, todo depende de lo que hagan los votantes de Sergio Massa, el tercero en discordia, a quien los últimos sondeos lo ubican muy cerca de Macri (y a Scioli por debajo del 40 por ciento). Massa se integró al peronismo en la década del 90, cuando gobernaba Carlos Menen, siendo hombre del kirchnerismo desde el principio, y Jefe de Gabinete (2008-2009) en el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Se independizó no hace ni cuatro años, aunque ello no evita que se le vea como un peronista disidente o, más certeramente, solo como un kirchnerista disidente. Además, se ha aliado con reconocidos e históricos dirigentes peronistas, como el caso del poderoso gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, a quien Massa,  adelantó, designaría jefe de su Gabinete ministerial, si consigue el Gobierno.

Masa, sin dudas, recoge el voto de los peronistas que no quieren a Cristina Kirchner, que son muchos, pero que son votos peronistas.

El peronismo es un movimiento muy amplio que da cabida a todas las tendencias, pero en el entendido de que primero son peronistas. Y este es un elemento que incidirá en una disputa entre un extraño -Macri- y un peronista, aunque este sea el candidato de Cristina Kirchner .

Es difícil que pierda Scioli. Seguramente va a ganar el peronismo, lo que no quiere decir que gane el kirchnerismo. Son cosas diferentes y que hay sopesarlas como tal, cuando se mira a futuro.

Hasta no hace mucho, varios gobernantes se jactaban del «buen manejo económico» y derrochaban sus  petrodólares, pero el precio del petróleo sigue bajando.