Otra vez, los incentivos tributarios…

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En el Encuentro Internacional sobre Justicia Fiscal y Fraude Transnacional, realizado en Costa Rica con más de cincuenta delegados de América Latina, el Icefi presentó el estudio «La eficacia de los incentivos tributarios a la inversión en Centroamérica», que analiza la experiencia regional de atracción de inversión extranjera a través de incentivos tributarios; sus costos y los efectos  causados.

El estudio, que puede ser descargado en www.icefi.org, utiliza la información disponible para el período entre 1990 y 2014, y concluye en varios aspectos de interés para los tomadores de decisión:

Acorde a los estudios mundiales recientes y a encuestas a empresarios, el otorgamiento de incentivos tributarios a la inversión, no es un factor determinante en la atracción de la misma. Por ello, la misma sigue fluyendo en mayor proporción hacia los países con mejores fundamentos en infraestructura física, calidad de la sociedad y fortaleza institucional.   Por ello, a pesar de los esfuerzos de Honduras y El Salvador, la inversión sigue teniendo como destino principal Costa Rica y Panamá. 

Centroamérica está inmersa en una guerra de tratamientos tributarios especiales y los países han tratado de atraer inversión, depredando la existente en los países vecinos.  El esfuerzo ha sido nulo, porque solo ha provocado que prácticamente todos los beneficios tributarios que ofrecen los países, con sus matices, son los mismos y por ende dejan de ser incentivos reales a la inversión extranjera.

La inversión atraída no ha cambiado la estructura productiva de los países, de tal forma que incluso aquellos sectores beneficiados con incentivos, conservan su peso relativo en el PIB.  Por ello, no parece que el otorgamiento de incentivos contribuya a transformar, como lo ofrecen los ponentes de estas leyes, la estructura económica nacional.

El desempleo; la informalidad económica; el porcentaje de personas que realizan actividades económicas por su cuenta; la estructura del empleo conforme el nivel de productividad, y la estructura del empleo por sector económico, son esencialmente los mismos durante todo el período.  Por ello, contrariamente a lo ofrecido por ministros de Economía y los beneficiarios de los incentivos, su otorgamiento no redunda en mejoras a los trabajadores.     Es importante comentar que resulta obvio que los sectores beneficiados, aun sin información oficial de soporte, han creado cierto número de empleos, especialmente en zonas francas y maquilas; sin embargo, la mayor parte de los empleos creados devienen de la reducción del mismo en otros sectores económicos internos, por lo que el aparente crecimiento del empleo deviene del canibalismo a otras actividades. 

El costo fiscal, en diferentes dimensiones, es constante y no existe ninguna evidencia de que se realicen estudios de beneficio-costo previo al otorgamiento de exenciones, ni tampoco que los ministerios de Finanzas o Hacienda, en compañía de sus colegas de Economía, hayan hecho alguna validación actualizada de que dichos tratamientos valen la pena.   La realización de los estudios comentados es una buena práctica internacional.

Los grandes ganadores de estos sistemas tributarios preferenciales han sido los empresarios que los han recibido durante tres décadas, y el sacrificio social no ha sido recompensado con efectos positivos considerables sobre las economías. 

Lo más triste es que ya hoy se escuchan nuevas voces que claman por incentivos tributarios para aumentar sus ganancias a costa de deteriorar los ingresos públicos, bajo la idea de que esto será la panacea para la región. 

Por ello, es apropiado hacer un llamado al ministro de Finanzas Públicas de nuestro país, para que endurezca su posición y no se deje torcer el brazo por los buscadores de rentas que persiguen exenciones tributarias que no producen bienestar a la sociedad.