Morales empieza su segundo año con grandes retos

Los problemas del país siguen siendo los mismos, pero para el presidente Jimmy Morales,  2017, su segundo año como gobernante, principia con con grandes desafíos políticos, sociales y económicos, que anticipan más agitación que la que la vista a lo largo de 2017.

El mandatario optó por no realizar ningún ajuste en su gabinete de ministros, lo que significa que confía en los resultados del primer año –lo dijo en su discurso el pasado sábado–, pero las demandas de la población irán en aumento y ya no hay espacio para tolerancia.  Su popularidad, aunque no se ha medido por ninguna encuesta seria, parece a la baja y el tono de las críticas puede subir pronto, según analistas.

Gran parte de la atención de la opinión pública seguirá centrada en la cruzada contra la corrupción que libran la fiscal general, Thelma Aldana (MP), e Iván Velázquez (CICIG), y aunque no es tarea que competa al gobernante, agita el ambiente político.  Incluso estas fsicalías no han descartados hasta el momento que en uno de los casos que se investigan –el del Registro de la Propiedad– puedan quedar involucrados el hijo y hermano del presidente, José Manuel y Sammy Morales. 

Aunque en su mensaje a la Nación leído al entregar su primer informe de labores al Congreso el sábado, no hizo anuncios de nuevas políticas, cambios, ni delineó su futura estrategia, se supone que continuará la misma línea de acción en todos los ministerio.  En Comunicaciones, la clamor popular apunta a que se ponga en marcha de nuevo el correo y, sobre todo, que antes de la llegada del invierno se puedan mejorar algo las carreteras.

La cartera de Relaciones Exteriores tendrá por delante la tarea de defender a los migrantes en Estados Unidos ante una administración republicana que amenaza con más deportaciones.  Si se concreta esto en los próximos tres años y cae el envío de remesas, la macroeconomía del país podría verse sensiblemente afectada. Los más optimistas esperan que los cambios ordenados por Donald Trump no lleguen tan rápido ni sean tan profundos como las amenazas.

Ese cambio será un gran reto para Morales y su equipo.

La conflictividad social, que se ha visto a medias en 2016, podría volver con fuerza este año, sobre todo, porque no se ha definido ninguna política pública en materia de generación eléctrica ni minería.  Hay programado el retiro paulatino del subsidio a la energía eléctrica, lo que se traducirá en aumentos escalonados para aquellos que consumen menos energía.  Esto puede generar una explosión social en el interior.

A eso hay que sumar el hecho de que pronto se abrirán nuevamente los debates sobre la reforma constitucional, que se anticipa será controversial y enfrentará diferentes corrientes de pensamiento del país.  Será otro ingrediente para sumar a la conflictividad.

Los hospitales no terminan de abastecerse y se espera el cumplimiento de esto en el corto plazo, educación debe mejorar y no hay nuevas políticas para ver cambios, igual que lo que sucede en la mayoría de carteras.

Otro de los desafíos grandes que se verán, es la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo, porque si bien el partido oficial FCN-Nación, tiene la bancada más grande del Gobierno, la mayor parte de sus diputados son tránsfugas del partido Líder, acostumbrados a las dádivas para aprobar o improbar leyes y decretos.  La UNE ya fijó su línea y será una fuerte oposición.  Algunos creen que se dará más corrupción para mantener alineados a los diputados aliados y oficiales.

Las fortalezas que se esperan son las mismas que se tuvieron el primer año de labores: seguridad y recaudación fiscal, pero no se alcanza a ver que tanto pueden mejorar, porque los cambios generales no son tan grandes y no se ha dado la reforma fiscal en 2016.

Ciertamente el tema fiscal será otro que generá tensión.  El presidente ya anunció que habrá una propuesta integral de reforma fiscal, pero aun se desconocen sus alcances y esto podría generar inestabilidad.

En resumen, un año complicado para el optimista presidente, que en su informe solo ha visto cosas buenas y no menciona los retos, más allá de decir que hace falta mucho por hacer.