Migrantes, permanente flujo de persecución y deportaciones

Ahora se penaliza la actividad de los “coyotes”, pero la inmigración continúa hacia Estados Unidos. Allá son perseguidos y deportados, pero nada los detiene. Son un pilar de la economía nacional, a pesar de que las políticas a su favor son pocas.


Sergio del Águila

sdelaguila@cronica.com.gt

Las remesas que envían los migrantes guatemaltecos siguen siendo un bas­tión importante para la economía na­cional, para el desarrollo social de fa­milias e, incluso, para comunidades enteras.

Esto deriva de que la salida de con­nacionales hacia tierras norteamerica­nas no se detiene, pese a que cada día es más difícil alcanzar el sueño ameri­cano, debido al refuerzo constante de las políticas antimigratorias tanto en Estados Unidos (EE. UU.) como en México y, más recientemente, en nues­tro propio país con la aprobación de la llamada ley anticoyotaje.

En consecuencia, la posibilidad de morir en la travesía, perder los bienes hipotecados para pagar el viaje al trafi­cante de personas y de alcanzar la tie­rra prometida se incrementa cada día. Pero es un juego de póker necesario —debido a los altos índices de pobre­za, desempleo y violencia, entre otros— en donde se puede ganar todo o perder lo poco que se tiene.

Las últimas cifras oficiales dan cuen­ta de que en la nación estadounidense viven 1.6 millones de connacionales y de que las principales ciudades destino son Los Ángeles y San Francisco, San Diego, California, donde radican alre­dedor de 476 mil chapines; luego es­tán Nueva York; Houston y Dallas, Texas y Miami, Florida, que suman 410 mil.

A pesar de lo grande que es la co­munidad guatemalteca que vive en EE. UU. ningún gobierno ha logrado que se les otorgue el Estatus de Protección Temporal (TPS) que, por ejemplo, si tienen ciudadanos salvadoreños y hon­dureños.

Por si fuera poco, las deportaciones de connacionales, de México y EE. UU., aumenta cada año. En 2015 fue­ron deportados, en promedio, 292 guatemaltecos al día, según cifras ofi­ciales y ello evidencia lo difícil que se hace alcanzar la tierra prometida debi­do al reforzamiento de controles y ope­rativos tanto en México como en la frontera norteamericana.

Remesas y economía

Foto-remesas-web-650x400 (1)Poco a poco, y con el paso del tiempo, las viejas casas de adobe y techo de lá­mina del municipio de Salcajá, Quet­zaltenango, se fueron remplazando por modernas construcciones de block de dos y tres niveles.

Esto debido, en buena medida, a que la vieja economía local basada, ca­si con exclusividad, en la elaboración de tejidos típicos —que sigue existien­do— se abrió camino y se diversificó hacia la apertura de tiendas de barrios, abarroterías, ferreterías y otros tipos de negocios.

El desarrollo económico y la mejora en la calidad de vida de los pobladores de Salcajá no se hubiera logrado sin el envío de remesas de la población mi­grante que vive en Estados Unidos.recuadro migrantes

Lo mismo que ocurre en ese muni­cipio del occidente del país pasa a nivel macro, puesto que, las remesas que envían los connacionales que viven en esa nación norteamericana, y que el año pasado alcanzaron los US$6 mil 284.9 millones —unos Q48,205.2 mi­llones de acuerdo al tipo de cambio— tienen efectos notorios e innegables en

la economía nacional, en la nivelación de la balanza comercial como estabili­zador del tipo de cambio y en la amor­tiguación de los índices de pobreza que, según la última medición oficial, se incrementó en 8.1 puntos porcen­tuales, al pasar de 51.2 en 2006, a 59.3 en 2014.

El total de remesas enviadas en 2015 fueron superiores en US$740.8 millo­nes —unos Q5,681.9 millones—, con respecto al año anterior, y mantienen la tendencia constante al alza que se ha registrado en los últimos seis años.

Al respecto, Sandra Herrera, de la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos de Gua­temala, señala que los riesgos que con­lleva migrar sin portar los documentos para ingresar a México y Estados Uni­dos no han sido obstáculo que detenga a los migrantes, quienes, aun en con­diciones difíciles, se seguirán interna­do en esos países, mientras sigan la exclusión social y la falta de oportuni­dades. Pero, eso sí, su aporte es vital para la economía nacional.

Carlos Martínez, analista económico independiente, también comparte ese argumento cuando indica: Las remesas que los guatemaltecos envían se han con­vertido, en los tres últimos años, en un amortiguador de la pobreza y el desem­pleo en Guatemala ante la debilidad del Estado de brindar oportunidades de desa­rrollo en diferentes áreas.

Luego agrega: Históricamente los go­biernos de turno en Guatemala no le han brindado apoyo a las personas que mi­gran hacia Estados Unidos, aun cuando ya se sabe el gran aporte que ellos hacen a la economía por la vía del consumo y el aporte social.

El drama de la migración

Gráfica migrantes

Hace cuatro años se estimaba que dia­riamente salían del país con destino a EE. UU. —y otras naciones— 300 guatemaltecos en busca de una mejor oportunidad de desarrollo para ellos y sus familias. Al mismo tiempo, alre­dedor de 200 eran deportados diaria­mente de la nación estadounidense y de México.

No se sabe si la misma cantidad de connacionales sigue saliendo a diario en aras de un mejor futuro. Lo que sí está comprobado es que, en promedio, diariamente son repatriados de México y EE. UU. un total de 292 chapines; es decir, 92 más que hace cuatro años.

Así, lo evidencian las estadísticas de la Dirección General de Migración, que dan cuenta de que en 2015 hubo 106 mil 448 deportaciones de México —vía terrestre— y la nación estadou­nidense —vía aérea— y que estas au­mentaron en 10 mil 177 con respecto al 2014.

Estos retornos forzados, según el in­forme Perfil Migratorio de Guatemala 2012, elaborado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), tienen implicaciones económi­cas que se viven a escala familiar y algu­nas veces comunitarias, ello porque para subsidiar el viaje, muchas veces quienes emigran le apuestan todo el patrimonio familiar y terminan perdiendo sus propie­dades y porque son separados por los re­tornos forzados.

Camino cuesta arriba

deportaciones

Cada día que pasa, alcanzar el llamado sueño americano es más difícil. Desde 1996 se ha reforzado la política nor­teamericana para contener el flujo mi­gratorio ilegal, y esta medida alcanzó el nivel de seguridad nacional tras los atentados terroristas del 11 de septiem­bre de 2001.

En este sentido, se ha construido un muro fronterizo entre EE. UU. y Méxi­co y se han incrementado los patrulla­jes en las fronteras de ambas naciones del norte, esto hace que los migrantes se expongan a más riesgos en aras de llegar a la tierra prometida.

En Guatemala, el 19 de noviembre del año pasado, se aprobaron reformas a la Ley de Migración, que es conocida como ley anticoyotaje, porque castigan penalmente a quienes lucran con el trá­fico de personas con destino a EE.UU.

La normativa ha sido considerada como un muro más a los intentos de migración, y a juicio de Mauro Verze­letti, director de la Pastoral de Movili­dad Humana: Solo criminaliza a las or­ganizaciones que ayudan a los migrantes.

A su criterio, los efectos de dichas reformas ya se dejan sentir porque: Desde diciembre pasado se producen ca­sos en que los migrantes, luego de hacer gestiones en consulados o recibir apoyo en la Casa del Migrante, son detenidos y ex­pulsados a sus países de origen.

Al referirse a las carencias de las re­formas al Decreto 10-2015, Lesbia Or­tiz, integrante de la Mesa Nacional pa­ra las Migraciones (Menamig), advier­te que el problema del coyotaje no es el único, porque la problemática tiene causas estructurales. Las declaraciones de la experta hacen referencia a la po­breza y la falta de empleo, principal­mente, ya que también motivan la mi­gración y la violencia que azota al país, los desastres naturales y el deseo de reunificación familiar.

Todas las organizaciones que trabajan por los inmigrantes estamos unidas en un grupo articulador compuesto por acadé­micos, defensores y activistas de derechos humanos que luchamos por una nue­va ley de migración con enfoque de dere­chos humanos y el objetivo último no sea criminalizar a nadie y evitar los señala­mientos de que el inmigrante es responsa­ble de todos los problemas de migración, enfatiza Ortiz.

No hay marcha atrás

Triangulo-norte-y-Joe-Biden_AP

Las políticas para desmotivar la migra­ción también están plasmadas en el Plan para la Prosperidad liderado por EE. UU., y propone la implementación de proyectos y políticas de desarrollo en las regiones que más expulsan ciu­dadanos de Guatemala, El Salvador y Honduras y que se harán con aportes —condicionados— del gobierno es­tadounidense y una contrapartida na­cional.

En el caso guatemalteco, según el informe de 2012 de la OIM, la mayor cantidad de migrantes salen de los de­partamentos de Guatemala, San Mar­cos, Huehuetenango, Quetzaltenango, Jutiapa, Escuintla, Alta Verapaz y Chi­quimula. Y se caracterizan por tener un nivel de escolaridad predominante­mente primario.

El Plan Alianza para la Prosperidad fue elaborado luego de la crisis provo­cada en el incremento de menores de edad no acompañados que empezaron a migrar a EE. UU., las opiniones so­bre esta iniciativa están divididas. Las reformas a la Ley de Migración solo son correspondientes con el tipo de control im­puesto en este tercer muro y ante lo cual Guatemala pone su parte frenando el flu­jo que viene de las naciones vecinas, como condición para verse beneficiada por el Plan Alianza para la Prosperidad, afir­ma Verzelleti.

Marcos Yax, presidente de la Comi­sión de Pueblos Indígenas del Congre­so, opina que el plan estadouniden­se es una buena oportunidad para los pueblos del Triángulo Norte. No es un regalo; es una medida predeterminada para evitar esta masiva inmigración de niños no acompañados que en 2014 regis­tró una cantidad de 68 mil 500. El ver­dadero objetivo de la ayuda de US$750 millones, a la que se le debe sacar el ma­yor provecho, es evitar que más menores no acompañados lleguen hasta la fronte­ra norteamericana.

Lo cierto es que en el último en­cuentro en Washington D.C —28 de febrero— de los presidentes del lla­mado triángulo norte de Centro Amé­rica con el vicegobernante Joe Biden, este les pidió, entre otras cosas, redu­cir drásticamente la inmigración para convencer al Congreso norteamerica­no para que apruebe en octubre el des­embolso de los US$750 millones ofre­cidos por el mandatario Barack Oba­ma, en el marco del Plan para Prospe­ridad.

En este sentido, los Jefes de Estado de los tres países del istmo se com­prometieron a hacer campañas de sensibilización sobre los riesgos de la migración indocumentada, incremen­tar las investigaciones y los procesos legales en casos de tráfico de perso­nas para el caso de Guatemala, so­bre la base de la Reforma Migratoria aprobada en 2015