MARIO ALBERTO CARRERA: Cadáveres desparramados por la capital (…) cuadros de costumbres

MÁS SOBRE LOS CADÁVERES DESPARRAMADOS POR LA CAPITAL GUATEMALTECA, LOS XX Y NUESTROS CUADROS DE COSTUMBRES

Thomas de Quincey –que escribió “El asesinato como una de las Bellas Artes”- debiera resucitar aquí en: “Es mi bella Guatemala gran país”, para conocer la folklórica manera del cadáver xx, con brochazos de pepián. Estoy seguro que tal expresión le fascinaría al gran devorador de opio, por su inclinación a lo macabro y lo siniestro. Lástima, asimismo, que el cuadro de costumbres le fue ajeno.

En el marco de otra celebración folklórica nuestra – que los guatemaltecos siempre hemos tenido devoción por recoger y testimoniar, en el amplio marco del cuadro de costumbres que aquí nos interesa- salta a mis mientes el tema del Día de los Muertos o Difuntos que, ahora -cuando lo trate y en otra oportunidad- lo haré acaso con redondez. Cuento, ahora mismo, con fuentes más esperpénticas y manantiales más hediondos, que me proporcionan ¡generosos!, tanto cadáver desparramado por la capital y en las mejores ciudades provincianas.

Rara es la familia chapina que no cuente entre sus amistades ¡y no es de extrañar que entre su propia parentela!, un genuino y de cuerpo entero y de bulto cadáver xx. Son tan frecuentes las desapariciones forzadas y los secuestros –al mejor estilo de Benedicto Lucas- en el primaveral escenario luctuoso chapinero, que ya van llamando demasiado la atención (del juez Gálvez) la familia preclara que no presente tal perfil cívico nacional.

A veces el cadáver xx tiene su origen en el secuestro y la extorsión decapitadora. Máster y doctorado que ya va siendo toda una institución aquí –compartida, ufana y vociferante- con las hermanitas república de Honduras y El Salvador, capitanas generalas –como don Peter de Alvarado- en esto de decapitar indios y más tarde ladinos hasta por joder, con perdón de latín que a veces empleo, cuando la sangre me hincha el gorro. Dignísimo Triángulo Norte que impacta –comunista y con equidad- en todas las clases, pero acaso en las más hambrientas porque Dios es grande y misericordioso.

Por otra parte (¿material para otro artículo de costumbres a lo Larra?) parece ser que en nuestro país, ya no se cultivará más la posibilidad de que ideas contrarias y polarizadas, se enfrenten en un legítimo debate dialéctico, en el campo de la palabra oral o escrita. Lo que se produce con apariencia de tal cosa son “tortas y pan pintado”. Un apantallar que los mismos propietarios de los medios de comunicación prefabrican con la intención de dar la apariencia de democracia. Mas en el fondo todo está dispuesto por nuestro propio Big Brother, bellamente encarnado en las más distinguidas y altas esferas de la burguesía nacional.

Lo más fácil todavía -y a pesar de lo cacareado por todas partes- es que cuando alguien nos cae mal, lo más expedito es secuestrarlo o desaparecerlo o evaporarlo, como en las mejores páginas de “1984” de George Orwell. Llámeme usted mentiroso, exagerado y calumniador. Estoy acostumbrado a ello. Escúdese usted en la existencia del Talibán o de doña Thelma que son los paladines de la justicia y de la certeza jurídica. Todo eso es pura apariencia. En el fondo todo sigue igual en la Guatemala Inmutable, país de aycinenistas (pobre don Juan Fermín, marqués, que lo uso de emblema a falta de mejor apellido) donde el Gavilán de Extremadura y su hijito llamado Pedro, siguen haciendo de las suyas, pese a la presencia de Mr. Todd Robinson que se va a ir sin amansar a las fieras del trópico y sin lograr despertar al Amstrong tropical. Por eso sigue la Verbena tan concurrida, las cárceles a tope, la Vip de Mariscal Zavala no se diga y las calles de la capital con descuartizados en bolsas; y el INACIF lleno de bote en bote como función del ballet de Kiev, que dizque viene a sacar de su “incultura” a la clase gobernante, gobernadora del capital de Marx. Típico es también de los chapines y sus cuadros costumbristas, recorrer los hospitales, la morgue, los barrancos, los basureros, las cunetas, Las Guacamaya o La Ruedita en busca de los pedazos del ser querido arrebatado en la madrugada. Así como también los alegres jueves de la Cicig, cuya ausencia echamos en falta. ¿Ya se achicopalaron y ahuevaron Thelmita y Talibán? Espero que no porque los dos son mi pareja favorita de la tele y de las novelas televisivas.

Por eso es que estoy de acuerdo –no siempre pero casi- con algunos filósofos llamados pesimistas que piensan que la vida no es digna de ser vivida y que dado el estado de cosas que ocurren en Guatemala -la Trágica y la Inmutable-   más nos valdría no haber nacido. Al menos, así, no nos hubiéramos dado cuenta de lo que son capaces -en cuanto a perversa maldad- los López Bonilla o los Lucas García. Hienas facinerosas que desde sus cubiles de muerte y cocaína han vuelto a Guatemala un inmenso sudario acaso irreversible.

Me gusta el pesimismo en días de holocausto como el que acabamos de vivir. ¿Cómo no ser pesimistas ante la presencia de casi cuarenta jóvenes calcinadas, en un Hogar Seguro con el irónico nombre de Virgen de la Asunción?

Toda vida es en general mal o dolor. Y más en Guatemala: tierra del son, de las guapas mujeres y de la marimba de calaveras.

Todas las formas del Pesimismo (en mayúscula porque es reconocida corriente de la Filosofía) niegan la posibilidad del progreso y en general de toda mejora, especialmente en Guatemala la Inmutable.

El pobre Leibniz creía que este es el mejor del los mundos posibles. Voltaire, que no era tan pesimista como se cree, se atrevió, sin embargo, a contradecirlo y afirmar -en “Cándido”- que este es el peor de los mundos posibles. Y eso que Voltaire vivió ricamente en casonas entre Suiza y Francia, fue amante de la marquesa Du Chatelet, aunque algunos maliciosos opinan que era para taparle el ojo al macho porque era gay…