Debió ser un día de alegría y triunfo artístico. Un grupo de artistas voló el 17 de octubre de 1951 a Flores, Petén, para presentar y transmitir en vivo el programa radial La hora cultural del Ejército. El evento fue un éxito, pero el retorno a bordo del vuelo 0961 de la Fuerza Aérea terminó en tragedia, y 30 personas, 26 de ellas artistas, murieron al estrellarse el avión en la selva petenera, a pocos segundos de su despegue.
La Guatemala de 1951 es muy diferente a la de hoy. Desde el inicio de los llamados gobiernos de la Revolución se hace énfasis en difundir la cultura, y Radio Nacional TGW tiene como tarea promover los talentos nacionales. Uno de los programas más escuchados es La hora cultural del Ejército, en el cual se presentan los más destacados artistas de la música y el radioteatro.
La radio es el medio de mayor inmediatez y penetración, y el Gobierno la utiliza como un canal para aproximarse a la población a través de los artistas más renombrados del momento, a quienes traslada a diferentes comunidades para presentar programas con público, transmitidos en vivo por la TGW, la de mayor audiencia.
Por otro lado, Petén es el más aislado de los departamentos y se desea también ese acercamiento artístico. Se organiza para el sábado 27 de octubre la presentación de La Hora Cultural del Ejército, y para ello se convoca a 28 artistas, quienes deben tomar un vuelo hacía el lugar. Se les convoca a presentarse en la base de la Fuerza Aérea, para abordar un avión C-47A, donado por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. El vuelo se identifica como 0961.
El capitán de la nave es el mayor Enrique Pérez Guisasola y el copiloto, José Ángel Escobar Mendieta. Ambos dan la bienvenida al grupo de artistas encabezado por el ya famoso Paco Pérez, autor de Luna de Xelajú —la más famosa de las canciones que han sido dedicadas a lugares o regiones del país—. La caravana artística se completa con los siguientes nombres: Antonio Almorza, Antonio Rubio, Enrique Negreros, Mario Lara Montealegre, Fidel Pérez de León, Florencio Noé Juárez, Francisco Arrué, Francisco Cobos Montenegro, Luis Rivera, Francisco Monterroso, Germán Bayer Santacoloma, Héctor Flores, Humberto Oliva, Juan De León Cifuentes, Julio Vásquez, Lilly Andreu Spillari, Manolo Rosales, Manuel Victoriano Echeverría, Mariano Prera, Miguel Ángel De León, Oscar Mondragón, Rafael Centeno, Roberto Aparicio, Salomón Argueta, Víctor Alfaro Navas, Víctor Manuel Tapia y Zoila Luz Estrada.
Última actuación
Todo es alegría en el grupo. Nadie puede imaginar que será para la mayoría de ellos su última representación. El vuelo de ida transcurre con normalidad. Los pasajeros intercambian conversaciones, unos ríen, otros se dedican a conversar. Al aterrizar encuentran una calurosa bienvenida del público y los oficiales de la zona militar de Santa Elena. Hay mal tiempo.
Durante el almuerzo se les informa que por la lluvia el programa ya no se hará en el parque central sino en el Salón Municipal, a donde acude una gran cantidad de personas que aplaude cada una de las intervenciones e incluso piden más, pero el tiempo se acaba y el retorno no puede atrasarse.
Al concluir vuelven a la base aérea, en donde el capitán Pérez Guisasola les advierte que puede haber turbulencias cuando vuelen sobre Alta Verapaz. Nunca llegaron a ese punto.
Por los testimonios existentes —hubo solo dos sobrevivientes—, se sabe que el ambiente ya no era igual de distendido, pero tampoco había rasgos de temor. Todos se ubicaron en sus puestos y pronto el vuelo estaba listo para partir rumbo a la capital.
Tras el tradicional anuncio de abróchense los cinturones, el vuelo despegó, pero en cuestión de segundos se vio fuego en el motor derecho. El avión comenzó a tronar y se sacudió violentamente. No hubo gritos ni rezos. Inmediatamente el avión se estrelló en medio de la selva y se hizo pedazos.
Como fue relativamente cerca de Santa Elena, cuerpos de rescate llegaron pronto al lugar, y encontraron a cinco artistas vivos entre los hierros retorcidos de la nave: Antonio Almorza, Zoila Luz Estrada, Salomón Argueta, Enrique Negreros y Lilly Andreu Spillari. Solamente los dos primeros lograron sobrevivir a las heridas sufridas, sus otros compañeros fallecieron en el hospital de San Benito, a donde fueron trasladados.
Nunca se pudo establecer la causa del fuego en el motor, pero se descartó una versión que circuló por aquellos días, según la cual, había sido porque uno de los pasajeros fumaba.
A diferencia de cómo trascendería al público la noticia en estos días —sería de inmediato—, en aquella ocasión fue diferente. En Petén sí hubo inmediatez, pero en la capital tardó en trascender, aunque elementos de la Fuerza Aérea volaron de inmediato, porque se les notificó por radio. Incluso muchos de los familiares de las víctimas se enteraron de lo ocurrido hasta en horas de la madrugada del domingo, por medio de una notificación personal.
Muchas personas se enteraron por la transmisión de TGW, porque se abrió la transmisión con la marcha fúnebre de Chopin, y constantemente repetían una sentida nota de duelo, en la que compartían la triste noticia al pueblo de Guatemala. En esa época ningún periódico circulaba los domingos, por lo que la prensa escrita publicó la noticia hasta el lunes.
Anécdotas
Varias personas han escrito sobre esta tragedia, pero son María Elena Schlesinger y Humberto Hernández Valenzuela quienes pudieron recoger algunas anécdotas y compartirlas. A continuación, algunas de ellas presentadas de forma resumida.
- Juan Carlos Negreros Borrayo: Violinista, saxofonista y pianista. Estaba retirado de las actividades artísticas, pero fue invitado a sustituir a Carlos Vides y aceptó viajar a Petén. Sobrevivió unos instantes después del avionazo, y se le escuchó decir una última frase dedicada a su esposa: Siempre seré para ti.
- Rafael Centeno: Trombonista profesional. Su madre nunca creyó que el cuerpo que le entregaron fuera el de su hijo, pues no pudo identificarlo. Ella pidió ver los demás cuerpos pero siempre mantuvo la duda.
- Manuel Victoriano Echeverría: Radiotécnico de la TGW. Su madre sintió como una puñalada en su interior y tuvo un mal presentimiento sobre su hijo. Fue a su casa y le dijeron que había volado a Petén. Pasó la noche llorando, hasta las cinco de la mañana, cuando empleados de la radio llegaron a anunciarle lo sucedido.
- Juan de León Cifuentes: Este músico no llegó a conocer a su hija, la que nació dos meses después de la tragedia.
- Enrique Pérez Guisasola: El capitán de la nave había dispuesto que aquel fuera su último vuelo, a solicitud de su esposa, quien temía pudiera sufrir una tragedia.
Esta ha sido la más grande catástrofe registrada en el mundo artístico guatemalteco. Luego pasaron tres décadas para que el Congreso de la República tomara la fatídica fecha para declarar el Día del Artista Nacional, en reconocimiento a los talentos nacionales que perdieron su vida cumpliendo con su noble labor de llevar cultura y entretenimiento a los pueblos.
La radio estatal TGW continúa transmitiendo hasta la fecha semanalmente La hora Cultural del Ejército, la cual mantiene la tradición de presentar artistas en vivo desde los lugares en los que se genera la señal de transmisión.