Todos le dicen o lo conocen como Chepe. Es un brillante ingeniero y administrador de empresas, que un día –en una de sus locuras–, abrazó la profesión de periodista.
Gonzalo Marroquín Godoy
José Rubén Zamora Marroquín es mi primo. De patojo le gustaba el fútbol y el básquet; destacó en los estudios, principalmente al sacar su maestría –con honores–en el INCAE, allá por los lejanos años 80 del siglo XX. Regresó a Guatemala y pronto fue contratado a cargos muy elevados en la multinacional Shell y luego en Cementos Novella (hoy Cementos Progreso).
Hasta ahí no había visos de locura, ni cosa parecida. Sin embargo, sin él darse cuenta, llevaba en las venas algo más que sangre, pues corría en su interior un virus que es más fuerte que cualquier pandemia y crea un peligroso –pero lindo– vicio: el periodismo. Así que dejó ese futuro promisorio como alto ejecutivo y seguramente hombre de negocios, para convertirse en lo que es hoy.
Sus primeros tanes, como dirían los abuelos, los dio en el telenoticiero 7Días y luego en el diario Siglo XXI, en dónde alcanzó notoriedad por convertir ese diario en un baluarte de la lucha contra ese estilo dictatorial y corrupto –cleptocracia, le llama él– que ha creado nuestro fracasado sistema político.
Por razones de espacio no puedo extenderme, pero ya en esa etapa de su vida periodística sufrió los primeros atentados. A causa de desavenencias con sus socios, hace poco más de 25 años, salió de aquel medio y decidió fundar uno propio: elPeriódico, en donde continuó con sus locuras, desafiando al poder político, al poder económico, al crimen organizado y a cuantos poderosos se pusieran enfrente y actuaran de manera contraria a sus valores y principios democráticos.
En la época de Alfonso Portillo, un grupo paramilitar allanó su residencia en la zona 12 y pretendieron humillarlo e intimidarlo frente a sus hijos. Fue un acto de brutal violencia sicológica. No se amilanó, ni mucho menos. En su locura y valor, investigó y logró identificar a algunos de sus atacantes, a los que llevó a juicio. Muy pocos hubieran actuado con semejante fuerza y convicción.
Siguió publicando mucha información que no salía de manera tradicional en los medios. El famoso Peladero, desnuda cada domingo a corruptos y criminales. Eso le valió otro atentado, cuando sus secuestradores le dejaron tirado en un terreno baldío de Chimaltenango, dándolo por muerto. Pero no, Jose –así le decimos los primos, sin tilde en la e–, no solo seguía vivo, sino continuó su caminar de denuncia periodística.
Pero así como ha sufrido atentados, ataques e insultos infundados en redes sociales, acoso judicial, acoso fiscal y muchas formas de presión para que cese en su accionar periodístico, también ha tenido reconocimientos públicos nacionales e internacionales. Sin duda es el periodista guatemalteco mas galardonado de la historia.
Le acompañé en cierta ocasión a recibir el prestigiado Premio Knigth al Periodismo Internacional en Washington. Lloró de la emoción recordando el acto cobarde en su residencia, apenas un año antes. También recibió el premio Cabot de la Universidad de Columbia, fue escogido entre uno de los 50 héroes del periodismo mundial en el siglo XX, así como otros que sería largo enumerar, incluyendo un humilde homenaje que le hice siendo yo director de Prensa Libre. Seguramente nuestro abuelo Clemente Marroquín Rojas, estaría muy orgulloso de él.
En una reunión en Estambul de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN, por sus siglas en inglés), escuché hablar a Jose de lo que llama, teología financiera, que es la fórmula que ha aplicado para lograr la sobrevivencia de elPeriódico, mientras muchísimos diarios en todo el mundo han tenido que cerrar por los cambios tecnológicos.
En fin, ha sido una vida llena de logros, sufrimiento y de locuras de un periodista que cree firmemente en lo que hace, que ama a Guatemala y quisiera verla transformada. Sus detractores están en la dirección contraria, y por eso resulta alguien incómodo, porque dice, como diría la desaparecida periodista Irma Flaquer, lo que otros callan.
Ahora, en España le entregarán –merecidamente– el Premio Rey de España, por ser el periódico mas destacado de Iberoamérica. Lo siguiente, lo dijo el jurado, no lo digo yo, aunque si lo secundo: (elPeriódico es fruto del) “trabajo incansable de un periodismo de denuncia e investigación por el que su director y equipo han sufrido atentados, persecuciones, campañas de desprestigio y hasta bloqueos comerciales.
¿Qué más se puede decir de las incansables locuras de Jose?… pues que continúan, como Don Quijote de la Mancha.