LaRed: !Cuerudos!

Crispino Picón Rojas

¡Cuerudos!

(Dícese de aquellos que son abusivos y no les avergüenzan los clavos que hacen… qué se clavan lo que pueden, como sea).

Este nuestro Congreso es verdaderamente un jardín de claveles.  Los diputados hacen todo tipo de cosas raras, escándalos, y muchos de ellos son ¡cuerudos!, pero de verdad, porque no les importa darse color con las cosas que hacen.

Eso sí, para ser ¡cuerudos!, hay que rodearse de personas que tengan las mismas características, sobre todo, si lo que quieren hacer es algo que necesita del beneplácito desde el presi, Alejandro Giammattei, pasando por la flamante fiscal general, Cony Porras, y un par de gatitos fiscales y jueces, de esos que se han vuelto tan dóciles y eficientes para acelerar –o detener, según el caso–, los procesos judiciales en el país.

Según me cuenta un colega panameño, un grupito de esa famosa y poderosa alianza oficialista quisieron pasarse de listos y clavarle su avioncito al expresidente panameño Ricardo Martinelli, quien finalmente se cansó y salió a reclamar su navecita, nada menos que un moderno y cómodo Hawker 800XP, que le costó unos US$10 millones, según los precios de lista.

La historia sucedió de esta manera.  Desde el 21 de febrero del año pasado, las autoridades guatemaltecas incautaron el leader jet cuando la distinguida exprimera dama Martita Martinelli vino en esa nave al país para ver en el bote a sus dos hijos, ahora condenados en Estados Unidos por lavado de dinero.

Aquí se armó un revuelo y se dijo que el avioncito –matrícula N799RM– provenía de un ilícito cometido en territorio panameño y, por lo tanto, lo incautaron.  Ni lentos ni perezosos. los muchachones de la injusticia chapina, lo pasaron a extinción de dominio, en donde podía pasar una de dos:  o lo entregaban para su uso a las autoridades guatemaltecas –Ejecutivo, o Judicial– o lo hacían feria en un remate. Pero el avión no tenía ningún clavo.

Mientras tanto, en el Congreso, en donde suelen poner lobos a cuidar ovejas en las comisiones de trabajo, el presidente de la comisión de la Defensa Nacional, José Ubico Aguilar, junto a algunos destacados milicos de muy alto rango, venía haciendo un business plan para armar una empresa privada de aviones, conseguidos por medio del army y los tribunales de extinción de dominio, a donde van a parar las naves incautadas al narco y otras… como la de Martinelli.

Así que cuando Ubico, más conocido por su pasado narco que por su labor legislativa, se enteró del avioncito, de inmediato se le iluminaron los ojos y puso en movimiento todos los hilos que llegan a la cúpula del oficialismo, para que se lo apartaran, como si de una tira de pan se tratara.

Primero, había que amedrentar con investigaciones a Martinelli, luego hacer que lo sacaran a remate y, sin problemas, hacer que Ubico y sus socios militares se hicieran de la nave, y pudieran abrir su compañía de alquiler de avioncitos.

Lógico, había que poner en autos –y tener el beneplácito–, nada menos que del presi Giammattei y de la Cony, para que no hubiera sorpresas desagradables en el camino.  Ubico, como fiel miembro de la alianza oficialista en el Congreso, recibió el permiso y se puso a trabajar la rosca para que todo fuera sobre ruedas.

Lo que no contaron fue con la reacción de Martinelli, quien se puso como mil demonios cuando se enteró del pastelito que preparaban Ubico y su grupo de ¡cuerudos!

Primero estuvo llama quete llama a Giammattei, quien se hizo el loco.  Cuando se sintió como novia despechada porque nadie respondía sus llamadas, Martinelli, acostumbrado a que le hagan caso siempre, montó en cólera y armó una campaña de medios y redes sociales para amenazar al presi de nuestro país y a los malos fiscales, a los que dijo que metería al bote con sus acciones internacionales.

Fue tal el escándalo, que tuvieron que hacer un análisis: Giammattei reunió a la Cony, Miguelito y al panameño Poll Anria, asesor estrella del mandatario guatemalteco.  Expusieron el caso y escucharon al experto en manipulación de comunicaciones. Anria hizo una llamada a Martinelli: — entiendo… lo siento… estoy claro… por supuesto… Fueron sus respuestas a un expresidente panameño indignado y dispuesto a llegar a las últimas consecuencias y armar un escándalo internacional. Había que parar el clavo.

La pregunta era: ¿Qué es peor? Quedar mal con un aliado, o enfrentar un escándalo.  No hubo mucha duda.  — Estamos en medio de la reelección de doña Consuelo, esto no se verá bien y creo que Martinelli nos armará un gran tamalHay que devolverle su avioncito, sentenció Miguelito.  Y colorín colorado, este cuento ha terminado para los ¡cuerudos!

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