(Frase que se utiliza para preguntarle a alguien por qué falló o no cumplió lo que prometía o lo que se esperaba de él)
Crispino Picón Rojas
Era el 14 de mayo del 2024. En el ambiente político aun había sentimientos múltiples entre la felicidad de quienes ganaron puestos de elección popular, malestar y frustración de los derrotados y expectativa entre la gran mayoría de la población, que todavía no sabía qué esperar.
Pero ese día en específico, fue de puro parrandón, para celebrar a Nery Ramos, que parecía una estrella de rock en ascenso, y captaba atención y expectativa en el Congreso de la República.
Esa noche, en Casa Ariana en el sur de la capital, todo era alegría, buena música, viandas de primera, finos licores, y más de centenar de diputados que no dejaban de adular a quien se presentaba como salvador de una crisis parlamentaria que pudo complicar la escena política nacional en el inicio de la administración del presidente Bernardo Arévalo.
¿Qué se celebraba? Pues nada menos que el cumpleaños 45 de Nery Ramos, flamante presidente del Legislativo, el dueño y señor de cámaras y atención de los periodistas. Sin embargo, esa noche no se quería ni a unos ni otros. Ni siquiera se permitió entrar los modernos iPhone15 de los diputados.

Hasta los meseros fueron estrictamente seleccionados, porque no se contrató a ninguno de mis colegas amigos que suelen estar presentes en ese tipo de fiestas de hombres públicos. Desde la forma de la invitación hasta el ingreso de los invitados –llegaron más de 107 diputados, para que fuera mayoría calificada–, se hizo con total apego a la discreción.
Lo que no sabían los invitados era que la fiesta la organizaba un amigo cercano de Ramos, de nombre Pedro Duque, quien la ofrecía con el fin de ganarse la buena voluntad de todos los presentes, sin importar si eran tirios o troyanos –verdes, unionistas, semilleros, azules… o de otros colores y partidos–. Había que hacer de Ramos el personaje del año.
Hay que reconocer que Ramos subió como la espuma de buen champán. En el oscuro cielo de la política, era la nueva estrella. Sabiendo que sus antecesores se fueron casi todos desprestigiados, montó una campaña para destacar que este es un Congreso diferente, queriéndose apartar de la mala fama que ha acompañado a la mayoría de las legislaturas. Por cierto, no recuerdo una que se salve en las últimas décadas.
Pero, así como tuvo su noche inolvidable en Casa Ariana, llegó la noche trágica para su administración y el propio Congreso el 27 de noviembre, cuando en horas de la madrugada se aprobó el manchado Presupuesto 2025 y el más descomunal, abusivo, inmerecido –y todos los calificativos posibles– aumento de sueldo de los diputados.
Desde entonces, su paraíso parece estar cayéndose en pedazos. Se supo que hubo transas para aprobar el Presupuesto y la aprobación del incremento salarial se hizo en medio del silencio vergonzoso de todos los diputados.
No sabía Nery Ramos que aquella noche terminaba toda posibilidad de cacarear más su campaña publicitaria. Era más de lo mismo. Pero como suele suceder con quienes creen estar en el Olimpo y ser intocables, después de aquella noche trágica, su inmaculado futuro político se ha ensombrecido, porque un par de periodistas investigativos, Marvin del Cid y Sonny Figueroa, empezaron a sacarle sus trapitos al sol.
Lo malo fue que cuando sacaron uno, se vino otro, y otro… y es entonces cuando se sabe de aquella fiesta, de una camioneta blindada y de las buenas relaciones con Duque, un personaje que, al ser investigado por el Combo de aquellos periodistas, resulta que no es alguien precisamente transparente, aunque curiosa, intencional o convenientemente, no ha sido investigado por el acucioso MP.
Lo que sí es importante es que los resultados de aquella cena fueron los esperados. En cualquier democracia medianamente funcional los datos, hechos e información que han salido a luz pública, serían suficiente para forzar la renuncia del presidente del Organismo Legislativo o, al menos, provocarían críticas de los propios parlamentarios.
Sin embargo, pareciera que aquella noche de mayo de 2024 se selló con sangre un juramento entre los diputados (como si de bomberos se tratara): ¡Jamás nos machucaremos la manguera!
Ramos sigue orgulloso de sus logros: de policía a director de la PNC; de diputado raso a presidente del Congreso. Es un político de promesas, pero al que ahora se le puede preguntar: ¿Y diay vos Nery?
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