La Red: ¡Pushitos y… ¡pushiteros!

(Poquito de algo: de personas, dinero, publicidad, apoyo, o comida)
A quienes les gustan los pushitos… los chapines les decimos ¡pushiteros! Pues en eso parece que se han convertido nuestros dos flamantes finalistas para la segunda vuelta electoral, el 25 de octubre.
Sí, porque tanto el simpático Jimmy Morales como la recuperada Doña, Sandra Torres, están rearralados –como diría la Roxy Baldetti– con aquello de que les cachen el tapujal de pisto que reciben los candidatos de sus respetables financistas.
Ellos, en vez de recibir jugosas y gigantescas cantidades, le apuntan a los pushitos… pues dicen que de pushito en pushito pueden hacer un buen montón… y más adelante degustarlo mejor, porque deben saber los lectores que no todo el dinero que ofrecen esos financistas es para la campaña, ya que, como bien les enseñó Jorge Serrano en su momento, es dinero que puede ser bien empleado, hasta para pagar las hipotecas y cualquier otra deudita que tengan.
¡Ah!, lo que no ha aclarado el simpático Jimmy es quién le dio el Cartier de $50 mil dolorosos, aunque puede ser que sea apenas un pushito en especie que alguien se apresuró a dar a quien ya ve en la silla presidencial.
Lo que me cuenta mi Red de meseros es que en cada reunión que han atendido y escuchado, tanto la gente del simpático como de la Doña, insisten en que los aportes que se hagan sean en cashito o en especie, para evitar que la CICIG pueda armar otro dosier y salgan a bailar sus nombres y los del partido.
En ciertas cosas, hasta pareciera que los dos presidenciables tienen al mismo asesor, porque se llenan la boca de transparencia, pero por debajo de la mesa tratan de arreglar todos los pushitos que puedan, ya sea en pisto, en regalos sofisticados o en especie, si se trata de los canales de televisión.
Con lo astuto que es el Ángel (González) de la Democracia, les anticipó que no les puede dar más publicidad gratuita –aunque facturada–, porque después del informe de la CICIG, hasta Mario Taracena ha dejado de hablar bien de él. En cambio, lo que sí les ofrece es publicidad solapada. Él les ha explicado que pueden hacer lo mismo que hace desde hace ya muchos años el virrey, Álvaro Arzú: con su productora preparan los videos noticiosos que quieren transmitir, se los envían por el canal adecuado, y salen en los noticieros sin costo alguno. La creatividad y producción corre por su cuenta, el tiempo de aire, al fin y al cabo, dice, es aire.
Pero de pushito en pushito, las cosas les van saliendo bien.
Como los dos candidatos están vestidos de niños de primera comunión y no quieren saber nada de los otros políticos sucios, no hacen alianzas abiertas, pero sí jalan por pushitos a los alcaldes de los otros partidos, porque así no se dan tanto color.
Lo que sí me cuentan, es que la Doña pegó más de un par de gritos cuando supo que alguna prensa se había enterado de las transas que le pidió a su hermana Gloria –La Mal Querida– y a sus cuestionadas hijas. Ella no quería que se supiera que se había convertido de nuevo en operadora política del partido. ¿Por qué todo el mundo anda con chismes en estos días?, se preguntó amargamente Torres.
Ja, ja, ja… Y ya que hablo de pushitos, dicen que ahora en las aduanas cobran por módicos pagos todos los transes que se mandan, precisamente para que no puedan rastrear las grandes cantidades de dinero que todavía se mueven.
Pero volviendo a los dos pushiteros del momento, dicen mis fuentes que ambos hacen las cuentas del gran capitán, cuando suman sus votos. Jimmy, el simpático, por ejemplo, tuvo un almuerzo con sus estrategas, quienes le dijeron no hay problema, presidente (si, así como lo leen), porque usted penquea en todos los centros urbanos, y Manuelito nos endosa algo de su voto Rojo, suficiente para que la diferencia con La Doña sea más grande que en la primera vuelta.
Jimmy, siempre chispudo, resumió: Entonces, gano donde ya gané y donde ganó Baldizón: 2+2 son cuatro. Facilito, solo sumo y gano.
En la UNE la cosa es parecida. Los asesores le dijeron a Doña Sandra: Mejoramos en los centros urbanos, en el campo nos ganamos a los rojos con la misma promesa de las bolsas y bonos –nadie es mejor que nosotros en eso–, y 2+2 son cuatro. ¡Ganamos!
La cosa, sin embargo, no parece tan fácil. Lo que me cuentan los meseros, es que en toda fiesta, almuerzo, reunión o en cualquier plática que a ellos les toca –¡a ellos si les toca!– escuchar, se dan cuenta que en la capirucha la gente está media frustradona, porque no ven gran mejora en la política con lo que hay por delante.
De todas maneras, de pushito en pushito, también los cambios se vuelven grandes… A ver quién pushitea más.
De pushito en pushito