LA RED: ¡Mascarada!

(Dícese cuando se hace una farsa o engaño y se quiere presentar como si fuera algo real.  En el plano jurídico, cuando algo ilegal se muestra como legal)


Crispino Picón Rojas

Son las 22:00 horas del domingo 20 de agosto.  El arroz está cocinado y ya no hay ninguna duda de que se cumplieron las peores pesadillas de Alejo Gimmattei y su séquito de seguidores aliados.  Se estaba desmoronado una trama más dentro del proceso electrónico.  Se les cayeron una a una todas las opciones. 

Primero, el delfín Meme Conde nunca despegó, luego fue el cachimbazo que se pegó la favorita del grupo, Zury Ríos, que de primera en las encuestas terminó en sexto lugar, superada incluso por Armando Castillo (Viva) – ¿quién es este cuate? –, también del grupo, pero al que nadie le tiró chibola.  La que no volvió a fallar en primera vuelta fue La Doña, Sandra Torres, la última y menos querida de las cartas del presi.

Tuvieron que jugársela con ella, pero ni con todo el musculo del oficialismo lograron que pudiera dejar atrás su karma electoral, ese que muchos dicen que entró en ella desde que se divorció del pobre Álvaro Colom, para convertirse en la eterna candidata. Lo que tenía que pasar, pasó.  Así como hicieron Jimmy Morales y el propio Giammattei, la lluvia de votos en contra de Sandra terminó favoreciendo a Bernardo Arévalo y su partido, el Movimiento Semilla.

Algunos dicen que después de lo sucedido ese domingo, Sandra quedó peor que el Neto Bran cuando lo cachimbeó en 16 segundo el Tres Kiebres.

De nada sirvieron las tramas de la alianza para sacar de la competencia a Thelma Cabrera, Roberto Arzú y Carlos Pineda, porque finalmente Arévalo les brotó de lo inesperado y el pueblo escuchó su mensaje anticorrupción y votó por él, sabiendo que La Doñaforma parte de la alianza maléfica, esa que se ha vuelto experta en tejer mascaradas, de la misma forma en que sabe salir de las que les aparecen a ellos, como hicieron con aquella famosa trama rusa.

Esa noche de júbilo para muchos, sirvió de marco para que se terminara de armar una gran mascarada, con la que creen van a impedir que Arévalo llegue a la guayaba o, al menos, que si logra superar todos los obstáculos que le pondrán en el camino, llegue cansado y en trapos de cucaracha, como decimos en buen chapín.

Son las 22:00 horas y ya no hay milagro que esperar. — Para variar, Sandra la planchó y ahora tenemos que armar todo el entramado jurídico para joder a esos izquierdistas rosas, que no quieren más que perseguirnos como si fuéramos ratas.  El que dice esto es Miguelito Martínez, el hombre fuerte del Gobierno y de la pareja presidencial.

La primera llamada es para la Sandra, pero ni siquiera se pone al teléfono.  Ya le pegó la depre y, como hace cuatro años, tardará algunos meses en asimilar la cachimbeada y luego se pone a pensar en la próxima.

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Entra una llamada del asesor panameño Poll Arria, quien goza de toda la confianza de los pichoncitos –así les dice cuando no está frente a ellos– y tajantemente les ordena: — Todo lo que hagan debe parecer legal.  No importa lo que sea. ¿Oyeron?, ¡tiene que parecer legal!  Más claro, ni el agua del lago de Amatitlán… ni modo.

Y entonces, la llamada que sella lo que está por venir.  — Póngame al teléfono a Doña Cony. Es un mandato presidencial.  De inmediato:

Dígame Señor presidente.  ¿Para qué soy buena?  (Ojo pache del mandatario ante el trato que recibe).

Doña Consuelo.  Creo que entiende la situación.  Todo lo que hemos venido hablando durante las últimas semanas ante la posibilidad de que esos hijos de p… ganaran, pues hay que ponerlo en marcha.  Hay que agitar tanto las aguas, que nadie entienda lo que está pasando, ni se imaginen lo que está por venir.  Yo insistiré en el respeto al voto popular, la transición y todas esas muladas.  Usted queda encargada de hacer que esos ´semillitas´ no crezcan…

Ni siquiera me lo tenía que decir Señor presidente.  Ya todo está en marcha previamente, porque ya sabía que Sandrita es buena para mandar y hacer cosas, pero la pobre nunca ganará una elección. Vamos a ir con todo, haremos un gran alboroto judicial, con casos a diestra y siniestra, crearemos un mar de confusión, que nos favorecerá.  ¡Los haremos pedazos! ¡Ah!… y pondremos a nuestros netcenteros a trabajar para que insistan en que son comunistas, una plaga de expropiadores anti-familia y que están a favor del matrimonio gay, con el perdón suyo presidente.

Esto último pareció molestar al presi, quien quiso terminar pronto la conversación:

— Mmmm. Bueno, lo importante, ¡y qué no se le olvide doctora!, es que todo debe parecer legal.  Nosotros somos la ley y nosotros decimos lo que es legal y lo que no lo es.  Así que, duro con ellos.

— Buenas noches.

De mascarada en mascarada, la más importante para la alianza macabra está en marcha.  Una pregunta sin respuesta (por el momento): ¿Se dejará el pueblo?