La asombrosa trayectoria de Tiger Woods, de niño prodigio a uno de los deportistas más populares del último cuarto de siglo, puede estar de nuevo en peligro por las lesiones sufridas el martes en un grave accidente automovilístico.
El golfista estadounidense, de 45 años, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por las múltiples lesiones que sufrió en la pierna derecha cuando, manejando solo, volcó su vehículo todoterreno en una carretera cercana a Los Ángeles (California).
El golfista sufrió fracturas expuestas en la parte superior e inferior de la tibia y el peroné y lesiones adicionales en los huesos del pie y el tobillo, según un comunicado médico difundido por la fundación de Tiger.
El accidente podría poner el punto y final a una memorable carrera en la que Woods ha conseguido 15 títulos de Grand Slam, solo tres menos del récord de Jack Nicklaus, y un total de 82 trofeos del circuito PGA, una marca solo igualada por el fallecido Sam Snead.
Woods ya ha superado múltiples y diversos desafíos anteriormente, desde las cirugías de espalda y rodilla al escándalo que supuso la revelación en 2009 de numerosas infidelidades que provocaron el divorcio con su entonces esposa, la sueca Elin Nordegren.
Estos incidentes dañaron gravemente la imagen de Woods quien, en la década de 1990, era junto a su amigo Michael Jordan dos de los atletas más populares y mejor pagados a nivel global, capaces de multiplicar las audiencias y la afición a sus deportes a nivel mundial.
Woods emocionó a sus seguidores durante décadas con su talento, personalidad y carácter ganador. En 1997 fue el primer golfista negro en conquistar el Masters de Augusta y lo celebró abrazando en el campo a su padre Earl.
Completando un círculo vital, en 2019 Woods se enfundó de nuevo la chaqueta verde en el Augusta National, su primera victoria en un Grand Slam en 11 años, abrazando a sus hijos, Sam y Charlie.
La gesta completaba un inesperado regreso a la gloria tras las cirugías de espalda que incluso amenazaron con no dejarle llevar una vida normal.
Niño prodigio
Las noticias de la colisión de Tiger mantuvieron en vilo el martes durante horas al mundo del deporte y a la ciudad de Los Ángeles, aún traumada por el accidente de helicóptero en el que fallecieron Kobe Bryant, su hija Gianna y otras siete personas hace un año.
El golfista es una figura conocida a nivel nacional desde su infancia. Con apenas dos años, el niño Tiger ya encandiló a los espectadores de un programa de televisión con su habilidad con el putt.
Durante su formación fue tres veces campeón amateur de Estados Unidos antes de convertirse en profesional en 1996 con importantes contratos de patrocinio con multinacionales.
En octubre de aquel mismo año, Woods ganó el torneo Las Vegas Invitational y se aseguró un lugar en el circuito PGA. Solo seis meses después logró una victoria, con 12 golpes de ventaja, en el Masters de Augusta a los 21 años, en el arranque oficial de la “Tigermanía”.
Woods aportó al circuito una emoción juvenil y un énfasis en el trabajo físico inexistentes hasta entonces entre los golfistas, compitiendo con un juego sólido y a veces mágico que lo colocó entre los mayores campeones que el deporte había conocido.
El “Tiger Slam”
A comienzos de la década de 2000, los triunfos de Tiger llegaron a algunas cotas nunca vistas anteriormente. Entre 2000 y principios de 2001 ganó los cuatro torneos ‘Majors’ consecutivamente, lo que pasó a denominarse como el “Tiger Slam”.
Su fama crecía al ritmo de su palmáres pero las lesiones, primero de rodilla y luego de espalda, comenzaron a atomentarle y le obligaron a modificar su swing para aliviar la presión sobre las articulaciones reparadas.
En 2009, al hacerse públicos los detalles de las relaciones extramatrimoniales de Woods se desató un escándalo de alcance mundial que le llevó a tomarse una pausa del golf.
Woods no volvió a ganar un torneo hasta Bay Hill en 2012. Poco después los problemas de espalda se agravaron y pasó largos años hasta repetir victoria, en el Tour Championship de 2018, un triunfo que preparó el terreno para la gran gesta del Masters de 2019.
Más tarde igualó a Sam Snead en el récord de 82 torneos de Grand Slam pero no lo pudo superar en 2020, una temporada aciaga en la que apenas pudo competir por los problemas de espalda y el parón de la pandemia de coronavirus.