LA ESQUINA DE FRANCO: Es la hora de decir Presente

Francisco J. Sandoval

En los momentos actuales que vive Guatemala es la hora de que todos digamos Presente. A nadie escapa que la manera más clara y obvia de darle vigencia a ese Presente es haciendo más y mejor lo que todos los días hacemos. Eso también implica: dejar por un lado el truco y la picardía, el asalto a los bienes de otros, nada de fingir que trabajamos, vender cosas podridas, robar el agua del vecino, y un etcétera más largo que el río Amazonas, sobre todo si nuestro ingreso es pagado con recursos del Estado.

He empezado mi propuesta por el lado de los noes en memoria de un ilustre maestro de la futurología, Iván Ilich, de quien algo aprendí durante dos meses de estudio en Cuernavaca, México. “Antes de planear el futuro tenemos que establecer lo que NO queremos que sea o haya en ese futuro del cual nos ocupamos”, nos decía. El primer día del seminario cada uno de los participantes nos presentamos; cuando llegó mi turno dije mi nombre, mi profesión, mi nacionalidad, y luego: “Trabajo en Planificación Económica”. Era cierto; en esos momentos yo me ocupaba del análisis de los recursos humanos de los sectores agricultura e industria. Al escucharme, Ilich se llevó ambas manos a la cabeza, hizo un gesto de angustia y dijo en voz alta (para que todos lo escucharan): “Tú eres de los que están arruinando el mundo”.

Eso provocó asombro y extrañeza de parte de los treinta latinoamericanos que nos encontrábamos estudiando en el CIDOC; en mi caso, inquietud: ¿Por qué dice eso? ¿A dónde he llegado? ¿En qué va a parar este asunto?

De allí para adelante, una serie de lecturas sobre partes de los libros de Ilich: Desescolarizando la educación, Desmedicalizando la salud y La sociedad convivencial. A la par, una serie de ejercicios de planificación sobre parques, bibliotecas, caminos, fuentes de agua, atención en una maternidad, fábrica de chorizos, tienda de barrio, etc. Cada ejercicio empezaba por establecer una lista de lo que NO debe tener o caracterizar el producto o servicio del cual nos ocupábamos. Imaginen la dinámica, las polémicas y los resultados de esas tareas.

Como estamos en tiempos de elecciones para escoger el futuro gobierno de Guatemala, se me ocurre proponer algunos NO de lo que deber ser o caracterizar el futuro poder ejecutivo de la nación. Creo que el 99% de los lectores ya dibujó en su mente el primer NO: corrupción, el asalto a los bienes públicos. Empezamos bien porque ese repudio tiene aristas morales, económicas y de injusticia pública.

Otro no: incompetencia, no saber hacer bien, de manera efectiva y económica, cada una de las tareas que el ejecutivo tiene asignadas. Si un maestro tiene entre dos y cinco, un alcalde entre diez y quince, un gobernador entre veinte y treinta; un presidente tiene sin-cuenta funciones.

No al individualismo. El gobernante que actúa solo, sin conformar un equipo cuya opinión se respeta y tiene en cuenta, no solo se tropieza él sino que lanza al despeñadero a la nación. Un gabinete honrado y competente no le dice que sí a todo ni le echa piropos al presidente.

No a la improvisación: Un mandatario improvisa cuando un plan, programa o proyecto no prevé los recursos necesarios, el objetivo verdadero, los daños colaterales, las tendencias del contexto. No se trata de paralizar la acción sino de tener alternativas, quiebres de cintura, un plan B.

No al nacionalismo enfermizo, ese que postula con gritos de borracho que lo nuestro es lo único y lo mejor. Hoy el concepto de comunidad no es mi barrio, municipio o departamento; comunidad nuestra son los habitantes del mundo entero, incluidos los ríos, árboles y mares.

No a la robotización de los humanos, la carencia de espíritu personal y nacional. Por miopía no vemos esa tendencia que lleva el mundo y que arrastra a Guatemala: la persona no vale nada, se nos dice con gestos y acciones. “Tu abuela”, le digo yo a esos mensajes.  

La “ventaja” en un país como Guatemala es que, debido al calamitoso estilo de prácticamente todos los gobernantes (civiles y militares) que ha tenido el país, tenemos abundante material para decir NO a esta y aquella forma de gobernar.

Se siente, se siente, en Guatemala yo estoy presente.