A pocos días de reunirse con los presidentes de México y Guatemala -Manuel López Obrador y Alejandro Giammattei, respectivamente- , la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, definió cuál será la estrategia de Washington para «revitalizar» las relaciones con América Latina, dejando claras las áreas prioritarias para lograr su objetivo: nuevo enfoque de política exterior, migración y corrupción.
Advirtió, asimismo, de que no es posible un progreso en los países del Triángulo Norte -El Salvador, Guatemala y Honduras- si la corrupción persiste en la región. También se refirió al caso de El Salvador donde una ofensiva del gobierno de Nayib Bukele destituyó a jueces de la Corte Suprema.
Harris hizo estas declaraciones durante su intervención en la 51ª Conferencia anual de Washington sobre las Américas, en la que intervinieron varios miembros de la Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, como el secretario de Estado Anthony Blinken, el secretario de Seguridad interior Alejandro Mayorkas; la secretaria de Comercio Gina Raimondo; el enviado especial para el clima, John Kerry y la subsecretaria para el Hemisferio Occidental Julie Cheng.
En su discurso, la vicepresidenta consideró que hay que mejorar las condiciones en los países de origen de los inmigrantes que llegan a EE.UU. para que esas personas no inicien el viaje hacia el norte. Y es que, como remarcó Harris, la relación con Latinoamérica va mucho más allá del comercio y, pese a reconocer que a veces es complicada, aseguró que su Gobierno cree en el potencial de la región.
Triángulo norte
Harris, que está al frente de la tarea de contener la migración procedente de Centroamérica, aseveró que la atención a la situación del llamado ‘Triángulo Norte’ es una prioridad para EE.UU. y un papel que ella se toma «muy en serio».
De acuerdo a su lectura, los «factores agudos» con los que tiene que trabajar para controlar la migración son cuestiones como la pandemia, los desastres naturales y la inseguridad alimentaria, mientras que las «causas fundamentales» tienen que ver con «la corrupción, la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades económicas, la falta de adaptación climática y la falta de buena gobernabilidad». Sobre eso, remarcó: «Creo que esta es una distinción importante«.
Al aludir cuestiones como la gobernabilidad, Harris reiteró la crítica de Washington a El Salvador, después que la Asamblea Nacional (afín al presidente Nayib Bukele) revocara el mandato de la Corte Suprema. Según ella, esa decisión pretende «socavar al tribunal» y la independencia del poder judicial, que «es fundamental para una democracia sana y una economía fuerte».
Pero por muchos esfuerzos que EE.UU. ponga en “frenar la violencia, proporcionar ayuda frente a los desastres, afrontar la inseguridad alimentaria… No haremos ningún progreso significativo si la corrupción persiste en la región”, apuntó Harris. Y remarcó que la historia ha demostrado que cuando existe la corrupción un paso adelante supone dos pasos atrás.
“Sabemos que la corrupción hace que las instituciones gubernamentales colapsen desde dentro, evita que la gente logre que sus hijos reciban una educación y que los negocios comiencen y que haya juicios justos”, detalló.
Consideró que la corrupción también impide que se creen las condiciones sobre el terreno para atraer la inversión en el Triángulo Norte.