Juego entre los mismos

En el 2011, partidos, empresarios y di- versos sectores crearon la ola de des- crédito en contra de la participación electoral de Sandra Torres, quien bajo la figura de fraude de ley, pretendió lanzarse a la Presidencia de la República. Ese hecho allanó el camino pa- ra que la disputa se diera entre el PP y Líder. Este último subió su intención como espuma de cerveza y se colocó, artificialmente, como la segunda en la línea, gracias al traslado de votos de la UNE en segunda vuelta. Salimos de las brazas para caer en las llamas. Hoy seguimos pagando facturas por esas movidas entre los mismos. El sistema de partidos funciona como estructura criminal, donde cada parte trabaja ope- rativamente por su lado, pero en pos de objetivos comunes. Las estructuras internas de los partidos están convenientemente aceitadas para responder a las dinámicas de ese mundillo, donde lo que interesa es agenciarse de recursos, movilizar operadores territoriales y establecer alianzas con quienes se presten. Participar en las elecciones so- lo se trata del momento de exposición, donde se consumen los pactos previa- mente gestionados. A ningún partido le interesa ir más allá, en eso se parecen tanto los de derecha como los de izquierda; lo que cambian son sus tácticas (formas) pero no el fondo.

Ahora, en las cercanía de las elecciones, maniobrando desde las sombras,

Líder se erige como el partido de humo, que sale a la cabeza; sin obedecer a un trabajo real como ocurría con los partidos de hace una décadas. La fauna partidaria es tan particular, que a propósito o por ausencia de elementos propios, ningún partido se le ha colocado cerca para comprometer su posición. La UNE le sigue pero a buena distancia y no ha podido capitalizar, en el marco de la crisis actual, lo suficiente para pegarse a la rueda de los afines a Baldizón. Ese escenario ha comenzado a cambiar en las últimas tres semanas con el inicio formal de la campaña de Portillo bajo el paraguas de Todos. El ex presidente, usando la imagen

del redimido, ha comenzado a preocu- par a Líder, ya que se está convirtien- do en el “único” capaz de competir en el mismo carril y con posibilidad de erosionar su terreno de confianza. Eso podría calificar como la entrada en es- cena del outsider a la chapina; se vende como el candidato antilosdemás aunque es producto de ese sistema- cloaca. Mal con él y peor sin él? señal evidente de nuestra decadencia como sociedad. Los otros candidatos solo sir- ven de corifeo o simples expectantes, esperando que de ese choque de tre- nes salgan unas migajas que ellos po- drían recoger. La búsqueda de candi- datos idóneos sucumbe ante esa reali-

De lo que ahora se trata es de diseñar una cancha más amplia, donde

los jugadores, reglas y propósitos, sean diferentes al panorama excluyente de la actualidad.

dad. Estamos pidiendo lo que no existe y aparecerá si antes se concretan otros cambios previos, por la vía de demo- cratizar los partidos, castrar el caudi- llismo y afectar a fondo el modelo de financiamiento electoral.

Durante décadas ese sistema decadente de partidos ha podido reciclarse, adquiriendo aparentes nuevos rasgos, encubriendo otros, aplicando mano de pintura a superficies repletas de males. Esa treta no aplica ahora, porque las circunstancias de entendimiento social se han modificado; antes ante una ciudadanía impávida, pero hoy atenta y con menos dosis de tolerancia. Si los partidos no han cachado de lo que se trata, la olla de presión seguirá acumu- lando calor que saldrá en algún mo- mento, sí o sí.

Aunque aparentemente deslucido, tras bambalinas el proceso electoral transcurre normalmente; de allí el pulso con los rupturistas. En un marco de posiciones tan alejadas entre sí, se corre el riesgo que ambas terminen anulándose. Es aquí donde la cercanía de las votaciones no ayuda, podemos caer en improvisaciones o reformas momentáneas que incluso pueden ser regresivas. El momento actual ha puesto sobre la mesa algunos de los desafíos centrales, su traducción en rutas de acción y de conversión en agendas políticas es otra cosa. Para esa fase se requiere una mayor capacidad de traducción, diálogo y visiones estratégicas para evitar que el juego político siga siendo entre los mismos. De lo que ahora se trata es de diseñar una cancha más amplia, donde los jugadores, reglas y propósitos, sean diferentes al panorama excluyente de la actualidad.

renzolautaro.rosal@gmail.com